Capítulo 14: Lampo

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Narra Helen:

Tras días de habernos encontrado y luego de hospedarme en su casa, por fin podía decir que estábamos viviendo juntos. No tenía idea de cuánto duraría este onírico momento de mi vida, pero sin duda afirmaba estar cómodo y tranquilo a más no poder. 

En los pocos días que conviví con ella, me di cuenta que no solía estar en casa durante la mañana hasta la tarde, y que siempre regresaba a las primeras horas de la noche. Volvía cansada, de mal humor y casi tirando sus apuntes en el sillón en donde había estado durmiendo cada madrugada, cuando el sol cerraba sus tiernos ojos.

Las luces destellantes que atacaban a las tinieblas de medianoche, raramente me mantenían despierto y pensando en cosas que no  me convenían. Últimamente sólo había estado dibujando ojos en papeles bond que por su naturaleza me incomodaban mucho al instante de usarlos como lienzos. Luego de tanto tiempo viviendo en la cúpula de aquella institución, era obvio que no me iba a acostumbrar tan rápido a lo que ofrecía el hogar de (TN). Sin embargo, eso no significaba que odiaba estar ahí. 

La quietud de la noche y el lampo que reinaba allí, me orillaron a pensar, por primera vez, sobre lo que dibujaba: Esos ojos cansados pero enternecedores, de un color demasiado común, con pestañas casi rectas y largas, no eran más que parte del retrato de alguien que conocía mas no recordaba su nombre. Gracias a tanta cavilación, mi mente se propuso a encontrar la respuesta.

Al día siguiente desperté con las manos frías, envuelto en sábanas finas y con diseños sosos. La calidez del sol no era suficientemente abrigadora para la temperatura actual, lo cual me llevó a necesitar más mantas para cubrirme esta noche. 

Para mí no ver a (TN) por las mañanas, se había vuelto algo normal. El día transcurría en su ausencia, así que sólo me quedaba preparar lo que iba a comer durante las horas restantes.  

En lo que pasaba este viernes, recordé que por fin se iba a llevar a cabo aquella actividad que tanto se había estado planeando con esmero en aquella escuela de artes. Si estuviera todavía morando en el observatorio, estoy seguro que igualmente tendría nulas posibilidades de asistir al evento, así que preferí alejar ese recuerdo de mi mente y pasarla tranquilamente mientras esperaba la llegada de mi anfitriona. 

Mientras esperaba, paulatinamente las cosas se volvían más oscuras. Aquel tema que me había estado preguntando por la noche, todavía rondaba por mis pensamientos. Entre más veces dibujaba a esos ojos cuya procedencia era misteriosa, más me afanaba por saber a quién le pertenecían. Estaba tan viciado con perfeccionarlos, que terminé gastando hoja tras hoja que encontraba en el estudio de (TN). Probablemente no me perdone por generarle tantos gastos, pero creía que saciar esta ansiedad era más importante que los problemas que más luego me generaría esta excentricidad que me había acompañado desde que supe que era un artista. Estaba tan absorto en encontrar una respuesta, que poco me había dado cuenta de la presencia de alguien más en el cuarto.

—Vaya que te has visto muy ocupado en esto, Helen. — Exclamó tan jovial como siempre. 

Lo sabía. Era él.

— Supongo que es algo normal en gente como tú. — Agregó con un ligero toque de burla. — Es más, podría decir que ...eres como un otaku. 

Levanté la cabeza tan rápido como pude hacia el origen de la voz, y me lo encontré: Era el Titiritero, cuya visita no esperaba. 

Después de instalarme en la casa de (TN), pensé que por fin me había librado de él, pero cuán equivocado estaba. Éste descansaba sobre el cúmulo de oscuridad que generaba su propia figura, mostrando una enorme sonrisa que dejaba a flote la característica más llamativa en todo su ser; sus dientes, dotados de un dorado sumamente brillante, iban radiantes y al compás de sus vacíos ojos, los cuales dibujaban su tan habitual gesto de egolatría.

|Musa| Bloody Painter y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora