Capítulo 6: Amigos

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La pluma que presionaba entre sus dientes con mucha hostilidad, casi quebrando sus astillas, empezaba a exponer la ansiedad que sentía recorrer por cada músculo en su cuerpo. Movía sus manos y pies al son de un vaivén nervioso con avidez mientras atendía fugazmente las clases que su docente proveía, quien con una fina vara de acero, señalaba la materia descrita en la pizarra acrílica.

No podía dejar de pensar en aquel chico al que citó en la cafetería. Su interés por él quizá se tornaba en una obsesión pero, ¿qué más daba? A nadie le molestaba, nadie lo sabría; Ni su mejor amigo llegaría a enterarse del asunto que por su cabeza rondaba.

Llevó sus pupilas hacia la ventana, ensimismando con atención la academia de arte que quedaba a pocos metros del recinto que ocupaba. En ella se desarrollaba su mejor amigo como artista, quien apodaba "Louis" por su aspecto tan oscuro. Ciertamente le parecía una amistad sincera, llena de empatía y profundidad; sin embargo, a Amadeus no le agradaría la idea de acercarse a alguien que de pronto se etiquetaba a sí mismo como un asesino. Sin quitar la vista del edificio que le recordaba tanto a su él, evocó entre sus pensamientos al desconocido de ojos azules.

Su mirada profunda, con mucho brillo cual embate de mar, provocaba en ella cierta euforia. Y, ¿si lo visitaba?, ¿si se acercaba a él?, ¿si se hacían amigos...? - ¡Imposible! - Pensó.

Interrumpiendo el repetitivo movimiento de sus dedos, usó su mano para abrigar la fría punta de su nariz, que comenzaba a congelarse. Pronto se convertiría en un autómata de hielo gracias a su autosuficiencia pues, haciendo caso omiso a los reportajes climáticos que indicaron una temporada helada, rebeldemente creyó soportar el engelante ambiente. Ahora se arrepentía profundamente de sus actos irresponsables.

[...]

Al terminar la clase, esta se dirigió hacia el patio de la institución para revisar los mensajes de su buzón electrónico. Hacer esto sólo le recordaba lo solitaria que era su vida: Sus remitentes eran tan sólo Amadeus y su operadora telefónica ofreciendo más planes para mejorar su servicio. Tristemente bufó e hizo un mohín, atendiendo con cansancio los recados del primero.

-"Regresemos a casa juntos, tengo algo que mostrarte.

Amadeus siempre trataba de sorprenderla. Como pianista, intentaba  componer temas originales que más luego se los mostraría con el objetivo de pedirle una opinión. Ella solía ser muy crítica con él y por esto, la muchacha era su opinóloga favorita.

-"Bien. Sorpréndeme." - Envió.

Dando el primer paso hacia el gran gigante de cemento, (TN) empezó a dirigirse a la escuela de arte en busca de su amigo y  su tan emblemático objeto de investigación. Tan sólo pensaba en él bajo el seudónimo de: "El chico de los ojos azules". Hoy pensaba en encontrarse con aquel joven que, después de todo, residía dentro del observatorio de la institución.

Puppeteer Pov's.

La expresión de Helen me divertía. Solía ser serio, recatado y muy detallista, pero ahora se ve como un total desquiciado. Uno que grita hasta quedarse sin aliento el peor error de su vida.

Nuestra amistad es extraña. Él es el tipo de gente de la cual me aprovecho cada vez al mes, el tipo de persona a la cual arrebataría la existencia debido a su estado social. Sin embargo, seguía con vida, de pie, gritando disparates en un afán de liberarse del estrés. Este no es Helen, el chico más reservado que conozco. ¿Qué pasó?

Helen tenía el cabello tan desordenado, con puntas abiertas y mechones rebeldes que fácilmente denotaban un gran descuido. Su aspecto jamás fue tan desgastado como el de ahora. Algo, sin duda, le ponía la piel de gallina. Oh, Helen, siempre fue tan cuidadoso que parecía un cobarde y en estos momentos estoy convencido de que lo es.

|Musa| Bloody Painter y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora