•Capítulo Diecisiete•

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Un comienzo memorable.

Después de que mis padres murieron me enviaron a una casa de asistencia, me pusieron en una escuela, pero preferí ponerme a trabajar en lo que pudiera, pero aun así me daban oportunidad de ir a la preparatoria abierta y así obtuve un certificado.

Cuando cumplí los dieciocho años decidí salir de la casa de asistencia para buscar un trabajo más formal, pues en muchos lados no me contrataban por ser menor de edad.

Como aprendí a hacer casi de todo durante mis trabajos temporales decidí trabajar por mi cuenta hasta que tuve el dinero suficiente para poder rentar un departamento en una pequeña vecindad y me sentí realmente feliz de ya no tener que quedarme en moteles de dudosa reputación y me hice solo de lo indispensable para vivir y como apenas comenzaba a valerme por mi mismo ahorraba todo mi dinero. Me había hecho de una guitarra también y había aprendido a tocarla hasta volverme realmente bueno.

Era el viernes de la primera semana de curso de una preparatoria de paga y los alumnos de grados superiores habían organizado una especie de novatada para los jóvenes de nuevo ingreso y ese día cerrarían las festividades con una presentación musical. El director del plantel me había visto tocar varias veces en un bar y me invitó a tocar ese día.

Llegue nervioso, el director me entrego un sobre con mi pago y aviso a los alumnos por medio del altavoz que el show estaba por comenzar.

Subí al templete y me presenté, me senté en un banco y comencé a cantar una canción de pop en español y todas las chicas me hacían coro a gritos, me daba gracia que todas se amontonaran frente a mí para llamar mi atención. Dos canciones después una chica alejada del barullo capto mi atención, era delgadita, bajita, traía un desastre en el cabello que era un intento de coleta, extensiones rosas, una camiseta de 30 Seconds to Mars y unos tenis.

Sonreí y sentí que me ruborizaba, me miraba con cara de fastidio con los brazos cruzados, me daba gracia su porte de ruda cuando tenía la estatura de un perrito chihuahua.

Termine de tocar una canción cursi y solo conocía una canción de Avril Lavigne y algo me dijo que tenía que tocarla así que lo hice y ella clavé sus ojos en los míos y comenzó a mover sus cantando y poco a poco se fu acercando empujándose entre la multitud y abriéndose paso entre ellas, no la dejaban pasar, pero aun así ella llego hasta quedar frente a mí, yo me detuve un segundo para extender mi mano, ella me sonrió y la ayude a subir al templete. Se sentó con las piernas cruzadas sobre una bocina y yo comencé a cantar de nuevo.

Todas la miraban extrañadas y celosas de como una niña pequeñita pudo llamar más mi atención que un montón de chicas corporalmente más desarrolladas. Termine la canción, agradecí la presencia de todos y antes de si quiera mirarla para saber quién era ya iba con sus amigas rumbo a sus clases.

Me atreví a esperarla hasta que salió, cada segundo estuve a punto de irme, pero me quedé esperando bajo la agradable sombra de un árbol con el estuche de mi guitarra en la espalda. Sabía que me estaba metiendo en la boca del lobo, ella no debía tener ni quince años.

Pensaba sobre mi aspecto, para ahorrar dinero compraba toda mi ropa en un bazar y ese día mi camisa lucía desgastada, al igual que mis botas y mis jeans, trataba de tranquilizarme diciéndome a mí mismo que no me veía tan mal así que alisé mi camisa con mis manos y me acomode el cabello en cuanto la campana que anunciaba el fin de las clases sonó.

El corazón se me estaba saliendo, las manos me hormigueaban y la boca se me estaba secando. La vi salir con sus amigas, usaba una mochila llena de parches y unos audífonos posados alrededor de su cuello. Ya me empezaba a gustar esa chica rockerilla y ruda. Sus dos amigas que físicamente eran mucho más bonitas que ella le hicieron una bulla espantosa al verme y ella solo tapo su cara con sus manos. Luego como que tomo valor, se despidió de ellas y camino hacia mí.

Helado De Nuez (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora