Alguien alguna vez en el mundo dijo que la realidad supera a la ficción, y otro que las pesadillas también son sueños.
Aunque Amadeus leyera y releyera la publicación que acaba de encontrar, no podía creer lo tonto que había sido. Lo tomaron como idiota todo este tiempo, y lo peor es que quien le tomó el pelo era la persona que más apreciaba.
Mientras su entorno enloquecía en desesperación, curiosidad y miedo, él moría de una manera distinta desde el interior. La desilusión que se hizo presente en su pecho dominaba, pero no le saldrían lágrimas, sino enojo. Parado y con gesto angustiado, todavía impactado por su hallazgo, ya tenía el eslabón perdido que necesitaba para darle explicación a los sucesos ocurridos durante la mañana.
¿Qué habría hecho el antiguo Amadeus al darse cuenta del verdadero asunto? Quizá llamarle la atención a su amiga, perdonarla y aconsejarle que lo mejor era alejarse de ese sujeto. No obstante esa parte suya ya había perecido, y ahora sólo buscaría resolver las cosas de la peor forma posible.
De tal manera, el pianista procedió a guardar su celular para dirigirse a un lugar en específico.
[...]
Por otro lado, aún con la densa angustia de haberlo arruinado todo, Helen se reía de su mala suerte.
¿Cómo es que alguien que había lastimado tanto a la gente podría convertirse en una víctima al día siguiente? Todo este tiempo había tejido planes brillantes para escapar, y ninguna vez lo atraparon. Mientras más lo pensaba, más se asqueaba. Helen había vuelto a ser el pequeño que confiaba en todos, el poco precavido, el iluso... el único al que con una pequeña sonrisa y un trato amable le bastaba para bajar la guardia.
(TN) no tenía la culpa, pero el estar cerca de ella había iniciado todo este caos.
Entonces, una vez más, se lamentó por no tener una vida normal. ¿Quién en su sano juicio querría estar con él? ¿Qué pensaría cualquier persona en el orbe del planeta cuando le propusieran estar con un asesino como lo es él? Debía aceptarlo ya. Él jamás sería normal, ni estaba destinado a serlo. Aunque las cosas hayan estado claras desde el comienzo, la realidad seguía siendo dura de abrazar.
Helen rodeó sus piernas creyendo que sería el fin, que debía alejarse de la sociedad una vez más y no permitirle a nadie cruzar la línea que había trazado desde el incidente que había marcado su vida. Se levantó, miró hacia su alrededor y suspiró derrotado.
— Desearía no ser yo. — murmuró arruinado, observando las huellas que dejaría en los recuerdos de (TN).
El muchacho, con el alma completamente destrozada, dio dos pasos y recogió una de las hojas con las que estaba practicando durante todos estos días en su intento por reconocer la dueña de los ojos que habían capturado su ser. Con la mirada entrañable y los dedos temblorosos, recogió el papel y apreció la delicadeza del trazo y sonrió cuando pensó en esa persona, porque indudablemente se trataba de (TN). Sonaba extraño, pero desde el comienzo de esta pequeña historia, nunca se había percatado que la amabilidad de los ojos de la chica lo habían atrapado inefablemente, y que esta sería la razón de por qué no se había alejado de ella por más que quisiera.
Aquellos ojos cafés que lo miraban de lejos no lo veían con asco ni lástima, sino con cariño e interés. Esa pequeña fórmula que sólo ella sabía, apresó a Helen desde el primer instante, y jamás se había advertido a sí mismo que esto era lo único que necesitaba para caer en sus encantos. Si había alguien a quién llamarle "tonto", sería a él, porque apenas había entrado en cuenta durante la conversación que tuvo con la chica durante la madrugada, cuando acomodó su cabello y se dio el tiempo para sucumbir nuevamente ante su belleza.
El artista sonrió, abrumado por su ineptitud a la hora de plasmar el fehaciente atractivo de la joven en un lienzo. Sería lo único que no podría hacer en toda su vida, no importa cuán talentoso se considerase.
Entonces, cuando estaba a punto de hablarle al dibujo, un llamado desde la puerta de la casa se hizo presente.
El puño, apacible pero con fuerza, alertaba a Helen de algo malo. (TN) nunca tocaba la puerta. ¿Ella había llamado ya a su amigo? Cualquiera sea la respuesta, estaba en graves problemas y necesitaba hacer algo para escapar.
El joven corrió en puntillas hasta el la entrada y prestó atención sin mostrar la cara ni abrir la casa. Estaba seguro que quien se encontraba al otro lado no era (TN), sino Amadeus, quien con certeza ya se había enterado del asunto que se le escapó de las manos.
— Abre la puerta, por favor. — Exigió el contrario, que según se evidenciaba, no iba a irse hasta que lograra lo que quería.
Era claro que Amadeus visitaría el hogar de (TN) en busca de respuestas.
Los minutos pasaban y nadie respondía a sus llamados, pero dentro del pianista, algo lo convencía de que alguien estaba escuchándolo desde el otro lado, probablemente con unas inmensas ganas de huir. Este sentimiento lo divertía, así que siguió insistiendo hasta que los nudillos de sus manos se tornaran rojos, sin embargo la impaciencia también marcó su seño y añadió unas palabras más a su pedido:
— Sé que estás ahí.
Estas palabras precisas lograron detener el corazón de Helen por unos segundos, ahogándolo en el impuso de salir corriendo. No sabía qué hacer; incluso consideraba imposible el hecho de que siguiera de pie con lo asustado que se encontraba. Nadie podía ayudarlo ahora, ni siquiera la planificación le daba para evadir esta situación tan crucial que estaba atravesando, cuando de pronto un tono de llamada rompió la atmósfera adversa que poco a poco lo abocaba.
— ¿Hola? — Escuchó Helen desde el interior de la casa. Todo apuntaba a que Amadeus acababa de recibir una llamada.
Helen aspiró en alivio, pero esta sensación se le fue arrebatada en un abrir y cerrar de ojos al escuchar lo siguiente:
— ¿(TN)? Quería hablar contigo de algo importante. — Comentó el otro con el obvio objetivo de generar desesperanza a su contrario. — No, no es nada grave. Estaba preocupado por ti.
Mientras la conversación sucedía, Helen podía sentir cómo es que su corazón bombeaba con la misma velocidad de aquella vez en la que Tom le confesó su traición. Así pues, aferrado a algún mueble para no caer de rodillas, él seguía escuchando con todo el valor que le quedaba. Nunca se había sentido tan débil en su vida.
A veces la gente puede ser amenazante, pero lo que nadie se espera es la tenacidad de alguien despechado.
Entonces, unos segundos después, Amadeus por fin colgó la llamada. Aunque el pintor no evidenciara sus gestos, estaba seguro de que su visitante sonreía grotescamente, convencido de que había ganado el juego.
— No le dije que estoy aquí. — Anunció. — Y no te preocupes, me iré, pero antes quiero que sepas una cosa.
Helen tragó saliva, consciente de que esas palabras iban para él.
— Desaparece de la vida de (TN). Todos ya saben que estuviste en el instituto, y te están buscando.
Definitivamente, ésta era una declaración de guerra.
— No me cuesta nada contarle a todos de tu paradero. Lo cual sería una pena, porque meterías a (TN) en muchos problemas. — Entretanto el veneno circulaba a través del aire, el garzo ya no sabía qué hacer. Estaba completamente derrotado. — Entiéndelo. No estorbes. — Agregó punzante. — Si dices amarla, no le causes problemas. Suficiente con que existas, ASESINO.
Sin esperar más, aquel énfasis fue capaz de cerrar el discurso del pianista, quien unos minutos después abandonó el lugar.
Ya no habían alternativas, sólo existía una respuesta. Aquel fatídico día, después de una larga sesión en la universidad, (TN) descubrió que Helen ya no estaba en casa.
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|Musa| Bloody Painter y Tú
FanfictionPara una persona común, un cuadro tal vez sólo puede ser una composición de colores; pero, para una persona que posee el don de entender el arte, el lienzo va mucho más allá. Significa, no sólo una composición de tonos, sino algo mucho más profundo...