Min Yoongi, de 29 años, se sienta a escribir los votos para su boda. La inspiración es difícil de encontrar, y una sugerencia (no tan) sutil de su mejor amigo, Kim Taehyung, abre una puerta a su pasado y se da cuenta de que nunca se cerró realmente...
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Yoongi frunció el ceño ante el pedazo de papel en su mano, y miró hacia la amplia área de recepción frente a él. Él tenía que estar en el lugar equivocado, pero al comprobar la dirección por tercera vez, se dio cuenta que no lo era.
Y se dio cuenta de por qué Jin tenía que ir a la casa de sus padres para recoger un traje de tres piezas.
Y que estaba terriblemente, horriblemente mal vestido con un jean y una camiseta demasiado vieja que tenía una rasgadura en el cuello.
Cuando Jin había salido de la cama esa mañana, jurando que no llegaría tarde a su primer día de regreso al trabajo, Yoongi sonrió y se revolcó en las sucias sábanas, agradeciendo las vacaciones escolares una vez más por sus largas horas de sueño y perezosas decisiones de comer pan tostado en la cama.
Jin no se iría sin un beso, y la promesa de Yoongi de encontrarse con él para el almuerzo. Y Yoongi dio todo por la idea, hasta que estuvo de pie en el vestíbulo de mármol, viendo personas de traje que pasaban silbando a su lado y conversando animadamente con sus teléfonos móviles.
Ya se había retrasado diez minutos, y sabía que un mensaje de texto o una llamada vendría de Jin en cualquier momento, pero Yoongi se sentía enraizado en ese punto. Tenía los sentimientos familiares de inferioridad, pero trató de alejarlos.
Jin había vuelto a Seúl por dos semanas, y las cosas iban bien. Yoongi estaba disfrutando de su compañía, y estaba más que feliz de que Jin se hubiera mudado. Pero para apaciguar a la señora Kim, él dejaba ciertos artículos en casa que necesitaba recolectar. Compartían un café en la mañana y una tostada antes de llegar a casa de Yoongi y se pasaban el día viendo películas y recordando.
Pero Yoongi podía ver que Jin estaba inquieto. Echaba de menos su trabajo, y había pasado unas horas al teléfono durante el fin de semana estableciendo algunas reuniones aquí y allá. Tenía el espacio de estudio alquilado, y planeó alinear su agenda con algunas bandas extranjeras que estaban en la ciudad.
Yoongi sintió que su teléfono vibraba contra su muslo, y no necesitó comprobarlo para saber que era Jin. Fue el suave zumbido lo que lo empujó hacia la recepción, cuatro mujeres sentadas detrás del escritorio de mármol con auriculares.
-¿Puedo ayudarte?
Ofreció lo que esperaba que fuera una sonrisa afable, y apoyó los antebrazos en la encimera de mármol.
Hola- saludó- Estoy aquí para ver a Kim Seokjin. Está en un espacio de grabación en el decimonoveno piso.
Miró hacia la pantalla de su computadora y tocó algunos botones.
-¿Qué estudio?
Yoongi frunció el ceño, mirando su papel.
-Uhh... ¿323?
-¿Puedo ver alguna identificación?
Yoongi frunció el ceño, pero buscó en su bolsillo trasero su billetera, extrajo su licencia de conducir y se la entregó.