•Capítulo dieciséis•

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Llegue al súper para comprar los artículos de limpieza que necesitaba. Dudé mucho y di muchas vueltas antes de decidirme por llegar al estudio. Estaba ubicado en un fraccionamiento de gente mayor, maestros y adinerados jubilados y por eso le había gustado a Vic cuando Doug lo compró, decía que el centro era demasiado ruidoso y ella necesitaba paz y exclusividad para trabajar. El estudio era una casa que ella arreglo a su gusto y adapto con todo lo que necesitaba, en especial cuando mando derrumbar una pared para hacerla una ventana enorme.

Llegué al lugar, se veía demasiado triste, los arbustos estaban creciendo, había algo de basura y tierra, las plantas estaban calcinadas por la luz del sol, incluso la pintura del lugar de veía más opaca y triste.

Quizá los vecinos me podrían prestar herramientas de jardinería para poder volver a la vida un poco el lugar. Baje todo del maletero y camine lo más lento que pude hacia la entrada. Desde afuera se podía ver la desolación que reinaba en el estudio que alguna vez estuvo lleno de vida, gire la llave para abrir la puerta y entre, el aroma a polvo me lleno los pulmones, lo sillones del recibidor estaban llenos de polvo, dentro de la oficina estaban todos los muebles llenos de ese polvo pegajoso... y la puerta del baño seguía abierta.

Empecé por abrir todas las ventanas para que entrara el aire y cogí una escoba, un balde con agua y un trapo. Una vez que termine busque valor de donde pude para poder entrar a lavar el baño. Todo estaba tal y como yo lo había dejado, el cesto de basura seguía volcado y el frasco de pastillas igual.

Mi amor, jamás entenderé por qué fue que hiciste eso, que estaba pasando por tu cabeza al momento de decidir quitarte la vida.

Cuando fui con uno de los vecinos a pedirle las herramientas de jardinería, el señor y su esposa se me lanzaron al cuello ambos llorando amargamente por mi pérdida cuando le expliqué por qué Victoria no había ido a trabajar. Al parecer ellos habían estado de viaje y había vuelto hace poco.

Finalmente termine de limpiar y todo quedo como había estado siempre. Tuve que ir a comprar cartuchos tinta, cables y otras cosas para reemplazar las que se habían echado a perder por la falta de uso, pero al final todo ya estaba funcional para Enrique. Pronto volvería a llevarle algunas macetas con flores de colores.

Llame a Enrique para avisarle y llego a los pocos minutos, pero entro muy despacio, como queriendo acostumbrarse a que jamás iba a volver a llegar con dos vasos de café.

- Se siente extraño - me dijo- va a ser algo tardado acostumbrarme a trabajar solo.

- Al menos estarás distraído con todo el trabajo, incluso puedes contratar un nuevo fotógrafo.

- No, quiero trabajar solo - puso sus cosas en su escritorio, saco de su mochila un sobre amarillo y me lo dio- toma, es el primer mes y el deposito.

- Te dije que no era necesario.

- Y yo te dije que no pienso trabajar gratis aquí, así que acepta el dinero.

Lo tomé y lo metí al bolsillo de mi pantalón. Le di un abrazo, el me dio las gracias y yo me fui de ahí. Yo no podía soportar estar en ese lugar.

Eran casi las tres de la tarde, durante esos días estaba por salir de viaje a comenzar con el futuro de Password, pero no estaba tan feliz por eso, Victoria había estado tan feliz por acompañarme, tenía muchos planes para los dos para pasar los días allá, estaba muy emocionada, había adelantado tanto trabajo para no dejare todo a enrique.

Pero de repente ya no estaba más conmigo.

Llegue a casa para comenzar a hacer mi maleta, siempre me gustaba dejarla lista al menos dos días antes para no estar a las carreras, no como Vic que estaría corriendo por toda la casa el día del viaje en medio de una crisis existencial por no saber que llevar y terminar llevando todo revuelto en una maleta que era más grande que ella.

Helado De Nuez (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora