-Este, es tu fin.-

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-¡Quítense de mi camino! –gritó. -¿Cómo está su pulso?

-Débil.

-Demonios. –murmuró. -¿Los bebés? ¿Qué tal están ellos?

-sus latidos suenan bien, pero no es de confiarnos.

-¡Doctora! ¿Cómo está mi hija? –preguntó una tercera voz aún más angustiado.

-Aún no lo sabemos, tenemos que hacerle unos estudios y...

-Por favor, no deje que le pase nada malo. –Interrumpió realmente angustiado. –Ni a mis nietos, por favor. – susurró.

-Su hija estará bien, haremos todo lo posible para que nada malo le pase.

-¡Había mucha sangre cuando la encontré! –gritó exaltado recordando aquel momento.

-Lo sé, pero debe de tranquilizarse, vaya a la sala de espera, yo llegaré en cuanto termine. Por favor, debo ir a atender a su hija.

Él soltó su brazo finalmente. –Está bien doctora.

Ella le sonrió levemente y salió corriendo siguiendo la dirección donde los enfermeros llevaban a Camila. Alejandro fue a sentarse a esperar ¿Qué más le quedaba? No podía hacer nada, sólo torturarse recordando lo que vio cuando llegó a su hogar. –No debí salir de la casa, debí esperar que ella llegará, todo esto no hubiera pasado. –murmuraba mientras tenía apoyada su cabeza en sus manos.

-Disculpe. –interrumpió alguien sus lamentos, él levantó su cabeza y lo miró extrañado.

-¿Sí? –preguntó Alejandro.

-¿Alejandro Cabello, verdad? –Preguntó, él sólo asintió levemente. –Soy oficial de policía, investigador más bien. – Corrigió un tanto apenado, Alejandro seguía sin entender.

-¿En qué puedo ayudarte joven? –dijo un tanto frustrado.

-He visto venir a la que creo es su hija muy malherida ¿Fue un accidente o alguien lo provocó? –preguntó directamente sin tantos rodeos.

El mayor no sabía que contestar, tanta presión estaba acabando con él. –Yo, yo no sé, no estaba en casa cuando pasó. –dijo casi en un susurro.

-Señor, tranquilo, es sólo protocolo del hospital, ya sabe, con estos accidentes, se debe llevar un control por si alguien los provocó.

-¡Ya te he dicho que no lo sé! –gritó molesto.

-Entiendo. –Dijo comprensivo. –Pero tendré que hablar con su hija.

-Ella está inconsciente. –Respondió serio.

-Bien. –Susurró un tanto apenado. –En cuanto despierte ¿Me dará acceso a ella?

-Sí lo que sea, debe haberse resbalado nada más.

-Sólo será para confirmar, espero ella mejor señor Cabello. –Contestó el chico con una leve sonrisa en su rostro.

***

-Vamos Camila, no te rindas. –murmuraba. -¿El quirófano está listo?

-Sí doctora. –respondió.

-Bien. –terminó de lavar sus manos y se preparó para entrar al quirófano, donde la esperaba la castaña totalmente inconsciente. –Vamos a cerrar la cortada de la cabeza, lo haremos rápido, pero bien. No podemos poner mucha anestesia por su embarazo ¿Entendieron? –los que estaban frente a ella asintieron. –Bien, no descuiden los monitores con los signos vitales, tanto como los de ella como los de los bebés. Llamen a ortopedia para que vengan a ver su brazo. –Volvieron a asentir. –Está bien, comencemos. –sus guantes fueron puestos, la castaña estaba de lado, dejando ver claramente la cortada que hacía en su cabeza. Tomó la aguja y suspiró antes de comenzar su trabajo.

-La Conocí Al Borde De La Muerte.- Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora