•Capítulo Veintinueve•

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Jared estaba muy tenso, parecía que no solo caería al suelo, si no que este se abriría para tragárselo vivo.

Por otro lado, Vicente se le notaba relajado, su sonrisa diabólica no contrataba nada con su uniforme blanco inmaculado.

- ¿Dónde están tus modales, pequeño marica? ¿O es que luego de estos años no merezco, aunque sea un "hola"? -entrelazó sus dedos sobre la mesa con una tranquilidad que perturbaba.

- Hola -dijo Jared con un hilo de voz - jamás creí volver a verte.

- Sinceramente yo tampoco ¿Veinte años?

- Más o menos.

- Supongo que sabes que nos trajo aquí - clavó la mirada en la mesa y luego lo miró con una melancolía que le fue imposible disimular - supe que te casaste, felicidades. Y también supe que ella murió. Lo siento mucho.

- Tu que vas a sentir - le dijo Jared conteniendo su furia - tu no sientes nada.

- Si tú lo dices - Vicente exhaló - lamento que te estén acusando por mi culpa, pequeño, simplemente fue emocionante volver y no me pude contener luego de todos estos años de encierro.

La mirada de Vicente era la de aquel que había cometido una atrocidad y se negaba a contarla, pero también había un par de pizcas de dolor.

- ¿Tu ultrajaste su tumba? - le preguntó Jared apretando muy fuerte la mandíbula.

- ¿Y para que te digo que no? -el gesto de Vicente de poner sus pies uno sobre otro sobre la mesa y sus dedos entrelazados detrás de su nuca hicieron que el estómago de Jared se revolviera - Pequeño, deberías decir gracias por el detalle que tuve de dejarte su dije en tu casa. Quería que los dos tuviéramos algo de ella.

- Melody... piensa que soy un maldito enfermo, mi cuñado igual. Nadie me cree nada.

- Ah, Melody. Ella y yo somos buenos amigos ¿Sabes? Le conté con detalles como asesiné a tus padres, necesitaba un amigo con quien desahogarme y ella cayó del cielo, pero lejos de entenderme como se entienden los amigos, la cobarde huyó. A pesar de eso ella fue la única que no me tuvo miedo al verme, creo que solo se asustó, igual que se asustó tu madre, igual que se asustó tu padre, igual que aquella guardia a la que casi le corté el cuero cabelludo. Termino asustando a todo el mundo - no soportaba mostrar vulnerabilidad, así que solo cambió el tema - pero esa Melody, se ve mucho mejor ahora que es más madura.

- Ella jamás me contó que...

- No es su culpa. No es algo que se dice en el café "oye, conozco al asesino de tus padres" pero debemos reconocer que fue mejor alejarse que hacer crecer esa relación que tenía con tu esposa.

Al decir eso lo miró, como si Vicente estuviera al día con todos los problemas y tragedias que habían pasado por la vida de Jared.

- ¿Tu mataste a...? - preguntó Jared, deseando con toda su alma que Vicente confesara de una vez por todas todo aquello por lo que él estaba encerrado.

- ¿Mariana? Otra que se asustó cuando me vio, fue un accidente, lo juro, iba a dejarla en paz, pero le rompí el cuello y le apuñalé la espalda.

- ¿Por accidente, imbécil? - Jared rio con ironía.

- Le rompí el cuello por accidente, la apuñalé porque estaba enojado de que ella se haya asustado.

- ¿Y Camelia?

Vicente lo miró con cierta extrañeza e hizo gestos de no saber de qué hablaba Jared.

Helado De Nuez (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora