•Capítulo Doce•

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Victoria, un mes antes de su muerte.

Jared estaba durmiendo a mi lado roncando como león enjaulado. Había llegado en la madrugada de una mini gira por algunos pueblitos mágicos del país, imagino que había sido muy agradable, no había podido ir, ya no podía, si me enfermaba fuera de mi casa seria todo un caos hospitalario por el simple hecho de enviar mi expediente médico hasta donde estaba, además ya no podía cargar el trabajo a Enrique más de lo que ya lo había hecho estos meses.

Estaba sentada en mi escritorio, casi nunca lo usaba, editando unas fotos de una pareja que había elegido una sesión extraña, ambos me pidieron maquillarlos y caracterizarlos de sus signos zodiacales, hice lo que pude y el resultado quedo mejor de lo que esperaba. Me gustaron, los pondría en mi lista vip.

Últimamente las sesiones extrañas eran necesarias para mí, había discutido con Enrique fuertemente al respecto, él estaba preocupado por mí, de repente había pasado de las sesiones familiares a algo mucho más oscuro, el finalmente decidió dejarme en paz.

Deseaba haberme quedado en la cama enredada a mi hombre, pero tenía muy atrasado este trabajo y aunque se habían portado muy comprensivos ya había excedido el tiempo de su amabilidad, además enrique y yo estábamos excedidos en trabajo, nos amanecía trabajando, nos traíamos trabajo a casa ¿Qué no había más fotógrafos en toda la cuidad?

Me rendí al sueño y fui a acostarme al sofá.

- Oye greñuda ¿quieres desayunar? - la voz de mi esposo sonaba como un coro de ángeles. Abrí mis ojos y lo vi con pants y su torso desnudo preparando café.

- Buenos días mi cielo.

- ¿Tienes mucho levantada?

- Sí, tengo trabajo que hacer.

Miró la pantalla de mi computadora y torció los labios, a él tampoco le gustaban las sesiones que estaba haciendo, decían que le causaban mucha ansiedad.

- Amor tienes que comer para tomar tu medicina, ya paso una hora del horario.

- Lo siento amor tengo mucho...

- No pongas de pretexto el trabajo para justificar tu falta de compromiso Victoria - sonaba bastante irritado - eres tú la que está enferma y uno es el que tiene que estar pendiente de ti, pareces una niña.

- Lo siento.

Me levante y me senté sobre a barra de la cocina y estire mis brazos hasta el cielo, desayune un plato de cereal y luego tome mis medicamentos. Estaba harta de la dieta de Melody, pero si no tomaba mis medicamentos no estaría sana para lo que estaba por venir.

Fui a la habitación y me deje caer en la cama, me quede tan profundamente dormida que no sentí cuando Jared se acurruco conmigo.

Me desperté muy entrada la tarde, me levante como pude, mis medicinas ya me esperaban en un platito sobre el buró, las tome y fui a darme un baño, en la televisión sonaba una película de acción. Me quité la ropa y me vi al espejo. Estaba cada día más delgada, mis costillas se notaban demasiado, me veía pálida y mis ojeras ya no se tapaban con nada, Jared estaba toso el tiempo preocupado por mí, mi enfermedad y el trabajo me estaban matando y junto con la dieta de Melody cenia la muerte cada vez más próxima, a eso sumarle que apenas podía disfrutar a mi marido. Cada día envidiaba más a Enrique, siempre llegaba impecable desde la barba hasta los zapatos mientras que yo de milagro iba despierta, ya no me arreglaba para ir a trabajar mientras que a él los desvelos no le hacían nada y siempre se veía perfecto. Maldito enrique.

Me metí a la regadera y deje que el agua caliente mojara mi cuerpo, al lavarme l cabello note que cada vez se me caía mucho más, se desprendía de mi cuero cabelludo a mechones, el agua hacia que me diera comezón de inmediato por mi piel tan deshidratada y frágil. Me estaba cayendo a pedazos.

Helado De Nuez (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora