CAPITULO XIV

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Regresamos a casa agotadas tras horas de viaje y dejé a las chicas que se acomodaran en sus habitaciones. Mientras yo me dirigí a la mía y me deshice de la ropa para recorrer la instancia hasta el cuarto de baño donde llené la bañera y me sumergí en un mar de baho. Me dejé acariciar por el jabón que flotaba y dejé que mi mente viajara libre. Solo podía pensar en él. De alguna forma y por extraño que pudiera parecer extrañaba a ese hombre... Se me hacía raro tener un vínculo así con alguien al que apenas conocía por cartas.

Salí de la ducha al oír a Alicia preguntar por la cena. Cenamos algo ligero y nos fuimos a dormir ya que mi pequeña empezaría mañana las clases en su nuevo instituto. Le habían dado una beca de estudio para un internado en Irlanda por lo que marcharía mañana mismo con algunos compañeros que también habían sido aceptados.

Al despertar mi hermana y yo la acompañamos de nuevo al aeropuerto y nos despedimos cariñosamente, echaría mucho de menos a mi pequeña. Una vez despegó el avión mi hermana se despidió de mí y yo marché a la editorial para pedir informes y empezar de nuevo con el trabajo. Tan pronto como llegué me puse a leer las cientos de cartas de mis admiradores y suspiré entristecida al no saber nada del señor I, de repente habíamos perdido el contacto y eso me dolió sobremanera. Decidí distraerme y seguir con la nueva entrega de mi libro, gracias al viaje tenía grandes ideas para mis historias y me adentre tanto en la lectura que cuando quise darme cuenta ya era bien tarde. Estaba recogiendo cuando mi editor entró en el despacho. Me comentó que a finales de semana habría un baile organizado por la editorial para captar nuevos clientes y que los jefes querían que estuviera presente como una de las caras exitosas de la editorial. Claramente acepté y me fui a casa pensando en el baile y en que me pondría.

Abrí la puerta de casa y juraría que ya estaba abierta. Encendí las luces y observé con detenimiento, no parecía haber nada extraño. Dejé las cosas en el recibidor y fui al comedor. Al entrar vi una caja en la mesa. Nosotras no habíamos dejado nada allí. Dentro de la caja había un hermoso vestido de gala azul marino con la espalda abierta y la falda gaseada. También encontré una pequeña nota que decía:

"Para mi querida musa, aquella que ilumina el mundo a cada paso que da espero que nos deslumbres a todos en la gala. Te estaré esperando. Señor I"

Estaba abrumada, no comprendía como aquel misterioso hombre podía anticiparse a cualquier movimiento, cómo podía saber con exactitud todo lo que ocurría a mi alrededor. Cualquier persona con un poco de lógica diría que era un necio acosador pero la manera en la que me observaba y vigilaba me hacía sentir un calor acogedor. Me fui a la cama sin siquiera probar bocado, cogí el portátil y le escribí un correo. Quería agradecerle el regalo, necesitaba hablar con él, necesitaba sentirlo....

Desperté con el ordenador en los brazos, el maquillaje corrido por las lágrimas y ninguna respuesta. Por unos instantes lo odié, quería saber de él y me ignoró. Decidí que yo también lo haría. Pasaron los días y no supe de él por lo que me limité a prepararme para la gala. El viernes por la noche me encontraba en la editorial que había sido arreglada y decorada para la ocasión. Llevaba su vestido, el cabello recogido en un moño y un antifaz cubriendome la cara, todos lo llevaban. Me puse a hablar con la directiva mientras tomaba una copa y fui saludando invitados mientras transcurría la noche. Le buscaba con la mirada pero era difícil saber quién era sin conocerle. Cansada de buscar me fui a mi despacho a quitarme los tacones y descansar los pies cuando la luz se fue. Iba a conectar la linterna de mi móvil cuando sentí un ligero olor a azufre. Me incorporé de la silla palpando a tientas y noté unas manos cálidas acariciar mis hombros. Me estremecí dejándome hacer sin querer moverme. "De verdad no me tienes miedo cierto?" Negué con la cabeza. Lentamente sentí como me giraban y como acariciaba mis labios torturandome. "Arderé si sigues así" dije sin pensarlo. "Arde conmigo princesa, dejame consumirte" Estábamos completamente a oscuras pero pude intuir una sonrisa en sus labios y como respuesta le besé con impaciencia. Nos fundimos en un baile de lenguas apasionadas, en una danza silenciosa en la que nuestras manos se juntaban y nos sentíamos el uno al otro. Siempre lo sentí así.

Se hizo la luz y él ya no estaba solo había una nota. "Pronto Elizabeth, pronto" Ser paciente no era uno de mis fuertes pero intentaría serlo, al fin y al cabo me lo había pedido él. 

El diablo, yo y una copa de vino (A LA VENTA EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora