Capítulo 13: Astenia

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— No. — Respondió con sequedad. 

La lluvia caía destilando finas gotas sobre el ya mojado camino empedrado, dejando húmedos los cabellos negros de Helen, quien no dejaba de sentirse acorralado por la mirada de su contraria. 

Aquella respuesta concisa, llena de frialdad y rechazo, comenzó a provocarle un dulce dolor al corazón de (TN). Cada latido apuñalaba su pecho, a la par que sus ojos y el cielo se convertían en cómplices de un triste llanto. 

Astenia. Eso era lo que le causaba (TN) a Helen. ¿Pero en qué sentido?

Narra Helen:

Sólo cuando parpadeaba me sentía libre del poder de sus potentes ojos; Ni las miradas más iracundas podían hacerme sentir tan arrinconado como la de ella, y estoy seguro que también le ocurría lo mismo con la mía.

Lejos de ser parte de su mundo, un pequeño anhelo de pertenecer a él me atacaba. Por alguna razón, me sentía extrañamente contento cuando me pidió permanecer a su lado, aunque por el otro, mi orgullo no me permitía aceptarlo. Esperaba que me rogara, para así percibir ese sentimiento de importancia que creía que era necesario.

Siempre quise hacer los mejores cuadros. Llenos de color. Llenos de sentimiento. Llenos de... aquello que tanto me hacía falta. Quería su amor plasmado en mis lienzos; la quería a ella ahí, siendo mi preciosa musa, siendo el método infalible para obtener la eterna inspiración; y fue así cuando me di cuenta de que, por fin, mi vida había cobrado sentido nuevamente.

—Entiendo. — Dijo, luego de una larga pausa. 

Siendo sincero, esperaba otra respuesta completamente diferente, pero supongo que no siempre las cosas serán como uno las desea.

Me quedé callado, esperando que dijera algo que lograra hacerme sentir especial en sus días, lo cual no hizo. 

La lluvia caía y caía sin cesar, y cada pequeña ranura entre las rocas que adornaban el suelo se veía inmaculado, tan impecable como su rostro, al cual así recordaba desde el primer momento en el que nos vimos. El tiempo transcurría del mismo modo en el que cada partícula de agua viajaba por los caños de la ciudad, mas no era momento de seguir notando esos detalles a mi alrededor, sino de pedirle que se vaya antes de que coja algún resfriado. 

Si tenía que decir algo a mi favor, es que, nunca me había sentido así y tenía miedo de dejarme llevar nuevamente, pues luego de haberme fiado tanto, mi confianza fue arrebatada de una de las maneras más trágicas. ¿A qué me refería con esto? A Tom. Mi historia entera se resumía en su traición, y de cómo luego de ella mi vida fue tirada al tacho, siendo mi nombre el sinónimo de un vil asesino encerrado en un pasado doloroso. Sin embargo... cada vez que la miraba, encontraba una parte de mí que no conocía, ya que para (TN), sólo soy alguien que necesita de afecto, pero, ¿qué es lo que creo de mí? ¿Cuál es mi opinión sobre mí?

— Si no necesitas nada es mejor que te vayas. — Le surgerí con el tono más frío que podía enfatizar. 

—Está bien. 

Cada vez sentía más inseguridad sobre lo que pasaba por su mente. En mi intento por ser impredecible para aquella chica, las cosas en realidad se tornaban distintas, ya que mi personalidad, por más de que meditara para ello, seguía siendo un libro abierto ante sus encantadores ojos. Ahora que lo pensaba, quizá aquella mirada tan impetuosa era porque me estaba analizando, o tal vez no. No sé. 

Rápidamente comenzó a buscar algo entre sus cosas y sin articular palabra alguna, me entregó uno de los recipientes de comida junto a un papel con una dirección escrita en él.

— Es mi dirección. Si llegas a cambiar de opinión, sabrás en dónde encontrarme. — No le respondí, y tampoco tomé los obsequios que me estaba ofreciendo. — No te rogaré. Puedes tomarlos o no, sólo quiero que lo reconsideres por tu cuenta. 

No podía hacer nada más que mirarla hasta que diga algo nuevo, así que agregó:

— Ah, y toma esto. 

La chica dejó sus compras sobre una pequeña elevación en el piso para después entregarme el paraguas que cargaba. ¿Estaba loca? Era lo único que la protegía de esta tempestad, y ahora me lo estaba regalando. 

— La gente se cansa de ser amable con el paso del tiempo, así que por favor, valóralo. 

— No te pedí ser tan considerada conmigo, ni te pedí que me dieras tantos regalos y cuidados. — Protesté. — No los necesito. Ni a ellos, ni a ti. — Intenté levantarme pero tan rápido como mis ojos se apartaron de los suyos, dijo algo que me heló la sangre no de una manera negativa:

— Es porque te quiero, Helen. — Confesó.

El céfiro de la oscura noche bailaba al son de una melodía compuesta por la lluvia que nos rodeaba, y de los pasos de tanta gente que caminaba aledaña, buscando un nido en dónde refugiarse, al igual que yo. No obstante, al parecer ya había encontrado el lugar a dónde pertenecía

No necesitaba mirarla más, pero tampoco me atrevía a hacerlo. Su mirada pesaba sobre mi cuerpo, aunque a la vez una corriente de alegría recorría al mismo pues, ese gesto que esperé hace unos minutos, por fin había llegado. Lograba emocionarme y hacerme sentir completo, tanto que ignoré el orgullo encarnado en mi alma. 

Completamente inmóvil y con muchas ganas de esbozar una sonrisa mientras que ella no se diera cuenta, acepté su invitación.

Moví la cabeza tímidamente, levantándome al instante sin cruzar nuestras miradas. Al rabillo del ojo, estaba (TN), sorprendida  y con una pequeña sonrisa dibujada. ¿Esto era lo que había perdido hace tiempo y lo que me hacía tanta falta en mis dibujos? No me refería al amor, sino, a la felicidad que me entregaba algo tan sencillo con la expresión de la persona que quería, y que, asombrosamente, me correspondía.

Astenia. Eso era lo que me causaba pues, aquella debilidad, la sentía por ella.














|Musa| Bloody Painter y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora