Capítulo 37.

29 2 1
                                    

Capítulo treinta y siete

Londres era hermoso en esa época del año.

Tenía mucho que digerir, estaba asustado de mí mismo ahora que entendía que yo era Vicente, siempre fue Vicente. Estaba demasiado concentrado en memorizar por donde caminaba y los rostros que veía para tratar de no perder la conciencia en ese momento y que Vicente le hiciera daño a alguien.

Subí a un taxi y pedí que me llevaran al aeropuerto. El taxista sentía demasiada tensión y apenas me hablaba para hacer conversación. Mi teléfono comenzó a sonar con el número de ella en la pantalla.

Llegamos al aeropuerto, al caminar a la entrada escuché que alguien me llamaba y mi piel se heló al pensar que podría ser Vicente buscando la luz, pero era Kellan, quizá Melody le había dicho que me iba.

— ¿Te vas? — me dijo mientras caminaba hacia mí.

— No puedo quedarme— respondí mientras sentía un helado sudor resbalar por mi espalda.

— Déjame solo invitarte algo de tomar antes de que te vayas.

— No voy a ir a ese maldito club.

— No, podemos beber algo en la sala VIP del aeropuerto— extendió su mano hacia mí— por favor, solo quiero beber algo contigo y que te calmes, no querrás subir a un avión con esa ansiedad.

— Usted es un...— dije apuntando mi dedo hacia él.

— Lo sé, se lo que soy, pero solo quiero ser amable contigo. Sé que jamás te volveremos a ver.

Lo dejé cargar mi maleta y entramos al aeropuerto rumbo a la sala VIP, al verlo el bar tender solo nos sirvió vino y se retiró.

— Veo que todos te tienen miedo— le dije cuando me senté en el banco.

— Saben que me gusta beber en soledad.

— ¿Usted sabía lo que soy?

— Tú no eres un monstruo, estás lamentablemente enfermo. En cambio, sí podemos hablar de monstruos yo si lo soy, me he abierto camino por la vida quitándome de enfrente a quien me estorba en mis planes. Yo tengo las manos manchadas de sangre y estoy totalmente consciente de ello, tu Jared no lo estás— le dio un sorbo a su vino— me costó mucho dinero sacarte de ahí, pero no me debes nada, lo hice por eso, no es tu culpa haber estado involucrado en algo que hiciste sin estar consciente.

— Pero esas mujeres...

— Tu no mataste a Camelia.

— Pero había pruebas de que...

— Melody lo hizo— soltó con sequedad mientras me miraba a los ojos— esa fue otra de las razones por las que te saqué de ahí y limpié tu nombre lo más que pude, porque parte de la culpa de que te hayan encerrado la tuvo mi hija y debía hacerme responsable de su mierda.

Lo miré, mis ojos se llenaron de lágrimas en segundos y comencé a temblar, bebí mi vino de un sorbo y pedí que me rellenaran mi copa.

— Esa mujer me gustaba en serio— susurré— me dio un rayo de calidez desde que mi esposa murió.

— Por eso la mató, porque sabía que te gustaba y mi princesa es una maldita loca— bebió vino para poder continuar. Pude notar las notas de vergüenza y coraje hacia su hija mientras me hablaba— ella volvió a su casa luego de que la dejaste, se había olvidado algo que necesitaba, Melody pasó la noche en su auto fuera del lugar donde ella vivía y al ver que regresó no lo dudó dos veces, entró a su casa y la mató, le apretó el cuello tan fuerte que le rompió la columna. Después como si nada fue a buscarte la muy idiota para llevarte con esa perra de Ofelia.

Helado De Nuez (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora