Buenas tardes mis preciosas criaturas!! Estamos a punto de terminar la semana! Eso me alegra pues he estado muuuuy ocupada, en serio, estoy muy ocupada, sólo estoy viviendo para llegar a mi casa a dormir.
Bien, algunas criaturas leyeron mi comunicado, otras no, así que háganlo porque no lo escribiré de nuevo, pero en breves palabras se trata sobre que estoy haciendo mi práctica profesional, recuerdo que soy psicóloga, y mis pacientes son de alta complejidad, con esto me refiero que a mí sólo me asignan pacientes con riesgos, intentos e ideación suicida. Es agotador, es difícil y es aterrador por el simple hecho de que una vida esta dependiendo de ti. Además de eso, estoy en proceso de tesis y siendo parte de una investigación de la escuela de psicología de mi universidad, pero además, tengo clases en las noches, por lo que llego muy tarde a casa y no tengo tiempo para escribir. Así que para no dejar en hiatus este lindo fic, opté por acortar los capítulos, por lo que tendrán mucho menos palabras. Espero comprendan!
Muchísimas gracias a todas esas preciosas criaturas que han comentado, votado, leído mi fic, son lo mejor del mundo y la galaxia, las amo!!!
Sé que algunas criaturas no entienden la actitud de Makotito, pero ya la entenderán.
Perdonen mis errores y lo cortito del capítulo.
Disfruten de su lectura!
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Salió rápidamente del departamento, todo era blanco, la nieve cubría de manera precisa cada rincón de Tokio, se dirigía a la cafetería como siempre, frotó sus brazos recordando aquel calor tan reconfortante y curativo, Makoto lo había abrazado, pudo sentirlo entre sus brazos y como nunca en su vida ha pasado, lo disfrutó, disfrutó cada segundo de aquel abrazo, como si fuera un juguete roto al que reparaban con suma delicadeza y dedicación, entonces se preguntaba, ¿Algo dentro de él estaba herido y necesitaba ser sanado? Se estremeció ante aquel pensamiento. Él jamás pensó en los demás, en si los dañaba o no, pero tampoco, y esto sí que era un secreto que no imaginó hacerlo consciente hasta ahora, jamás pensó en él, nunca le importó el dañar o ser dañado, sin embargo, Makoto con un sólo gesto, le hizo notar, cuan herido se encontraba, heridas viejas, heridas nuevas, heridas que no se atrevió a tocar. Él era un seductor de élite, estaba más arriba que los mejores, pero cuando se trataba de aquel ángel de hermosos ojos esmeraldas, su pedestal se derrumbaba, su ego superficial desaparecía, y ya no estaba en la cima, no, se encontraba en lo más hondo de su ser, aquel que no permitió salir en ningún momento, aquel que enterró y del cual se olvidó. Su verdadero ser, que ahora era un total desconocido, y le aterraba, prefería mil veces las pesadillas que encontrarse consigo mismo. El sexo siempre lo desconectaba del mundo, su placer propio era lo que siempre estaba buscando, la euforia que jamás encontró. Se dio cuenta, se dio cuenta de que no conseguiría esa supuesta euforia perdida en Makoto, porque aquel chico era más que eso, aquel ensueño utópico era amor puro, tan puro que le asustaba ensuciarlo. Él era un juguete usado, acostándose con quien se cruzase, engatusando como gato en celo, salivando por las sobras que tiraban a la basura. Los juguetes usados nunca serían amados realmente, y eso es algo, que nadie le enseñó. Agradecía a Kisumi por mostrarle un juego bastante divertido, pero cuando se ha jugado muchas veces, todo se vuelve aburrido. Makoto merecía algo mejor, y él quería ser ese algo mejor, pero, ¿Cómo lograría desintoxicarse de su propio pasado?, ¿Cómo podía simplemente renacer como una flor de nuevo aroma?, pero lo principal de todo y lo que más le angustiaba era, ¿Cómo enamorar a Makoto sin mentirle? Quería otro abrazo, porque sentía que se había roto un poco más.
—¿Qué es eso? —Preguntó el chico de hebras olivas a su amigo/hermano/padre.
—Un gato —Respondió Rin mirando su "arte latte". Makoto miró al supuesto gato dibujado en el café, que en realidad parecía una mancha blanca— ¿Por qué lo miras tanto? Es obvio, mira aquí están las orejas —Apunto a unas leves formas puntiagudas.
—Ya veo, ¿Es el gato imaginario que tenías cuando eras niño? —Dijo dulcemente el más alto, a lo que el de orbes escarlatas se sonrojó notoriamente.
—¡No lo es! Y no digas esas cosas en voz alta, tengo una reputación que mantener —Rin miró a sus demás compañeros y suspiró tranquilo al ver que nadie lo había escuchado— En fin, al menos puedo hacer más que simples corazones que confunden a la gente, todos los clientes piensan que les estás coqueteando, ten algo de dignidad por favor.
—Ya dije que no le estoy coqueteando a nadie, sólo estoy practicando y los corazones son más fáciles de hacer.
—Si tan sólo supieras... —Murmuró Rin mirando algunos de los clientes que tenían la mirada fija en Makoto— ¿Para quién es ese Expresso?
—Bueno... —El muchacho de hermosa sonrisa alzó la mirada al ver a la persona que estaba entrando. Haruka se veía entumecido por el frío. Le entregó una leve sonrisa, Rin sólo volteó los ojos. No diría nada, no perjudicaría a nadie, pero no bajaría las alarmas, porque si Haruka le hacía un poco de daño a Makoto, él diría toda la verdad, incluso si significaba perder la amistad del pelinegro— Aquí tienes —Makoto le entregó el café en cuanto el nadador prodigio se acercó a la barra.
—Gracias... —Haruka intercaló la mirada entre el café y la hermosa sonrisa de Makoto, ¿Podía abrazarlo ahora? Necesitaba de su tacto para poder repararse.
—¿Piensas ir a nadar? —Decía Rin quien fijó su mirada en el bolso deportivo del muchacho de orbes oceánicos— Hoy harán 0 grados, ¿Estás loco?
—Tal vez —No importaba cuan abrigo se pusiera, nada se comparaba al calor que emanaba su ángel, ¿Por qué no pudo conocerlo antes?
—Eso no está bien, puedes enfermarte —Dijo Makoto preocupado, y en su mente, el pelinegro le dio la razón, porque aquel muchacho era autoridad absoluta en su corazón.
—El agua de la piscina es templada, estaré bien —Hizo un leve gesto que no se sabía si se podía categorizar como el esbozo de una sonrisa.
—¿Iras solo? Puedo acompañarte, mi turno está por terminar —Ofreció con su dulce voz aquella mística criatura que no podía dejar de admirar.
—¿Qué? Tú nunca vas a la piscina, te da miedo —Rin estaba asombrado, el lindo idiota, cobarde como un gato que huye del agua, ¿Se estaba ofreciendo acompañar al egocéntrico nadador? Comenzó a preguntarse si estaba soñando o no, y en caso de que fuera un sueño, ¿Sería una clase de pesadilla?
—Está bien, sólo lo acompañaré, no entraré al agua de ninguna manera —Ahí estaba, esa táctica mortal que no tenía compasión por nada ni nadie, aquella diabética sonrisa que podía inducir al coma.
—Haz lo que quieras —Suspiró Rin para luego darle una mirada amenazadora a Haruka. El pelinegro asintió levemente, el mensaje había sido recibido, "No hacerle nada a Makoto".
—Te ayudaré en hacer la cena —Makoto estaba sonriendo, si estaba alegre o si estaba fingiendo, Rin no podría descifrarlo— Ah... Creo que debes practicar con los corazones, es más fá...
—Ya vete —Lo interrumpió para seguir practicando sus gatos hechos de leche. Está bien, si Makoto quería acercarse a Haruka estaba bien, si Haruka quería cambiar por Makoto, también lo estaba, pero lo que no estaba bien, era mentir, y el pelinegro llevaba toda una vida oculta que no quería revelarle a su supuesto verdadero amor.
Haruka salió de los camarines con su traje de baño puesto, miró a Makoto que estaba sentado en las gradas, saludándolo dulcemente, se preguntaba por qué se había ofrecido a acompañarlo, pero el caminar junto a él bajo la nieve, hizo que el mundo se volviera una fantasía, los roces sutiles y no intencionados, la voz suave y dulce que trasmitía tranquilidad, y la calidez mágica que emanaba, no podía entender cómo la nieve no se derretía ante tal ángel encantador, ¿Lo estaba idolatrando? No, sólo estaba cayendo de lleno en el amor. Pudo notar que su cara comenzaba a ponerse roja, por lo que salió de sus pensamientos y se zambulló en el agua, usándola como escape de sí mismo. Sólo se dejó llevar, nado olvidándose de dónde estaba, el agua se volvía ligera y lo envolvía acariciando cada parte de su ser, como si fuera parte de ella, nadó libre, libre de todo, de su vida, de sus emociones, de su mente. Sólo era él danzando un vals compuesto sólo para uno. Salió a la superficie para volver a tomar aire, y cuando abrió sus orbes oceánicos, no pudieron despegar la mirada de la mano extendida hacia él acompañada de aquella preciosa sonrisa. Dudoso, temeroso, impactado; extendió su propia mano para ser tomada. Entonces se dio cuenta que aquel vals realmente estaba hecho para bailarlo de dos. Una verdadera y genuina, aunque pequeña sonrisa adornó su rostro.
Esta era su invitación al baile.
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Juegos de Seducción
RomanceNanase Haruka, era un seductor de primera clase, amaba el sexo pero odiaba el romance. Nadie podía evitar caer en sus encantos de depredador, la persona que él quisiera la tenía sin mayor esfuerzo; pero cuando conoce a cierto chico, se da cuenta de...