Helen se encontraba seriamente disgustado con su amigo, el espectro de potentes ojos dorados. No se explicaba, ni trataba de hacerlo, la razón de por qué The Puppeteer estaría tirando sus dibujos por los pasillos de la institución, en la que actualmente se escondía. Eso era gravísimo recordando la situación en la que se encontraba el chico.
-¡¿Cómo demonios se te ocurre hacer algo así?! - Le reprochó a aquel espectro. Puppeteer no mostraba rasgos de arrepentimiento y tan sólo mantuvo la mirada baja mientras jugaba con los hilos que despedían las yemas de sus dedos. -¡Te estoy hablando! - Insistió Helen, notando el poco interés de su amigo para escucharlo.
-Lo sé. - Contestó aún manteniendo la mirada baja.
Lo estaba provocando a más. Helen habría estado realmente aburrido desde hace tiempo y The Puppeteer no pensaba parar en seco sus planes de devolverlo a la vida. Quería desempolvar el inerte cuerpo de su desgastado amigo Helen, pero este no notaba su gran esfuerzo por ello.
Helen se desplomó sobre la vieja silla que habría estado reposando desde ya hace un tiempo considerable en la habitación. Llevó sus manos cubiertas por guantes hacia sus negros cabellos y empezó a mover sus dedos para liberar estrés. Respiró.
-Tenemos que trasladarnos. Ahora, este lugar no es seguro. - Aseguró el muchacho.
-¿Cómo lo sabes? - Le cuestionó The Puppeteer, ahora realizando una nueva acción: Dibujaba caras tristes utilizando de lienzo a los muebles empolvados.
-Diablos, titiritero. Nuestra situación es claramente obvia. - Expresó el chico, muy ansioso.
-¿Obvia? ¿Cómo puedes estar seguro de ello? - Siguió el otro, con claro desinterés.
Helen suspiró. - ¿Estás tratando de provocarme? - Preguntó en voz alta, esperando alguna respuesta de su contrario. Puppeteer por fin alzó su mirada hacia él y luego, dibujó una sonrisa en sus delgados labios. Aplaudió la audacia de su amigo, el artista.
-Felicidades. Me descubriste.- Lo felicitó con cinismo.
Helen bufó.
-Helen, ¿no puedes esperar? Hace tiempo que no te has divertido. Te la pasas huyendo... ¡Cobarde! - Le gritó.
-¡Hago las cosas que me parecen seguras! ¡No es cobardía! - Espetó. - Sabemos perfectamente que nosotros no tenemos el poder de enfrentarlos a los problemas una vez que se presentan.
-¿Y eso no es huir? - Se burló.
El muchacho de ojos azules se rindió ante la lógica del otro. The puppeteer se declaró vencedor nuevamente. Era sencillo: alguien como Helen, en toda el auge de su juventud, no podría vencer a alguien con más experiencia sin esfuerzo alguno.
-¿Qué dices? ¿Esperarás, amiguito? - Guiñó. Helen lo miró con desprecio y sin esperar más, aceptó la oferta del malicioso titiritero.
-Pero ya no podemos estar más en este cuarto. A menos vayamos a otra habitación. - Añadió.
-¡Ash...! Ok. Tú ganas, gallina. - Aceptó por fin el consolador de almas deprimidas.
[...]
(TN) despertó en medio de un fuerte dolor de cabeza al día siguiente. Visualizó a su alrededor; Todo estaba tranquilo.
-Seguro fue un mal sueño. Creí haber ido ayer a recoger a Amadeus a la escuela de arte, pero... - Hizo una pausa.
Rápidamente recordó aquellos fríos ojos azules. Tomó su teléfono y, sin antes no haber notado el recado sobre su mesa, llamó a Amadeus:
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|Musa| Bloody Painter y Tú
أدب الهواةPara una persona común, un cuadro tal vez sólo puede ser una composición de colores; pero, para una persona que posee el don de entender el arte, el lienzo va mucho más allá. Significa, no sólo una composición de tonos, sino algo mucho más profundo...