¡Buenas noches hermosas criaturas! Aprovecho de actualizar este fic que me encanta y que debo escribir el nuevo capítulo.
Gracias por las lecturas, votos, comentarios. Nunca me cansaré de amarlos.
Perdonen todos mis errores!
Disfruten de su lectura!
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Makoto en cuanto vio el rostro de Rin, supo que estaba más que molesto, ahora el por qué lo estaba, era un asunto de tres opciones. La primera, era por la hora tardísima en que había llegado, él siempre llegaba al departamento antes de que se escondiera el sol, casi nunca hubo un día en el que llegara en el reino de la noche, eran muy pocas las veces en que pasaba, y cuando sucedía, Rin estaba con él. La segunda opción, se trataba de que al estar en la biblioteca, puso su celular en silencio, olvidándose de quitarlo al salir, por lo que no se percató de ninguna de las veintitrés llamadas del pelirrojo. La tercera y última opción, tenía que ver con la presencia del pelinegro con hermosos orbes oceánicos y sexy sonrisa (esbozada en aquel momento), que estaba a su lado. Como las tres opciones entregaban una gran oferta, decidió irse al mejor postor, que era la tercera. Él no era idiota, sabía muy bien que una de las debilidades de su amigo de la infancia, era su tierna y dulce sonrisa, que lograba ser un arma letal, pero que en esta ocasión, resultó ser una de doble filo, porque sólo hizo que Rin frunciera más el ceño. Cruzado de brazos, apoyado en el umbral de la puerta y con sus infiernos escarlata ardiendo iracundamente, se hizo a un lado para darle la pasada; si Makoto era inteligente, no se despediría del nadador que muy amablemente se ofreció a acompañarlo, por lo que sólo le dio una mirada furtiva e ingresó al departamento.
—No te veo muy alegre esta noche, Rin —Dijo Haruka, obviamente disfrutando de la situación.
—Ve a buscarte una ramera —Contestó agrio, cerrando la puerta de un portazo. Haruka simplemente se encogió de hombros, era normal que Rin se enojara, su temperamento era muy alterable. Se encaminó hacia la estación, definitivamente esa noche tendría sueños encantadores con aquellos orbes esmeraldas.
El chico de sedosas hebras olivas se sentó en silencio en el sofá, temiendo por su vida, pegó un pequeño salto al sentir el fuerte ruido que hizo la puerta al cerrarse, el regaño del adolescente de orbes rojizos se le hacía prácticamente inminente.
—Te dejé la cena en el microondas, estoy agotado, buenas noches —El chico de gafas se sorprendió al no escuchar ningún grito ni nada por el estilo.
— ¿No... Vas a decirme nada? —Lo miró extrañado, Rin se dirigía a su habitación cuando le preguntó, por lo que se detuvo y se volteó a mirarlo molesto, prácticamente como si quisiera matarlo. Makoto comprendió de inmediato que no debía hablar más, así que sólo suspiró resignado y se dirigió a la cocina para calentar su cena, pegando otro salto al escuchar un segundo portazo.
A la mañana siguiente, el día estaba bastante frío, Rin se había levantado con la sangre más calmada, aunque seguía un poco enfadado. Se metió a la ducha para darse un relajante baño de agua caliente antes de irse a la universidad. Se quedó pensando en lo ocurrido anoche, realmente estaba furioso, y por otro lado muy preocupado (aunque esto último por ningún motivo debía saberlo el chico de ojos verdes) porque Makoto era un lindo, muy lindo idiota, lo que aumentaba el peligro de que anduviera solo por la noche, en especial por el barrio en el que vivían, pues no era el mejor de Tokio, la verdad es que era uno de los peores, y si a eso se le agregaba la compañía de Haruka que era como la de un violador en potencia que usaba su encanto como droga en sus víctimas, la preocupación la tenía por las nubes; su molestia era porque el precioso chico no le hizo caso sobre su advertencia de mantener las distancias con Haruka, y el pelinegro tampoco le tomó en cuenta cuando se la hizo. Él perfectamente podría decirle a su dulce amigo, lo que era el nadador de orbes oceánicos realmente, pero se llevaba bastante bien con Haruka como para perjudicarlo de esa manera, pues no era de esos bastardos que le hacía daño a sus amigos por el placer de hacerlo.
ESTÁS LEYENDO
Juegos de Seducción
RomansaNanase Haruka, era un seductor de primera clase, amaba el sexo pero odiaba el romance. Nadie podía evitar caer en sus encantos de depredador, la persona que él quisiera la tenía sin mayor esfuerzo; pero cuando conoce a cierto chico, se da cuenta de...