•Capítulo Uno•

195 10 3
                                    

La casa se ha quedado vacía. La mesa está repleta de azas de café vacías, en cada una de ellas deambulaba el insípido "lo siento" que me había dicho la persona que había bebido de ella. Me quedo en el sillón mirando sin mirar la televisión apagada, esperando a que Victoria me grite "levanta tu maldito culo del sillón y saca la basura".

Pero no.

Ya no está.

La casa se siente demasiado vacía sin ella, sin sus fotos por todos lados, sin el sonido de las teclas de su laptop, sin las latas de Red Bull del maldito de Enrique que entraba y salía de mi casa a cada rato, sin estarle diciendo "ven a tomarte las malditas pastillas que no eres inmortal"

Y no, no lo era.

- Fue suicidio.

Dijo el doctor antes de entregarme, con las manos temblorosas, un informe de su muerte.

No podía ser, me negaba totalmente, el informe podía decir lo que fuera, no podía haberse suicidado, no ella, estaba enferma y eso era verdad, pero su fe era inquebrantable, su creencia en Dios era tanta como para soltarse de El de la noche a la mañana y terminar con su vida así ¿Lo había hecho para dejar de sufrir? No quise indagar en eso más, necesitaba dejar de pensar en ella y dejarla descansar, por su bien y más que nada por el mío.

Esa noche la encontré en el baño de su trabajo, estaba tirada en el suelo como si alguien hubiera recreado una escena del crimen, se veía tan hermosa y tan perfectamente bien acomodada que por un segundo pensé que estaba jugando, usaba su espantoso vestido negro y sus horrorosas botas militares de charol, su cabello estaba regado en el suelo largo y opaco trazando unos nudos perfectos que le cubrían la cara por completo. Me tiré de rodillas y al ver su cara y revisar sus signos vitales no podía creer que no respiraba, la llevé de inmediato al hospital y luego de esperar como idiota por una hora entera un doctor salió solo para avisarme que tenía más de cuatro horas muerta.

- Lo siento - me dijo como si no le doliera, quizá ya estaba acostumbrado a dar ese tipo de noticias.

eso fue hace un par de noches.

Hoy no he dormido nada, desde ese día no he dormido ni un solo segundo, no he pisado la habitación donde dormía con ella, cuando he intentado cerrar los ojos he tenido pesadillas de ella pidiendo auxilio, he tenido visiones horrorosas de gente muerta, no he tomado un baño tampoco, he pasado estos dos días sentado en el sofá esperando a que la vida me consuma.

No quiero tampoco dormir en una cama donde ella no me está enredando sus piernas toda la noche, aunque se estuviera muriendo de calor ella no me soltaba en ningún momento.

Al fin me rendí a mi propia marcha fúnebre en la sala y decidí sentarme un rato, estaba cabeceando cuando alguien llamo a la puerta.

- Melody - saludé a abrir.

- Dios mío Jared, te ves fatal- dijo mientras me daba un abrazo.

- Bueno, mi esposa acaba de morir, no es como que deba verme como todo un donjuán.

Ella me miro con los ojos hinchados, su delineador estaba corrido y había restos de maquillaje negó de ojos manchando sus mejillas, después de todo era su mejor amiga la que estaba muerta así que ella se veía igual de fatal que yo.

- Te traje algo de comer, comida china- sonrió forzosamente y dejó el contenedor de unicel en la mesa- deberías irte a dar un baño, te ayudaré a limpiar un poco y luego cenamos juntos ¿te parece?

- Está bien, pero no sé cuánto tiempo vaya a tardarme - dije pasando una mano por mi cabello.

- No te preocupes, hare algo de limpieza y luego calentaré la cena. Toma tu tiempo.

Helado De Nuez (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora