•Capítulo Diez•

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Cogí un carrito y caminé por los pasillos tratando de despejar mi mente y tratar de entender que había pasado, como había llegado al closet y me quedé dormido ahí, luego comencé a llenar mi carrito con cosas que no necesitaba y anduve paseando un buen rato, luego pasé por el pasillo de congelados y metí varios litros de helado de nuez y seguí caminando.

Luego eche galletas con chispas de chocolate, su cereal favorito y varias bolsas de doritos. Estaba totalmente zombificado. Lorena nos envió un mensaje avisando el horario de los ensayos de a semana, apenas lo leí metí mi teléfono a m chaqueta. Camine hacia los pasillos de limpieza y eche varias bolsas de basura y otros artículos como si quisiera llegar a casa y deshacerme de todas sus cosas.

- Son solo para la basura... - dije como si ella me estuviera escuchando.

Volví a mi auto, mientras metía todas las bolsas al maletero sentía como mi corazón poco a poco latía con normalidad de nuevo, los rostros de las personas estaban siendo comunes y no los veía como si me estuvieran analizando.

Pensé seriamente en ir al estudio a recoger un poco, después de esa tarde sabía que enrique no se había parado, pero yo tampoco me sentía con ánimos de volver a ese lugar, debía estar asqueroso y lleno de polvo, pero no iba a ir a revivir el horrible momento de ver a mi esposa tiesa.

Conduje a un bar de forma automática, eran cerca de las diez, necesitaba tomar una cerveza en un lugar tranquilo, aún estaba asustado de todo lo que había pasado en casa horas atrás, trataba de recordar si en algún momento había tomado o inhalado algo que me haya hecho quedarme dormido en el closet, pero todo parecía estar en aparente orden.

Me senté en la barra, una chica bastante atractiva se acercó a mí a ofrecerme algo de beber.

- ¿Qué te sirvo? - su acento era sudamericano.

- Una cerveza.

- ¿Clara?

- Oscura.

Sonrió y fue por mi cerveza, la abrió y la puso frente a mí, me sonrió y fue a atender a alguien más, yo me bebí mi cerveza en silencio, ella apenas veía que me terminaba una cerveza y me habría otra.

- ¿Tienes algo de comer? - le pregunte luego de la quinta o sexta cerveza.

- Te puedo pedir una hamburguesa doble - su voz era jodidamente sexy.

- Suena bien.

- ¿Otra cerveza?

Sonreí asintiendo, comí en silencio y ella no dejaba de traerme cervezas, cuando terminé de comer me ofreció algo más fuerte y le pedí un whisky en las rocas.

- Te he visto toda la noche y me sonríes como si te fuera a cobrar por eso ¿estás bien? - me preguntó. Si le contara me iba a echar del lugar y creería que consumo estupefaciente.

- Tuve un día cansado - me limite a decir.

- ¿te fue infiel? - dijo cuando vio mi anillo de bodas-

- Se murió, más bien, está muerta.

Ella me miro como si la hubiera matado yo, apretó sus labios en señal de que se hubiera quedado callada, la había puesto nerviosa.

- Lo siento- dije - es solo que todavía no puedo creerlo, ella... se suicidó hace un mes, dos, hace poco.

Mi voz comenzó a quebrarse y una lágrima se escapó, me bebí de un trago el contenido de mi vaso, ella levanto la botella y me la dio.

- Cortesía de la casa, se nota que no te has puesto tu borrachera de duelo así que hazlo ahora - le hizo una seña a su compañero para que la cubriera y se quedó frente a mí - ¿Cómo ha sido?

- Insoportable - dije sonriendo - totalmente insoportable, diario quiero morirme para estar con ella, veo cosas en mi casa, escucho cosas, duele horrible.

- Yo perdí a mis papás, nací en Colombia, pero me crie aquí, ellos murieron en un asalto así que te entiendo.

- Gracias.

- Quizá no esté bien, pero salgo a las dos, puedes ir a mi casa y hablar, si quieres.

- Me parece perfecto - dije a su clara invitación a tener sexo.

Me sonrió y escribió su teléfono en una porta vasos, creí que eso solo pasaba en las películas. Me terminé la botella y después de pagar fui al baño.

- Te cortare las bolas si te vas con ella - la voz d mi esposa se hizo presente en mi cabeza mientras orinaba.

- Bueno mi amor tú no puedes decidir eso, estas bien muerta.

- No, no te iras con ella.

- Si, si me voy ¿sabes por qué? Porque la que decidió acabar con su vida y dejarme a mí solo como pendejo fuiste tú corazón ¿no tengo derecho a irme con ella? Te voy a decir una cosa, voy a salir de aquí y me voy a ir a coger a esa diosa latina y ya no voy a sentir culpa por algo que tu hiciste, así que deja de meterte en mi cabeza, deja de aparecerte en casa para obligarme a estar como idiota llorando tu ausencia - me encerré en un cubículo - prefiero que no te hubieras ido, prefiero que ye hayas quedado en casa, prefería que jamás te hayas puesto este trapo al que llamabas vestido, te dije quédate en casa, pero te fuiste y jamás volviste, prefiero haber llegado antes a recogerte... te... prefería viva antes que todo, siendo tan tú, con la casa llena de fotos, prefiero a Enrique sentado en mi sillón... te odio Victoria, te odio por haber ido tan egoísta, por haber dejado que tu maldita enfermedad fuera más fuerte que tú y te hayas dejado morir así, te odio por haberme mentido, por haberme visto la cara de pendejo cuando llevabas de seguro tus pastillas para suicidarte... te odio.

- Te odio más por lo que hiciste... por lo que me hiciste.

La voz rebotó en mi cabeza, ahora ella me culpaba de algo ¿Cuándo iba a parar esta maldita masacre?

- No tienes derecho a aparecer cada vez que algo no te guste...

Salí de mi cubículo asegurándome que nadie me había escuchado y me lavé la cara, miré mi reloj y aún faltaba una hora para que Camelia saliera, salí del bar y caminé hacia una tienda de autoservicio de una gasolinera y compre cigarrillos deseando que no se me volviera un mal hábito fumar y beber.

Regresé a mi auto, entré y encendí un cigarro, luego otro y otro más.

Helado De Nuez (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora