CAPITULO XXV

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Hacía horas que se había ido, cada vez me sentía peor, como si una parte de mi se pudriera, se consumiera en lo más recóndito de mí, aquella sensación dolía, quemaba, y yo consumida por el alcohol quería hacerla desaparecer. Me lavé la cara y salí a respirar aire fresco dejando que me golpeará en la cara ese viento helado que cortaba, regresé al salón e hice algo poco común en mí, me senté en el sofá a ver las noticias, quería distraer aquella sensación dolorosa de mi mente y despejarme un poco cuando vi algo en las noticias que me congeló la sangre:

"Una mujer de 27 años ha sido descubierta en el lago del parque de la Sinia después de haber sido mutilada. Los testigos que la encontraron dicen no haber visto a ningún sospechoso. Los forenses que llevan el caso dijeron que la víctima fue abierta en canal y que faltaban diversos órganos entre ellos el corazón y los intestinos. Aún no se sabe la identidad de la víctima pero aquí tienen una fotografía de la víctima y si la reconocéis sería de gran ayuda que llamaraís al 9367451248 para identificarla"

Me quedé helada, era una mujer con la misma estatura, color de pelo y años que yo ¡Hasta llevaba mi camisón favorito! Fui corriendo al armario.

Mi camisón estaba donde lo dejé y en ese instante lo entendí todo. Ya sabía quién era el asesino, era el mismo diablo o en otras palabras era el señor I. Me tambaleé abrumada por la noticia, sentía como el juego de sombras se espesaba en mi mente, como se adentraba en mi cuerpo dejándome sin habla, sin poder respirar. Mi mente no podía procesar todo lo ocurrido. En estos años había dejado entrar a ese ser en mi vida y en mi corazón sabiendo de lo que era capaz, pero sin poder evitarlo. Estaba convencida de que había más víctimas aquella sutil descripción era la viva imagen de mi libro y alguien tan concienzudo jamás habría dejado el cuerpo a simple vista.... Entonces comprendí que algo le había enfurecido, que ese dolor punzante que yo sentía era suyo... Y me sentí aterrorizada, supe que había malinterpretado la llamada en el restaurante, más que saberlo lo sentí y corrí al teléfono.

Cogí el teléfono pero no para llamar al número que aparecía en las noticias sino para llamar a un amigo...

-Daniel necesito tu ayuda.

-¿Elizabeth?

-Sí, necesito que me hagas tres DNI, tres pasaportes falsos y por último dos billetes de avión para Saint-Étienne. Para mañana.

-¡¿Para mañana?!

-Sí, es muy urgente por favor.

-Está bien pero no te saldrá gratis...

-Te daré lo que quieras pero los necesito para mañana.

-Lo que quiera... Está bien mañana a las 18h en tu casa.

-Hasta mañana.

Daniel era un buen amigo, íbamos juntos al instituto cuando éramos jóvenes, él era un alumno excelente lo sacaba todo matrículas y tenía una beca para la carrera de derecho pero cuando sus padres murieron... Todo su mundo se derrumbó por completo dejó de estudiar, ya no asistía a clase, empezó a fumar y a beber y no tenía control sobre ello. Perdió la beca, su oportunidad de futuro, lo perdió todo menos a mí. A mí me iba bien así que lo acogí en mi casa y le ayudé a buscar un empleo. Necesitaba algo que le motivara y al final lo consiguió. Se enamoró de una mujer, que a decir verdad era hermosa, y al cabo de un año ya se habían casado y esperaban a una niña. Se le veía feliz porque había conseguido salir de ese pozo de tristeza, formar una familia y tener un hogar uno que él sintiera propio. Pero al final algo se torció, necesitaba más dinero y se metió en el mundo de la falsificación ilegal. Ahora ya había salido de ese mundo de tinieblas y peligros, pero seguía teniendo contactos, buena gente, como él, y en esos momentos yo necesitaba de esos contactos. Saque esos pensamientos de mi cabeza, echaba de menos esa época en la que éramos felices, pero ahora había cosas más importantes que hacer. Me puse a escribir el último volumen a toda prisa tenía que tenerlo para mañana mismo, tenía el final de la historia ya pensado pero tuve que adelantarme y ponerlo porque sabía que este sería el último volumen que escribiría. La gente pensaría que me había vuelto loca, que en momentos como esos no podía ponerme a escribir, pero para mi era mi manera de ver el mundo, mi manera de saber de alguna forma lo que iba a pasar a continuación. Era mi vía de escape.

El diablo, yo y una copa de vino (A LA VENTA EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora