Capítulo 10

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- ¡Tú las traes Zeldris!- dije tocando a mi pequeño hermano y echando a correr en dirección contraria.

Estábamos jugando a las traes. Cuando llegamos a la playa lo primero que hice fue tirar al agua a Zeldris. Así, de esa manera, le borré esa expresión tan seria que tenía en su cara.

Ahora estaba yo descalza. Zeldris y Estarossa solo estaban en pantalones. Las botas y guantes de metal se los había sacado. Sin camisa.

-¡ Te agarré!- dijo Zeldris tomándome por el hombro. Luego saco sus alas y voló fuera de mi alcance. Estarossa también estaba así.

Lo peor de todo es que ellos jugaban conmigo volando bajo para que yo saltará y cuando lo hacía ellos levantaban vuelo. Eran unos niños. Siempre haciendo trampa.

- ¡ No es justo se aprovechan que pueden volar!- les dije enojada.

Ellos lanzaron una carcajada. ¿ Me pregunto que haría Meliodas si estuviera aquí?

- Si podamos volar solo significa que tendrás que encontrar otra solución para atraparnos y no solo saltar como una liebre- dijo Estarossa sonriendo.

En ese momento se me ocurrió algo.

- Ahhhhh me duele!- toque el pecho y caí al piso.

-¡ Angie!- gritaron mis hermanos y bajaron para revisarme.

Cuando estaban al lado mío les toque
Los hombros.

- Los atrapé- dije y luego me reí.

Ellos me miraron incrédulos. Después sonrieron malignamente. Ambos me agarraron de los brazos y volaron conmigo.

- uno- dijeron ellos, oh no ya se lo que traman- dos.

-¡No se les ocurra hacer lo que están pensando!- les dije pero fue inútil.

-¡ Tres!- dijeron a la vez y me arrojaron al agua.

Me hundí en el agua helada. Al salir a la superficie esos dos se estaban riendo a carcajadas.

- Tú- señalé a Zeldris- y tú- señalé a Estarossa- ¡Pagarán por esto!- dije sacudiendo un puño.

Un rato después, cuando estaba seca regresamos estábamos viendo el atardecer uno al lado del otro yo tomada de sus manos. Era el momento perfecto para seguir con la conversación de Meliodas.

- Guardar rencor no es bueno. Y si hacia un hermano peor aún- dije.

Zeldris volteo a verme pero Estarossa estaba con su expresión imperturbable, de siempre.

- Hermana, un traidor es un traidor. No nos queda ya nada en este mundo que no sea vengarnos de él- dijo Zeldris con un ceño fruncido.

-  Eso no es verdad, me tienes a mi.La venganza es un veneno para el alma, Zeldris. Es un arma de doble filo mientras destruyes a tu enemigo vas viendo cómo te destruyes a ti mismo. - el me seguia mirando con la misma expresión- No puedes resolver nada matando a toda la gente que no te agrada o te decepcionó. ¿ Sabes cuántas veces me han dado ganas de matar a es bola de pelos pervertida y alcohólica? Sin embargo no lo hago.- Zeldris levantó sus cejas y de sus labios amenazaba con escaparse una sonrisa divertida.- En vez de pensar en todas las cosas que él hizo mal. ¿ Por qué mejor no piensas en todas las cosas que hizo bien? ¿ En todos tus buenos recuerdos con él? Porque él sigue siendo tu hermano,vivo o muerto. Y eso es algo que no podrás cambiar ni aunque lo intentes.  Entonces, perdónalo Zeldris y deja atrás ese rencor y odio que te están matando.

Le tomé de las dos manos. Lo miré fijamente a los ojos. Dentro, muy dentro de ellos pude ver a mi nene denuevo. Ese bebé que le gustaba estar con sus hermanos, que admiraba a su hermano mayor y adoraba a su hermana mayor. Ese es mi pequeño Zeldris. Le di un abrazo muy fuerte.

La hermana mayor de Meliodas 2: El renacer del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora