Parte 36. Discusión.

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Pero estábamos allí, con aquella pinta, sabiendo que Ferguson no tardaría en entrar por la puerta, porque, al fin y al cabo, era su habitación, haciéndonos una pillada del ocho.

Resignada, y haciendo acopio de toda mi fuerza de voluntad, interrumpí el contacto para levantarme, procurando que el vestido de romana no me jugara una mala pasada.

—Ni hablar, a mí Javi no me gana —dije para mí misma.

Creo que ni siquiera vocalizaba bien.

A tientas, fui hasta donde estaba mi ropa, poniéndomela por debajo del vestido, deprisa y sin ver muy bien, desatando luego el nudo de la sábana para quitármela sin que se me viera nada de nada, para bajarme al sofá, que era donde tenía que haber pasado la noche.

Pero cuando conseguía centrar los ojos a duras penas, porque ya me estaban doliendo de luchar contra ellos, lo veía allí, mirándome de aquella manera, abrazado a la almohada y con medio torso desnudo. Es que estaba para comérselo.

Con el hambre que yo tenía...

Pero no era normal. Seré masoca o algo.

Me gustaba más el Rüdiguer de siempre, el que haría años luz que se habría bajado a la cocina para que no lo viera al despertar, el que se cortaba, el que no hablaba, el raro, vamos.

Apartando con esfuerzo la idea de ir corriendo hacia él y tirarme encima, cogiéndole la cara con las dos manos y pegarle un besazo de película, salí de aquella habitación sin decir nada más, ni volver a mirarlo para no caer en la tentación.

Bajé las escaleras a trompicones y me metí en el váter para darme una ducha fría y despejarme. Después de mear, misteriosamente el sueño profundo desapareció. ¡Por fin!

Menos mal que no me encontré a nadie por la escalera, porque en el espejo vi que me había puesto la camiseta del revés.

Me preguntaba si a LB y Ferguson también les habría dado algo.

Al salir, encontré a LB bajando por las escaleras.

—Esto es súper raro, tía —dijo bastante seria, poniendo los ojos en blanco involuntariamente de vez en cuando—. Tengo un sueño de la muerte y me siento como flotando.

—Creo que Javi nos echó algo en la cena —le aclaré, bajito— ¿Y Ferguson?

—Ah, ¿ese? —dijo con cara de decepción—. Está súper feliz y súper relajado. Todo blando —Y se metió al váter.

Por su tono de voz parecía un poco decepcionada. Talvez aquella noche pensaban hacer algo y al estar "blando" y ella zombi, no les salió bien. ¿Qué se le va a hacer? Ya tendrán tiempo.

Mientras tanto me pillé una pera del frutero y me entretuve estudiando la cerradura de la puerta del sótano. Allí tenía que haber algo porque si no, ¿a qué venía tanto misterio y tanta seguridad?

Cuando LB salió del váter apareció Rüdiguer por la escalera, con el careto de felicidad puesto todavía. Ella se dio cuenta enseguida.

—Hala majo, a ti también te ha sentado bien el tripi, ¿eh? —le dijo cuando se cruzó con él, que también la miraba sonriendo sin cortarse, antes de subir a llamar a Ferguson.

Luego se metió al váter sin verme.

Yo seguía investigando la cerradura de la puerta del sótano mientras escuchaba pasos por el piso de arriba. No tardó mucho Rüdiguer en salir del baño. Fresco como una rosa. Al verme se quedó un poco parado, sin saber cómo reaccionar, y al final, muerto de vergüenza, sonrió y se metió corriendo a la cocina a comer algo, con sus orejas coloradas tan características en él.

Había vuelto.

Cuando bajaron LB y Ferguson, estaba que me subía por las paredes, harta de esperar. Se cogieron una pieza de fruta y nos fuimos sin armar mucho jaleo, para no despertar a Javi. Y sin apenas cruzar palabra, cosa rara sobretodo en el par de tortolitos, pero si la noche no había sido muy movidita pues supuse que no estarían de humor.

Era temprano, sobre las ocho, y se respiraba muy bien por allí, en medio del bosque, totalmente rodeados de pinos. Íbamos por la carretera, haciendo dedo sin muchas ganas. Cuando nos alejamos lo suficiente de la casa de Javi, Rüdiguer sacó la libretita de debajo de su camiseta, enseñándosela. Ellos se quedaron un poco perplejos. Me mosqueaba que les costase tanto asimilarlo.

—Tantos tests, tantas pruebas, tanto sonsacarnos información. ¿No os mosquea? —dije, levantando cada vez más el tono—. Además, se supone que es un vídeo musical. ¿Dónde está la música? ¿Y los instrumentos? ¿Y el tema? —Intentando que abrieran los ojos—. ¿No deberíamos empezar por ahí y luego grabar el vídeo?

—Y esto ¿Qué? —intervino Rüdiguer, muy serio, agitando la libreta—. ¿Qué tiene que ver?

—Ya pero... ¿Por qué creéis que nos utiliza para una tesis? ¿De donde habéis sacado que esté haciendo una? Podría acabar la carrera sin tesis. ¿No? —protestaba LB, viendo como se derrumbaba su castillo de naipes.

—Si, además, ¿Una tesis de qué? ¿De nuestras vidas? —se preguntaba Ferguson—. ¿De nuestras relaciones? ¿De nuestra personalidad? —decía, incrédulo—. Lamento bajaros los humos pero... no creo que seamos tan interesantes. ¿Eh?

Bueno, aquello era el colmo. ¡Aún lo iban a defender!

Estábamos todos muy tirantes y al final acabamos discutiendo los cuatro. Si, si. Los cuatro. Rüdiguer también. Y no se formaron dos bandos como solía pasar. LB y Ferguson contra nosotros. No. Discutíamos de forma independiente. Él quería abandonar. Yo quería venganza. LB quería seguir sometiéndose a sus caprichos. Ferguson estaba celoso por lo que ponía de ella en la libreta.

Cuando me quise dar cuenta estábamos todos discutiendo súper acalorados, como si nos fuera la vida en ello y a punto de liarnos a hostias.

Y no. Aún tendrían las moraduras del otro día, como para empezar otra vez a repartir mamporros.

Me aparté un poco. Mirándolos desde fuera.

No parecían ellos. Estaban como poseídos. Rojos, rabiosos. Llenos de ira. Con las venas del cuello hinchadas y los puños apretados. Escupiendo lo peor de si mismos por la boca.

Y yo también.

Al verlo desde fuera me asusté.

Sin decir nada pegué dos pasos hacia atrás y me salí del camino, escaqueándome sin que me vieran, bajando bosque a través, alejándome de ellos para no explotar en su presencia.

Sin decir nada pegué dos pasos hacia atrás y me salí del camino, escaqueándome sin que me vieran, bajando bosque a través, alejándome de ellos para no explotar en su presencia

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Ojalá fuera un ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora