SOY TUYA, ERES MIO

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Al llegar al hotel, Sesshoumaru le ladró un saludo al encargado del hotel y siguió caminando hacia las habitaciones. Al notar que el pasillo estaba desierto, la sostuvo entre sus brazos y le dio un beso tan apasionado que Rin se erizo de pies a cabeza. Separándose de él con ambas manos, la gatita le reclamó en todo juguetón.

"Doctor estamos en pasillo!"
"Tienes razón, ven pequeña vamos a la habitación!"
"Jajaja"

Tomándola de la mano con sus dedos entrelazados, caminaron en busca de su cuarto. La distancia que los separaba de la habitación parecieron km, cuando finalmente llegaron, Sesshoumaru deslizó la llave electrónica pero la puerta no se abrió. Junto a él, Rin soltó una risita y deslizó su mano hasta la cintura y sobre el zipper de Sesshoumaru. Acariciando sugestivamente, le pidió que se apartara para ser ella quien abriera la puerta. El doctor se atragantó al sentir los dedos de Rin y en ese momento supo que la personalidad alegre y juguetona de su gatita, llegaba hasta la intimidad.

"Déjame abrir la puerta!"

Sesshoumaru la rodeó por la cintura y sumergió su cara en el cuello de Rin, mientras que ella abría la puerta, besó su delicado cuello deslizando la punta de la lengua por la sedosa piel. La gatita soltó una risita de placer y empujó la puerta para que se abriera. En el instante que la puerta se cerró, Sesshoumaru movió sus manos desesperado para acariciarla y refunfuño cuando ella lo detuvo con cariño.

"Pero Rin?"
"Ay que si que lindo, crees que te voy a dejar así tan fácil después que me torturaste...no doctor, te toca sufrir!"
"P-pero...sufrir como?"

Rin hizo una cara fingiendo inocencia y Sesshoumaru tragó grueso mientras su conciencia gritaba que se dejaran hacer de todo. Rin lo guió hasta la cama, lo hizo apoyar la espalda en el respaldar, y le acaricio el cabello con los dedos, deslizando ambas manos con suavidad fuera de su cabeza. Sesshoumaru la miraba literalmente babeando, porque aquella faceta sexy de Rin, era totalmente desconocida para él, aun cuando había soñado con eso un millón de veces. Ella se mordió el labio inferior presa de los nervios y la emoción. Sentándose sobre él, comenzó a desabrochar cada botón muy despacio, una vez que la camisa estuvo abierta, la deslizó con ambas manos fuera de los fuertes hombros. El doctor sentía el corazón en la garganta, todo su cuerpo pedía a gritos acariciarla por lo que verla tomarse su tiempo para desvestirlo y admirarlo, era la mas deliciosa de las torturas.

Dejando que su voz fuera una extensión de su agitación física, Sesshoumaru llamó a la gatita por su nombre preguntándole si ya la tortura había acabado. Al escucharlo, Rin soltó una burbujeante carcajada y acarició sus pectorales con el dedo índice.

"No puedes usar tus manos hasta que yo te diga!"
"Pero Gatita!"
"Gatita nada, te vas a portar bien o quieres que pare?"
"Me porto bien!"
"Así me gusta!..."

Ella se lo quedo viendo un segundo y una idea se le vino a la mente. Con una sonrisa irresistible, le preguntó a Sesshoumaru si estaba dispuesto a todo por ella, sin titubear y para felicidad de Rin, el Grandulón contestó que si. Dando un chillido de felicidad, bajó de la cama y regresó con algo que había sacado del closet, un par de medias de rayitas que usaba para dormir. Extrañado, Sesshoumaru le preguntó que pretendía hacer con las medias, ella no le contesto y volvió a sentarse sobre él asegurándose de moverse para que la pudiera sentir. En el fondo de sus pensamientos, casi podía ver a su conciencia rezando para que la fantasía de estar atado a una cama y a merced de la gatita se hiciera realidad.

"Vamos jugar Grandulón, yo te amarro y tu te dejas torturar por mi!"

Como única respuesta, Sesshoumaru sonrió mientras extendía las manos para que lo pudiera atar sin problemas. Erizada de pies a cabeza, la gatita lo besó apasionadamente antes de sujetar sus muñecas. Luego, la vio deshacerse de su blusa, se veía tan sensual decidida a torturarlo, que su cuerpo empezó a calentarse con la idea de hacerle el amor. Tomándose su tiempo, Rin ató a Sesshoumaru de manera firme. Una vez que estuvo satisfecha, se levantó, se puso de pie en la cama y ante la mirada lasciva de su doctor, se deshizo del jeans quedando en ropa interior. Estaba decidida a atormentarlo muy a pesar de sus propios deseos de desvestirse y dejar que le hiciera el amor. Sentándose nuevamente sobre él, se dedicó a cubrir de besos todo el pecho haciendo que Sesshoumaru gruñera de placer, durante largos y maravillosos minutos. Luego se abrazó a él para poder besarlo a sus anchas, como había soñado tantas veces en los últimos días.

NECESITO UN DOCTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora