CAPITULO VII

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Por fin se ha vuelto a conectar mi perfecta diosa en todo su esplendor. Al parecer tenía que ir a recoger unas cosas a la editorial. Odiaba la idea de que se fuera de viaje, no soportaba que nuestras almas permanecieran tanto tiempo separadas. Permanecí pensativo durante unos instantes hasta que decidí aprovechar para conectar más cámaras y micrófonos en su casa. No tenía mucho tiempo, debía apurarme. Uno en el comedor, en el pasillo, en la cocina, en la habitación...Será perfecto, podré observarla cuando quiera. De repente la voz de mi primera víctima me sacó de mis fantasías. Le había cosido concienzudamente la boca y ya le faltaba un brazo. Era una mujer joven más o menos de la edad de mi diosa y le había comprado el camisón negro de encaje para que se pareciera más. "Pronto estaría enamorada de mí y sería mía." Esa idea no paraba de revolotear por mi mente y me complacía en gran medida.

-No te preocupes todo terminará muy pronto...Bueno para ti claro.

Ella intentó llorar y liberarse desesperadamente pero no pudo.

-No te esfuerces.

Ella dejó de forzar las cuerdas, sumisa, pensando que a lo mejor la soltaría. Me acerqué con una sonrisa compasiva y recliné la butaca donde estaba atada. Le puse una pequeña dosis de anestesia. Ella me miró con un gesto de súplica y yo cogí un cuchillo y la abrí en canal. Sollozo de dolor y se retorció. Le puse un poco más de anestesia, la quería despierta que sufriera y viera cómo le arrancaba el corazón. Metí la mano en el corte y le arranqué los intestinos, se los enseñé para que viera lo que iba a hacer. Se desmayó al instante, pobre criatura. Me dio igual aunque no viera el resto del espectáculo, pero ya no sería tan divertido. Tiré los intestinos al suelo y procedí a abrir el esternón. Lo corté con una sierra especial y lo dividí con un separador. Le seccioné las arterias e instantes después le arranqué el corazón. Exprimí la sangre dentro del cuenco de cuarzo y empecé a escribir el códice. Elizabeth sería mía para siempre viva o muerta... Guardé un poco de sangre de la muchacha para un regalo a mi Elizabeth. Era una botella de vino Sangre de toro y le añadí unas gotas de la sangre... 

El diablo, yo y una copa de vino (A LA VENTA EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora