EN CASA

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Habían pasado 2 meses desde que se despidiera de su padre en Estados Unidos. Ahora estaba de regreso en Tokio con un panorama completamente nuevo y emocionante. Estaba especialmente emocionada porque estaría cerca de Kagome y entraría a la universidad después de mucho tiempo. Era un agradable cambio después de administrar un restaurante de lujo en San Francisco.
A sus 28 años, sin un matrimonio ni hijos, era excelente poder regresar a su país natal. Estar en Japón le traía agradables recuerdos de una época feliz en su vida. Mientras el automóvil avanzaba por la majestuosa entrada recordó muchos momentos de su infancia junto a Kai, Kagome y sobre todo su querida madre.
Una vez que la casa fue visible pudo ver que su padre estaba afuera esperándola, reconoció la figura de Deborah junto a él y suspiró recordando las palabras de su hermano, con una vocecita nerviosa se dirigió a Koro.

"Koro-san?"
"Si niña?"
"Deborah realmente ama a mi papá cierto?"
"Se llevan muy bien, ella la aprecia mucho a pesar de todo!"
"... he estado pensando, creo que al principio no fui muy amable con ella y pues...solo quería decirte que me voy a portar bien de ahora en adelante"
"Pues ya era hora! Que muchachita tan terca!"
"Ay pero que...humph!"

Koro se limitó a sonreír entre dientes sabía que ese cambio de actitud completarían la felicidad de su jefe y amigo y además pondría a Deborah en las nubes. Al bajarse del automóvil su padre la recibió con un gran abrazo y sin pensarlo Rin se lanzó a los brazos de su padre como una niña.

"Papi, te extrañé mucho!"
"Yo también Angel!"

Separándose un poco de su padre Rin le sonrió a Deborah antes de abrazarla. La pobre mujer no supo que hacer y solo puso cara de asombro. Rin sacudió la cabeza sorprendida por la reacción y con una sonrisa les dijo que estaban radiantes y se les notaba lo enamorados que estaban.
Los dos se quedaron viéndola con la boca abierta, Deborah miraba incrédula a su marido y a su hijastra, no podía creer que fuera la misma que se había negado a reconocerla como la nueva Sra. Ikegami. Mientras bajaba el equipaje Koro miraba feliz la escena.

"Disculpe Srta. Quien es usted y donde está mi hija?"
"Ha ha Papá por favor, quisiera llevarme bien con mi madrastra..."
"Ma-madrastra?!"
"Disculpa te molesta que te diga así? Tienes un nombre hermoso, puedo llamarte Deborah?"

Deborah la miraba con una rara expresión en el rostro, pero cuando aquella mueca se transformó en una amplia sonrisa, Rin respiró tranquila. Al tenerla tan cerca se dio cuenta que era muy hermosa y con una gran vivacidad en su mirada.
Rin se conmovió por la expresión emocionada de Deborah y comprendió lo mucho que eso significaba para su papá sintiéndose tonta por haber tratado de entorpecer la relación de su padre.

"Me puedes decir como quieras!"
"Muchas gracias y discúlpame por todo los malos ratos que te hice pasar!"
"Eso ya no tiene importancia ahora, dime Rin tienes hambre?"
"Estoy que me muero!"
"Que bien" – Sin poder disimular su emoción y llamando a gritos a la cocinera Deborah se introdujo en la casa dejando a Rin con una sensación de ligereza en el pecho, como si se hubiera quitado un peso de encima.

Se quedó de pie viéndola pero se distrajo con la mano de su padre sobre su hombro, al verlo los ojos castaños de su padre estaban arrasados por las lágrimas, en ese momento Rin sintió un nudo en la garganta y como tratando de sonar despreocupada miró a su papá.

"Que pasa Papi?"
"...no sabes lo feliz que me haz hecho!"
"...perdóname es que yo...!"
"Te entiendo eres mi ángel te quiero!" – Mientras le hablaba su padre la abrazaba con tal fuerza que Rin sintió como sus huesos colapsaban bajo su peso.
"Papi me estás estripando, Papi porfa no puedo respirar!"
"Lo siento hija es que me emocioné!"
"Ha ha no importa yo también te quiero...!"

Una vez en la residencia su padre le dijo que el apartamento no estaría listo hasta dentro de un par de días. Lo había mandado a pintar y necesitaba algunas reparaciones, como rector de la facultad de medicina de la universidad, tenía varios privilegios de los cuales el Dr. Ikegami hacía muy buen uso.
Ese había sido el trato, vivir cerca pero no en la misma casa y aunque estaba un poco nerviosa por tener un roommate, su papá la había tranquilizado diciéndole que los estudiantes de medicina estudiaban sin descanso y vivían ahogados en un mar de asignaciones y exámenes.

La residencia para estudiantes de medicina tenía un cuarto disponible para Rin. Todo gracias a un estudiante que había decidido completar sus estudios en Estados Unidos y no en Japón. Saber eso la tranquilizaba de pensar que no le estaba robando el lugar a alguien más.
Su padre estaba feliz con aquel acuerdo, el apartamento estaba muy cerca de la universidad y de Kagome y de paso podría verla seguido. Su padre sabía lo importante que era Kagome para Rin ya que eran amigas desde la infancia.
Ahora la observaba con cariño mientras comía como si fuera el fin del mundo, preguntándose como lograba superar sus tristezas pasadas y proyectarse tan feliz y despreocupada.

"Rin, come despacio te va a caer mal!"
"No te preocupes papá es que está muy rico!"
"Por cierto Rin, Kagome dijo que la llamaras en cuanto llegaras!"
"Ok"

Cuando se levantó Deborah se la quedó viendo un instante antes de volverse para ver a su marido emocionada. El amable Dr. adivinaba los sentimientos de alivio y felicidad de su nueva esposa gracias al maravilloso cambio de actitud de su hija. Con una sonrisa y acariciando una de sus mejillas, Folken le habló.

"Como te sientes?"
"Muy feliz, pensé que este día nunca iba a llegar!"
"Ya vez, ahora ella va a saber lo maravillosa que eres!"

Los dos se fueron a sentar a la sala en silencio y abrazados. Después al irse a dormir Deborah sintió que una parte de su vida estaba completa. Ganarse el afecto de Rin era una agradable victoria.

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Su cuarto era amplio y estaba pintado de color beige, una da las paredes estaba llena de fotografías en blanco y negro de ella, su hermano, sus padres recién casados y de su vida en familia antes del fatal accidente.
Rin se acercó un momento a una pequeña foto de su madre, la recorrió suavemente con los dedos y suspiró. Al ver la sinceridad y emoción de Deborah se había dado cuenta que ella era una buena mujer. De alguna forma aceptar a Deborah ya no se sentía como una traición y eso le daba paz mental.
Miró a su alrededor y buscó una de sus maletas para sacar una pijama y cambiarse, una vez que lo hizo se dispuso a llamar a su amiga. Buscó en su cartera el número de teléfono, marcó y esperó a que le contestaran.

"ALO!" - la voz del otro lado de la línea era prácticamente un arañazo verbal
"Ah...Buenas Noches por fa..."
"..." - la persona que había contestado la había dejado con la palabra en la boca pero Rin podía escuchar claramente como llamaba a Inuyasha a gritos.
"Aló?"
"Inuyasha?"
"Ahh hola tonta...como te fue?"
"Bien muchas gracias!"
"Oye y el apto?"
"Mi papá me dijo que lo están reparando y pintando. Podré mudarme en un par de días. Voy a tener un roommate pero no sé quien será?"
"Algún aburrido estudiante de medicina!"
"Seguramente!"
"Bueno nos vemos mañana, te paso a mi novia!"

Al escuchar a su querida amiga del otro lado Rin gritó de alegría, dándose cuenta lo mucho que la había extrañado. Conversaron de todo, del viaje, la universidad y todo lo que podrían hacer juntas de ahora en adelante. Rin no le dijo nada a Kagome pero tenía pensado quedarse a vivir en Japón, para no volver a estar sola.
Se pusieron de acuerdo para almorzar al día siguiente con Deborah y su padre. Cuando le contó que había decidido darle el lugar a su madrastra Kagome fue menos que entusiasta acusándola de ser egoísta y malcriada porque Deborah era una buena persona que quería sinceramente a su padre.

"Pero Kagome...ay bueno creo que tienes razón!"
"Ha! Por supuesto que tengo razón!" –Al escucharla Rin soltó la risa, Kagome no se daba cuenta pero había momentos en que sonaba igual que Inuyasha.
"Porque te ríes Rin?"
"No por nada es que en verdad tienes toda la razón amiguita, oye por cierto quien me contestó?"
"Ah eso! Es que tenemos un invitado después te cuento, pero me las va a pagar es un grosero!"
"Pero quién?"
"Mañana te cuento no te preocupes!"
"Esta bien, nos vemos mañana!"

Al despedirse y colgar el teléfono Kagome estaba feliz por tener de nuevo a su amiga cerca. Luego recordando los gritos de su cuñado frunció el ceño y se encaminó a la sala de televisión, donde Inuyasha y Sesshoumaru estaban viendo una película. Una vez ahí se paró frente a su cuñado con las manos sobre la cadera en actitud desafiante. Los dos hermanos la miraron con cara de no entender nada.
"Por favor Sesshoumaru no contestes el teléfono de mi apartamento de esa forma!"
"Ah?"
"Ya me oíste, sé que estas cansado pero eso no es culpa de la persona que llama!"
"Pero Kagome... yo que hice?"
"La que llamó era mi mejor amiga!"
"Ah! disculpa no lo volveré hacer!"
"Gracias ahora me voy a dormir!" - se despidió de Inuyasha con un gran beso y un abrazo meloso según el seco gusto de Sesshoumaru, sin embargo verlos así le recordó a su prometida.

NECESITO UN DOCTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora