•Capítulo Once•

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Me hundí en mis pensamientos, recargué la cabeza en el volante y estaba quedándome dormido pero un toque en la ventana me hizo sobresaltar, era un sujeto mayor de barba larga que me hacía señas para que bajara la ventanilla.

- Me quedé sin gasolina ¿me llevas a la gasolinera? Estoy muy cansado para caminar - me dijo sin rodeo.

- Eh, si, como no, súbase.

Traía una botella, por mi retrovisor pude ver la bella Harley estacionada detrás de mí. El entro y encendí el auto, la gasolinera estaba a unas seis cuadras de distancia.

- Me llamo Caín - extendió su mano - un gusto.

- Debes tener un hermano que se llama Abel - me reí - lo siento, acabo de beber bastante, soy Jared.

- La verdad es que no, me salí de casa muy joven y desde entonces he tenido un empleo muy agotador.

Llegamos a la gasolinera y bajó a despacharse, cuanto llenó su botella volvió al auto.

- ¿Eres de por aquí? - le pregunté antes de volver a encender el auto.

- No, me la he pasado viajando, soy de todas partes desde hace años. Un día solo me monté a esa Harley y no me he bajado - su forma de hablar era extraña, yo solo lo miraba sin decirle nada - ¿Qué jamás ha visto a alguien en moto?

- Sí, pero como tu solo en las películas, mi esposa veía una serie que se llamaba Son's of Anarchy, por aquí solo se ven...

- Mocosos en sus motos deportivas, si, esos malditos son mi dolor de cabeza, no saben conducir una maldita moto.

Acababa de completar la frase que yo iba a decir, todo volvía a ser muy raro de nuevo. Llegamos a donde estaba su moto y bajamos del auto, le ofrecí un cigarro y aceptó luego de vaciar el contenido de la botella en el tanque.

- ¿Harás algo esta noche? - me preguntó.

- Estoy esperando a una amiga, sale como en diez minutos.

- Bien Jared, me dio gusto conocerte... al fin, haz lo que tengas que hacer, pero no hagas nada que te haga arrepentirte después, no es bueno cargar la culpa en la mente, sabes de que hablo.

Me dio una palmada en el hombro, encendió la moto y se fue, yo me quede parado pensando ¿Qué carajo acaba de pasar? ¿conocerme al fin? Quizá estaba muy ebrio y debía irme a casa, pero camelia apareció haciendo ruido con sus tacones.

- De verdad pensé que no me ibas a esperar - dijo luciendo una abierta sonrisa con dientes perfectos.

- No- me rasqué la nuca - solo creí que era buena idea conocernos mejor, ir a tomar algo,

- ¿Quieres ir a mi casa?

- Si quieres, ven.

Caminé hacia mi auto y le abrí la puerta, las palmas de las manos no me dejaban de sudar, sentía la playera pegada al pecho del sudor. Íbamos en camino, miraba nervioso por el espejo retrovisor para ver si nadie nos estaba siguiendo, temía que el fantasma de mi esposa apareciera e hiciera que nos matásemos en un accidente vial. Iba tan distraído que no escuche las instrucciones de Camelia de girar.

- Lo siento - me disculpé.

- No te preocupes, regresa en la siguiente calle ¿Estas asustado?

- No, estoy bien.

Llegamos a nuestro destino. Mierda, mierda y más mierda, Camelia era vecina de Enrique, vivían en el mismo complejo de departamentos a tres puertas de distancia, no estaba su troca estacionada fuera, rezaba para que volviera tan ebrio, como ya era su costumbre, y no notara que estaba visitando a su vecina.

Helado De Nuez (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora