•Capítulo Cuatro•

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Cerca de las diez de la noche cerraron las puertas de la funeraria, Mary se fue a casa a descansar un poco junto con su esposo y el resto de sus hijos, Doug me dio un abrazo y aviso que se quedaría en un hotel y me dio el teléfono por si en la noche se me ofrecía algo, fueron los últimos en irse ya que todos se habían ido al ponerse el sol.

Melody estaba a mi lado apretando mi mano y conteniendo su llanto fuertemente, sus ojos estaban hinchados, su larga y lacia cabellera estaba muy desarreglada, parecía estar en shock, pero por alguna razón seguía estando cuerda. Finalmente cedió al sueño, me dio un abrazo y se fue arrastrando los pies, yo me quedé dormido en el sofá y cuando la señorita me pidió que me fuera le grite que se metiera sus reglas por el culo, luego comencé a llorar como un idiota y ella no sabía qué hacer con todo eso.

- No puedo irme a mi casa ¿entiende? Ella está aquí y no allá, todos aquí se fueron con alguien y seré el único imbécil que va a su casa a quedarse solo y yo no quiero estar solo. Por favor déjeme quedarme aquí... le pagare si me deja quedarme aquí, pero por favor no me envíe a mi casa.

Ella asintió y se fue dejando las llaves del lugar dentro, seguramente estaba arriesgando su empleo y aun así me hizo el enorme favor de no mandarme a dormir solo a mi casa.

Cerca de las dos de la mañana se escuchó e ruido de la puerta y se me salió el corazón, me quede en el sillón sin moverme y me arrepentí de haberme quedado a dormir en una maldita funeraria, los ruidos se hicieron presentes de nuevo y agarre una lámpara dispuesto a lanzarla hasta que vi que se trataba de Enrique que estaba intentando abrir la puerta, se le notaba muy ebrio y sostenía una botella de whisky medio vacía.

- ¿Estás bien? - le pregunte luego de haberlo dejado entrar.

- No, sigo ebrio desde ayer, me duele el estómago, pero no puedo dejar de sentirme así - chocaba una frase con la otra y su voz se escuchaba muy ronca.

- Quisiera haberme quedado bebiendo en vez de estar aquí viviendo esto - yo estaba al borde del llanto, él me daba la confianza de eso, era literalmente el único que sabía cómo me dolía.

- Voy a pasar a verla- caminó arrastrando los pies hasta donde ella estaba.

Solo la estaba mirando en total silencio, se terminó la botella de un trago y pude verlo llorar, le dolía hasta la medula como me estaba doliendo a mí y me retiré para darle esa intimidad que merecía.

Luego de un rato apareció y puso la botella dentro de un bote de basura, luego se acostó boca arriba en el suelo.

- Discúlpame si mañana no voy al entierro. No lo voy a soportar - susurro.

- No... no, no, no me vayas a hacer eso hijo de perra, no me vayas a dejar solo. La amabas y no me haces pendejo, así que si la amabas tanto como creo que lo hacías debes estar ahí a mi lado mañana.

Se puso de pie y solo me dio una palmada en el hombro, sonrió, asintió y se fue. Venía a pie, imagino que en su estado le fue imposible conducir. Solo dios sabe cómo llego a casa. Mientras yo me fui dormir de vuelta al sillón.

Sentí un apretón en el hombro, era la recepcionista que me decía que ya tenía que abrir la puerta y me levante, olía a café y a flores.

Ella entro a su pequeña oficina y yo me talle los ojos, minutos después ella abrió la puerta. Me quede sentado y el sueño me venció de nuevo el sueño, me despertaron los murmullos de la gente que llegaba discretamente a dar su último adiós a mi esposa antes de enterrarla, me terminó de despertar la sensación de alguien sentándose a mi lado, era Melody quien lucía un muy cargado maquillaje negro y un vestido de encaje y su cabello estaba perfectamente bien alaciado a lo Morticia Adamms, nada comparado con el día anterior donde lucía como un personaje perseguido por el asesino serial de la película.

Helado De Nuez (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora