¡Buenas noches mis preciosas criaturas! Muchas gracias por los votos, vistos, comentarios, etc. Me estoy poniendo al día en publicar aquí! Este fic sigue en curso en fanfiction.
Perdonen mis errores!
Disfruten de su lectura!
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—Deberías haber visto tu cara, fue sorprendente —Rin decía divertido, apoyado con ambos brazos sobre la barra mientras disfrutaba de un café Turco (el que era muy amargo y que le encantaba), en medio de su trabajo.
—Disfrutas de todo esto, ¿Verdad? —El hermoso adolescente de orbes oceánicos desvió la mirada molesto, no era ni temprano ni tarde, sus clases empezaban en un par de horas, pero realmente no se sentía con ánimos de ir a la universidad.
—Bueno... Seré sincero... Sí —Sabía que a Haruka no le agradó para nada la noticia de que Makoto estaba saliendo con Sousuke, que de por sí eran enemigos a muerte—Te dije que saldrías perdiendo.
—No eres agradable... —Miró su pequeño reflejó en el café a medio tomar, tenía sentimientos encontrados, no sabía muy bien qué hacer, el golpe fue demasiado reciente y apenas se estaba recuperando para contraatacar... Quizás.
—Ya anímate, encapríchate con alguien más y olvídate de Makoto —Para el chico de hebras rojizas la solución era muy fácil, lástima que para el nadador prodigio no le era tan así.
—Nos vemos en la práctica —Dijo cortante, tomándose lo que le quedaba de su Expresso de un solo trago para marcharse rápidamente.
— ¡Hey, espera! ¡Tienes que pagarme el café! —Pero sus palabras quedaron en el aire, pues el pelinegro había desaparecido tras las puertas— Ese idiota...
Caminar por Tokio en un día de semana era un infierno, en especial si era viernes. La ciudad tenía sus calles transitadas de forma masiva, de personas dirigiéndose de aquí a allá bajo la lluvia, entrando a edificios, saliendo de tiendas, bajando hacia el metro o tomando los trenes, nunca se vería la ciudad vacía, tenía que ser así de todos modos; si algún día se encontraban con Tokio desolado, era porque estaba muriendo. Aun así, Haruka odiaba las multitudes, él era un fiel activista de su espacio personal, que a veces era invadido sin ningún reparo. Ese día en especial no estaba de humor como para soportar estar entre tanta gente, por lo que decidió ir a su departamento, después de todo, le quedaba cerca del café. Mirando hacia ambos lados, cruzó la calle por el lugar que no debía hacerlo, no le importaba sin embargo; ya que realmente odiaba las reglas, porque éstas lo limitaban mucho. Él estaba siendo muy tolerante al aguantar con tranquilidad los reglamentos de la natación profesional, aunque en algunas ocasiones estuvo a punto de romperlos todos. Con unas cuantas vueltas de las llaves en la cerradura, la puerta abrió fácilmente; su departamento era grande, cuatro podrían vivir ahí sin ningún problema e incluso se podría invitar a más personas. El barrio en que se encontraba, era donde estaban todos los lujos y lo más interesante era que a unas cuantas cuadras más al centro, se hallaba la zona roja más glamorosa de la imponente ciudad, que de noche brillaba por sí sola, vendiendo placer y satisfacción a cambio de una buena cantidad de dinero. Lo más increíble era la facilidad de acceder a drogas ilícitas en aquel sensual distrito; al ser un visitante algo "habitual" por esos lares, se había visto expuesto miles de veces a ellas, pero les hacía el quite olímpicamente, pues a él sólo le interesaba el sexo, y la verdad es que le daba igual si la cortesana con la que estaba se drogaba frente a él, mientras hiciera bien su trabajo, ¿Qué importaba? El placer era lo esencial, ahora si era mutuo o no, eso ya no era su asunto. Era egoísta, lo admitía, con un ego inmenso y una arrogancia increíble; por eso, cuando vio a su precioso Adonis siendo ensuciado vilmente por los labios de un perro mestizo sin clase, se sintió fatal, como si una simple y zarrapastrosa hiena le hubiera arrebatado el trozo de carne más grande y exquisito a un león. Makoto era un arcángel reencarnado en tierra de mortales, lo deseaba sublimemente; la necesidad de poseerlo, hacerlo suyo era un anhelo que se hacía cada segundo más insoportable y difícil de llevar, en él se encontraba aquella euforia que había perdido, lo sabía, pero el gran problema es que aquel precioso chico estaba cazado. Suspiró Sintiendo una vibración en el bolsillo de su pantalón, con pocos ánimos sacó su celular sólo para ver la llegada de un mensaje.
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Juegos de Seducción
Storie d'amoreNanase Haruka, era un seductor de primera clase, amaba el sexo pero odiaba el romance. Nadie podía evitar caer en sus encantos de depredador, la persona que él quisiera la tenía sin mayor esfuerzo; pero cuando conoce a cierto chico, se da cuenta de...