Capítulo 11: Óbice

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Para (TN) las cosas cada vez se tornaban más complicadas. La universidad absorbía gran parte de sus energías y tiempo, y aunque había demostrado ser una excelente alumna, últimamente se sentía incapaz de emprender algo y terminarlo con éxito.

Aquellos meses veraniegos sólo habrían estado acumulando estrés y ansiedad sobre sus hombros, pues a medida que transcurrían, las sorpresas no dejaban de suceder. No esperaba que le aconteciera algo bueno, sino todo lo contrario: aquel joven de cabellos negros como la noche no dejaba de pasear por su mente, opacando irremediablemente cada pensamiento o intento por mantener su cabeza fría y los pies en el suelo. Se había enamorado tanto, que hasta comer se había vuelto una de sus actividades menos favoritas, y lo peor es que aquel inquebrantable cariño se dirigía a la persona incorrecta.

Sin embargo no debía sentirse del todo desesperanzada, pues por más de que en su camino se encontrasen repentinas rocas que le resultaban una dificultad para avanzar, creía que las alegrías de sus amistades podían iluminar su mirada aunque sea con una pizca de emoción que terminarían por favorecer su estado de ánimo. Así pues, (TN), pensaba en su mejor amigo como el afortunado en esta ocasión puesto que por fin estaba logrando aquel reconocimiento que tanto había merecido desde sus más tempranos años de vida. Todos sus conocidos descubrieron en él a un talentoso pianista, y ahora el mundo entero estaba por saberlo ya que la escuela de artes lo había tomado como su prodigioso representante en el concierto que se daría dentro de una semana.

Amadeus jamás se había notado tan emocionado desde hace tiempo. La chica recordaba con esmero aquellas últimas sonrisas que se había dibujado en sus labios, pues éstas sólo se deslumbraron hace mucho, cuando ambos apenas tenían trece años y sus familias tuvieron que separarlos por asuntos de negocios, reencontrándose luego de un largo año gracias a la víspera de navidad.

{...}

Ya después de algunos días y avencinándose el concierto de música en el gran salón del instituto de artes, el plantel se veía sumido en una nube de polvo gracias al evento próximo. 

El sol brillaba desde lo alto, esplendoroso y limpio, reflejando la misma pasión que los directores sentían en ese mismo momento. Por fin sus esfuerzos habían dado frutos gracias al inefable talento de su estudiante número uno: Amadeus, quien se encontraba tan emocionado como ellos ante el acontecimiento del que sería protagonista.

A su lado estaba (TN), como siempre acompañándolo. Los dos miraban asombrados la imponente figura de la sede, la cual se pulía en acicalamiento continuo a medida de que pasaba el día. Ninguno de los dos se había articulado sobre lo que estaban pensando, pero en sus rostros se evidenciaba la impresión de la que ambos eran presa.

No obstante la molestia de un tercero también se hacía presente en su semblante. Desde lo alto, exactamente en la cúpula del edificio, el de ojos zarcos ardía en nerviosismo. ¿Es que se había hospedado siempre en el lugar equivocado? No se habría imaginado que esto pasaría, pues  a medida de que el personal de limpieza avanzase sus labores, más propenso era a ser descubierto junto a sus crímenes. 

El titiritero reía de su infortunio, y su risa de carácter prolífico llenaba el ambiente del que era preso. ¿Cómo saldría de esta cárcel? Con tanta gente fuera; si salía, era un hecho que se le pediría la identificación pues el gentío que paseaba fuera del cuarto, cada uno sin excepción, era algún trabajador que se desempeñaba dentro de la institución. Era ahora cuando debía deshacerse de todos sus cuadros y cada rastro que lo relacionaría con el asesinato y desaparición de más de diez personas.

Entonces, en medio de su desesperación, el maniquí autómata de ojos dorados tomaba el papel de burlón con cada palabra que despedía su abyecta boca:

|Musa| Bloody Painter y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora