Narra Helen:
Desde pequeño había sido un inexperto en el tema de la orientación, pero en cambio de eso podía recordar muchos episodios de mi vida y situaciones a la perfección. Si me preguntabas qué pasó el viernes pasado, en primer lugar hubiera respondido: ¿ya pasó el fin de semana?, y después comenzaría a relatar algo que tal vez pasó el sábado, pensando que los hechos correspondían al día por el que me preguntaste.
Así transcurrió mi vida, en casi completo desconocimiento del tiempo y espacio. Lo único que me mantenía al corriente era la escuela, ya que día tras día nos pedían escribir la fecha. Sin embargo, cuando me desligué por completo de la vida "normal" que solía tener, me perdí en el trance continuo que ofrecían los días.
No obstante, no era tan despistado como para no darme cuenta de que habían pasado meses y quizá más de un año desde que vi por última vez a (TN).
La había extrañado mucho, pero también era innegable que prefería estar como estaba. Y aunque sea por ahora, podía decir que me estaba adaptando de nuevo a la sociedad con ayuda del cantinero que me recogió aquel hosco día de lluvia. Por mucho que nos desconociéramos, me sorprendió su afabilidad y comprensión respecto a mi situación, cosa que tal vez se debía a que no le hice saber del todo quién era. Estoy seguro de que nadie arroparía en su casa a un asesino.
De todas formas, se me había dado muy bien el trabajo de mesero/ayudante en el bar. Odiaba escuchar las andanzas ajenas de los clientes; no me interesaban sus dramas pero por otro lado amaba la propina que dejaban de vez en cuando, sólo porque me tomaba el tiempo de prestar oído pacientemente a sus historias. La gente habla demasiado, me cansa.
Así pues, cierto día llegó al negocio alguien que no quería ver:
Con saco negro, ojos oscuros y ojerosos; yo sabía de quién se trataba. Él llegó caminando lentamente, como si quisiera desmayarse en el camino o como si quisiera morir en el interior. Todo esto más que asustarme, lo odiaba. No recogería el cadáver de alguien tan despreciable, pero quién soy yo para decir eso.
— Oh, buenas noches. ¿Qué se te ofrece? — Saludó el encargado. Como siempre de buen humor, era tan buen alma que no sabía con quien trataba. En este lugar, tanto Amadeus como yo, éramos deleznables.
Tenía la suerte de reconocerlo al instante y voltear la mirada para que no supiese quién soy. Ya una vez me había visto y (TN) me había presentado a él, y ahora parecía que el sueño de volver a tener una vida normal se encontraba fuera de mi alcance porque tarde o temprano el anciano terminaría mencionando mi nombre.
La desesperación me carcomía por dentro y era todo nervios. Sufría en silencio mientras lavaba los platos.
— ¿Tiene vino blanco 75 cl., de Martin Códax?
A medida de que pasaban los segundos, más me sorprendía de lo pequeño que era el mundo.
— Disculpe, no tenemos — Explicó el hombre. — Pero si desea un vino barato y bueno a la vez, tal vez puedo ofrecerle un vino tinto Padorey. ¿Le interesa?
Amadeus se sentó y en seguida se quejó del servicio. Era extraño que me molestara por estas cosas, pero tan rápido como protestó, unas intensas ganas de golpearle la cara surgieron dentro de mí. Por alguna razón me sentí aludido y me irritaba que hablaran así sobre el hombre que me había ofrecido una mano cuando estuve a punto de pescar un resfriado.
— Heh... ¿entonces lo quiere? — Contestó mi alojador aún tratando de ser asertivo.
— Bueno, dame ese. — Terminó aceptado, como si fuera lo peor del mundo.
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|Musa| Bloody Painter y Tú
FanfictionPara una persona común, un cuadro tal vez sólo puede ser una composición de colores; pero, para una persona que posee el don de entender el arte, el lienzo va mucho más allá. Significa, no sólo una composición de tonos, sino algo mucho más profundo...