"Momentos inesperados"

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Buenas noches mis preciosas criaturas! Lamento la tan larga demora, no me he sentido bien, pero aquí está la tan ansiada actualización. 

Datos a aclarar: Los Izayakas son los bares tradicionales japoneses, las Ema, son trozos de madera que se usan para escribir los deseos que se piden a los dioses sintoistas, en los templos de Japón. 

Muchas gracias por todos los comentarios y por leer mi fic, me alegra que les guste. Siempre tendrán mi amor. 

Por favor, perdonen todos mis errores. 

Disfruten de su lectura!

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Makoto se acomodó su bufanda ante el frío de la nieve, los copos blancos que se derretían tan sólo con tocar superficie alguna, hacían que su corazón se sintiera cálido, era la calidez de Haruka, se sonrojó al recordar la "confesión" de aquel nadador tan particular, el sentimiento que tenía era tan agridulce, sentía que no podía liberar su corazón, no podía ser libre como el chico de hermosos orbes oceánicos, ¿Podría escapar a ella algún día? Aunque las consecuencias le lluevan encima, quería ser un poco atrevido, ¿Haruka podría ayudarlo?

—¿Estás listo? —Se volteó al escuchar la voz del mayor, era hermoso como toda criatura inimaginable, su abrigo negro y su bufanda de color azul hacían que lo envolvieran en un precioso y engorroso misterio, ¿Por qué alguien tan popular, tan perfecto, se fijaría en una persona como él?

—Sí ­—Respondió tratando de ocultar su sonrojo, sintiéndose mal, hace mucho que no podía dejar de sentirse mal por todo.

Caminaron lento hacia la estación de tren, ambos en silencio, cómodo o incómodo, ninguno lo sabía, ambos estaban perdidos en sus propios mundos, batallando con sus pensamientos. Haruka caminaba un paso atrás de Makoto, contemplaba su silueta y no podía evitar que su corazón diera vuelcos innecesarios, su ángel se veía solitario sin nadie a su lado, emanaba una linda luz, pero a nadie alcanzaba. De alguna forma pensaba que Makoto no combinaba mucho con el ambiente de invierno, se veía como para apapacharle, pero lo primero que uno pensaría al verlo, sería que chico más lindo y más solitario. Podía ver su cuerpo temblar, tenía sus manos en los bolsillos de su gruesa chaqueta, le llamaba la atención la cantidad de ropa que estaba usando.

"Makoto, ¿No te gusta el invierno?"

"Makoto, ¿Quieres que camine a tu lado?"

"Makoto, ¿Puedo tomar tu mano?"

"Makoto, estoy enamorado de ti, ¿Qué debería hacer?"

"Makoto, soy un mentiroso y tengo miedo"

"Makoto, estos sentimientos, ¿Son la demostración de que estoy vivo?

"Makoto... Te amo"

—Entonces Haru, sobre la cita, me gustaría... tenerla —Su arcángel lo trajo a la realidad en un instante, de forma tan rápida y brusca que se mareó al aterrizar— ¿Dónde iríamos?

—Yo... —Nunca había planeado citas con el fin de que el otro se sintiera bien, sus citas sólo eran para que todo lo que sucediera, fuera a su favor, todo tan estratégico y estricto, pensar que fue casi toda su juventud así, le causaba rechazo. Por eso, estar en pánico era tan justificable como su ansiedad ante esto— ¿Dónde te gustaría? —Se sentía como un niño pequeño que se esmeraba por hacer amigos, aquel niño que no dejó crecer.

—Bueno... Se acerca la época de exámenes, me gustaría ir a un templo, podríamos ir ahí y luego pasar por alguna pastelería bonita de Tokyo —Makoto era un desastre para planear citas, nunca lo había hecho, Sousuke siempre era el que proponía cosas y él, entusiasta aceptaba todo, sí, eso lo hacía dependiente a aquel nadador que tuvo y aún tiene parte de su corazón, lo sabía muy bien— Si quieres podemos ir ahora al templo.

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