Buenas tardes preciosas criaturas! Estoy aprovechando de actualizar todas mis historias, para luego poder escribir el capítulo nuevo de este fic que usa mucha energía mental, por eso cuando los escribo dejo pasar algunos días para descansar.
Muchos odian a Haru en este fic, me pregunto si ustedes lo odiarán también.
Espero disfruten del capítulo!
Perdonen mis errores!
Disfruten de su lectura!
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Haruka estaba hechizado, pues no podía explicarse de otra forma su situación, tal vez había caído bajo la maldición de una gitana, ya que no creía que se tratase de un milagro del cielo, porque si era sincero, él no pertenecía al rebaño casto de los corderos de Dios, y también porque tuvo un encuentro cercano con una de la que ya ni se acordaba si quiera del color de su cabello. El embobamiento era una palabra que no existía en su diccionario, nunca reaccionó así por nada ni nadie, pero aquel chico de la cafetería era más que la suma de sus partes, era casi mitológico, porque una belleza así, no había visto jamás, considerando que él era un cazador con gran experiencia en el terreno. Ni siquiera tenía idea de cómo caminaba hacia la universidad, estaba demasiado ensimismado en el encantamiento del precioso adolescente, que había perdido toda noción de lo que era la vida normal; lo único que pasaba por su mente eran los hermosos ojos verdes en los que se vio reflejo hace un tiempo atrás, su sonrisa de dios y su dulce, melodiosa y adictiva voz, ni que hablar de su cuerpo de Adonis. Sólo podía suspirar ante tanta eminencia que podría provocar un ser humano, y es que no exageraba... Oh claro que no; él había visto hermosuras andantes con las que se había cruzado y por consecuente acostado, pero Tachibana Makoto era nada parecido a lo antes visto por sus orbes oceánicos, se trataba de un paradigma totalmente nuevo y atrayente, que lo incitaba lujuriosamente a pecar. Pero había que dejar algo en claro, él no estaba enamorado ni sentía absolutamente nada por el muchacho de sedosas hebras olivas; sólo el gran deseo de poseerlo y hacerlo suyo, quizás por todo una noche y día, eran lo que lo motivaban a seducirlo; no le interesaba conocer cosas de él, como cuál era su comida favorita o lo que más le gustaba hacer, esas cursilerías pertenecían a los que querían ser novios, y él no nació para ser uno; jamás se amarraría a una aburrida y monótona relación, ya que sentía que le cortarían sus alas para volar con libertad, especificando que para alguien como él, la libertad era su biblia.
Estaba en su clase de biomecánica aplicada a la natación, sin ponerle atención al docente, nunca lo hacía, las clases teóricas no eran su fuerte, jamás entendería la natación como una lógica, más bien la apreciaba como un arte. Garabateaba distraídamente en su cuaderno, sin percatarse de lo que dibujaba, era a un hermoso chico; había dibujado su perfecta sonrisa, aquella que le entregó en cuanto lo vio. Unas de sus tantas, grandes habilidades, era su gran capacidad para el dibujo y las artes manuales, como si fuera descendiente de Miguel Ángel, heredero de Da Vinci y llevara en sus genes la locura de Van Gogh; era creador de grandes obras de arte, pero su mayor obra maestra, era su forma de amar en la cama. Sólo existían dos paraísos, el utópico al que todos querían llegar después de la muerte, y el que se alcanzaba con él; muchas de sus víctimas, por no decir todas, admitían que el placer que les otorgaba, era uno que con ningún otro mortal habían sentido, y él con una sonrisa egocéntrica, no podía cometer el atroz crimen de negar esas palabras, pues se trataba de las más fidedignas verdades. Ahogó tal vez, el milésimo suspiro, no importaba cuantas veces trataba de distraerse, el adolescente llamado Makoto, se había arraigado en su cabeza férreamente; no dejaba de pensar en él, en querer tocarlo, se preguntaba qué sabor tendría su boca, si sería dulce como su voz o tendría algún componente adictivo, ¿Su lengua sería suave? ¿Gemiría si la invitaba a bailar con la suya? Su curiosidad era eterna, quería escucharlo gritar su nombre con su voz poseída por la lasciva sensualidad, sentir su calor envolverlo por completo y llevarlo al éxtasis que hace tiempo había perdido. Sus instintos de depredador habían despertado y estaba hambriento, deseoso por carne fresca, ansiaba poder comer a su presa lo más antes posible, pero no podía dejarse llevar por sus pulsiones básicas, él no era un vulgar cazador que atacaba a sus víctimas directamente; era un seductor de elite, debía usar el enamoramiento como su arma; enamoraría a Makoto para poder tener sexo con él y después desaparecería de su vida como lo ha estado haciendo desde que empezó con sus indecorosas prácticas.
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Juegos de Seducción
RomanceNanase Haruka, era un seductor de primera clase, amaba el sexo pero odiaba el romance. Nadie podía evitar caer en sus encantos de depredador, la persona que él quisiera la tenía sin mayor esfuerzo; pero cuando conoce a cierto chico, se da cuenta de...