Las nubes gordas iban y venían, dejando a veces algún hueco por donde asomaba un sol picoso que anunciaba lluvia inminente, pero, con la humedad del aire, el ambiente era sofocante.
Bajamos casi corriendo por la plaza y por la calle Principal hasta llegar al Súper, descendiendo al río por un lado del puente hasta llegar a las pozas tras caminar un buen tramo por su lecho.No había mucha gente por las calles y, para el calor que hacía, tampoco el río estaba muy concurrido. Nos sentamos en la roca grande, para poder apoyar la espalda. LB y Ferguson empezaron a hablar sobre champús. Un tema de lo más aburrido pero que para ellos parecía ser vital.
A mi me daban envidia los niños que saltaban al agua de la poza.Y nosotros sin bañador.
Encima ellos llevaban pantalón vaquero largo y deportivas, por lo que se estarían cociendo.
Después de un rato no lo pude soportar.
–No puedo más–. Dije quitándome las sandalias y levantándome.
–¿Nos vas a hacer un streep-tease?–Dijo Ferguson, haciéndose el graciosillo.
–No. Os voy a hacer... ¡LA BOOOMBAAAA!–Y salté al agua vestida y todo en modo bomba.
(El siguiente video es un ejemplo de salto al río que no tiene nada que ver con la historia pero que me apetecía ponerlo para situar la escena) La historia continua más abajo.
...continuación:
Algo de agua seguro que les salpicó.
Todos empezaron a decirme que estaba loca, que era una inmadura y una infantil. Pero a mi me daba igual porque yo estaba fresquita y ellos no. Y encima les daba envidia nadando de un lado a otro. Pero realmente el agua estaba helada porque el río nacía en aquellas montañas, así que me salí por la orilla de enfrente, donde las rocas estaban calentitas, de cuando les había estado pegando el sol, y me escurrí la camiseta y la coleta para no chorrear tanto. Entonces se movió el aire y empecé a tiritar.
–¿Qué pasa? Parece que ya no tienes calor.–Me gritaba LB desde su sitio, con su tono de recochineo, que en el fondo era envidia.
Pero las nubes se abrieron y un rayo de sol me iluminó.
–Ahhh, a veces creo que Dios existe y me hace favores para que me pase a su bando.–Dije estirando los brazos y mirando al cielo sonriente.– ¡Gracias Sr. Dios!–Grité, sin importarme que todos los niños me oyeran también.– Pero tendrás que hacer algo más espectacular para convencerme.– Terminé de decirle, cerrando los ojos y recogiendo el máximo sol posible para calentarme.
Entonces el sol se escondió de nuevo tras las nubes.
Y todos se rieron de mí porque había cabreado a Dios y me había dejado sin sol como castigo.
Ignorando sus comentarios en la medida de lo posible, me tumbé boca arriba en aquella roca, que estaba calentita, para intentar secarme y que no me diera mucho el aire mientras, de fondo, el cielo empezaba a emitir rugidos a lo lejos.
Se respiraba bien allí. Olía a pino mojado. Cerré los ojos para desconectar, apoyando la cabeza en las manos.
–No sé para qué llevas sujetador, si no tienes nada que sujetar.–Me dijo Ferguson a gritos, desde la otra orilla.
¿Perdona? El descaro de aquel tío rayaba la grosería.
Claro, me había olvidado de eso. Con la ropa mojada, la camiseta se me pegaba más al cuerpo y aquellos, desde la orilla de enfrente, seguro que no me quitaban ojo. Pero el baño me había dejado nueva y estaba tan relajada que no me importó.
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Ojalá fuera un ángel.
Novela JuvenilUna chica "especial" intenta pasar desapercibida durante las vacaciones. La norma Nº 1 es: Los amigos son sagrados. Pero si te saltas la norma Nº 1, no se te ocurra saltarte la Nº 2 : Si te enrollas con un tío estando de vacaciones, no te enamores...