•Capítulo Veintisiete•

25 3 0
                                    


Melody:

Antes del anochecer dejé a Jared en el hospital. De repente se había puesto muy irritable, maldiciendo a todo el mundo, así que lo pusieron a dormir un buen rato porque había amenazado con levantarse e irse de ahí.

Me dolía verlo así, me dolía saber exactamente por lo que estaba pasando, me dolía no tener las agallas para ayudarlo.

Casi una semana después él seguía sedado, había sido una semana muy dura, apenas abría los ojos y comenzaba a insultar y a gritarle a todo ser que se le acercara, así que como se había negado a comer y su pierna tenía que sanar lo mejor posible habían decidido mantenerlo dormido, no sabía que tan legal era eso, pero Jared incluso les arrojaba la comida a las enfermeras.

Ese día en el estudio estaba dando mi clase en otro mundo, tanto que una de mis alumnas se ofreció, un poco molesta, a dar la clase ella misma y se lo agradecí. No tenía la mente clara últimamente, pero necesitaba hacer yoga para poder desentumir mi cuerpo.

Era ya de noche cuando la clase terminó, salí y compré un café, luego conduje hacia la tienda donde compraba mis cosas de protección y brujería.

Como siempre la tienda olía a copal, hierbas, flores y aceites esenciales. Fedra estaba haciendo sahumerios de tomillo con laurel para limpiar su propio negocio. Al verme sonrió y se acercó a mí.

- Melody, preciosa. Hace mucho que no te parabas por aquí - dijo mientras me santiguaba - ¿Qué te tiene por aquí?

Ella siempre fue fiel a las creencias de su pueblo. Ella era más o menos la séptima generación de brujas de su familia, todas dedicadas a la brujería tradicional mexicana, siempre practicando la magia blanca y usando su sabiduría para ayudar a los demás. Cada vez que alguien entraba a su tienda para buscar hacerle mal a alguien, ella los echaba con la escoba y cerraba el negocio para dedicarse a limpiar cada rincón de la mala energía que se había quedado.

Sentía como si estuviera a punto de hacer eso conmigo.

- Me da mucho gusto verla Fedra. Necesito tres velas, tres frascos vacíos y uno con agua bendita - dije con la voz quebrada.

- No espero que esto sea para abrir portales Melody - puso las velas en el mostrador.

- Necesito saber algo, hice... estoy haciendo algo repugnante y quiero arreglarlo, pero no tengo la fuerza.

- Sabes que no debes invocar a los muertos si hay dolor en tu corazón. Además, desde que estacionaste tu auto afuera siento tu vibra más pesada que nunca. Además, supe que tu mejor amiga murió, por favor dime que no quieres hablar con ella.

- No podría hacer eso porque... ella...

No pude más, su energía me estaba echando del lugar, su mirada tan pesada. Pagué y me fui de ahí.

Conduje sin parar hasta el cementerio sin saber exactamente qué estaba haciendo. Casi toda la vida estudiando para no cometer tonterías y estaba a punto de cometer una.

Siempre me fue muy difícil entrar a un cementerio, siempre tuve la sensibilidad de escucharlos, podía escuchar los lamentos, los gritos de la gente que no quería o no podía irse.

- Bien. Ya estamos aquí. Estas allá por mi culpa y ya no sé qué más hacer. Jared está en la cárcel y está volviendo a comportarse raro. Debí haberte hablado de él - dije mientras dibujaba un circulo de protección como mi daga - jamás voy a perdonarme mi silencio, no me voy a perdonar lo que te hice. Estoy aquí, aunque tu cuerpo y alma están en otro lado. Pero necesito saber qué hacer.

Helado De Nuez (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora