Dos semanas después...
Habían pasado dos semanas desde que regresaran y sin darnos cuenta navidad llego con el también... El departamento de Rin y Sesshomaru estaba decorado de manera sutil para el doctor, pero aún tenía en su cabeza lo que acontecido en la cabaña y aunque se repitiera que no, Sesshomaru no podía olvidar las palabras de Rin. No solamente aquella confesión involuntaria, sino también todo lo feliz y querido que se había sentido al estar con ella y rodeado de sus nuevos amigos. Eso lo atormentaba, porque deseaba que su vida fuera así ahora y para siempre, pero sabía que Susan no encajaba en aquella deseada realidad. Con aquellos pensamientos rondando en su cabeza, Sesshomaru continúo preparándose.
En dos días seria navidad y aunque no quería tenía que asistir a un día de reuniones con Inuyasha y luego visitarían un nuevo y muy importante cliente, a dos horas de ahí. Al salir de su habitación, Rin estaba tomando el desayuno sentada en la mesa. La gatita tenía la mañana libre y estaba desayunando todavía en pijamas. Al escuchar la puerta ella se volvió sin imaginar que Sesshomaru vestía de traje y corbata.
Al verlo, Rin entreabrió la boca como hipnotizada.(Wow! Se ve tan guapo y es tan varonil...esa corbata la escogí yo y ese es el traje que compramos aquella vez, cuando me dijo que yo lo relajaba...ummm quisiera saber qué fue lo que le dije en la cabaña, ni siquiera sé porque sigo pensando en eso...)
Dándole un último vistazo de pies a cabeza, Rin se aclaró la garganta y le pregunto porque la elegancia.
"Hola Grandulón a dónde vas tan guapo?"
Levantando una ceja, Sesshomaru torció la comisura de su boca en una sonrisa. Sentándose junto a ella le dijo que tenía que acompañar a Inuyasha a varias reuniones. Mirando con el rabillo del ojo de reojo, para que no se diera cuenta que lo estaba admirando, Rin notó que tenía la corbata ligeramente torcida, inconscientemente se inclinó sobre él para arréglasela. Sesshomaru no dijo nada y aprovechó la oportunidad para detallar las facciones de Rin. Era tan distinta a Susan, en todo. No era ni remotamente lo que él había pensado como su mujer ideal, y sin embargo, estaba cautivado por ella. Lo que realmente lo desubicaba, era no saber a ciencia cierta que hacer al respecto. En el momento que terminó de acomodar la corbata, Rin lo miró un segundo con una sonrisa.
"A qué hora regresas? No se olviden tu e Inuyasha que la cena será en la casa de mi papa"
"Regresare hasta mañana pequeña. Después de las reuniones tenemos que visitar un cliente. Dormiremos allá! Pero estaremos aquí para la cena en la noche"
"Como que mañana?...emm quiero decir claro, por supuesto es tu trabajo! Traten de llegar antes pero tengan mucho cuidado"
Mientras le preparaba una tostada a Sesshomaru, murmuraba algo de que no le gustaba quedarse sola, pero que por suerte tenía al doctor youkai para hacerle compañía. Cautivado por aquella pataleta entre dientes, Sesshomaru pasó sus dedos por la corbata con suavidad y recibió el pedazo de pan que le había preparado. Tratando de suavizar 'el golpe' le sugirió que fuera a dormir con Kagome esa noche.
"Creo que es mejor si pasas la noche donde Kagome ya que ella también se quedara sola!"
"Sí que fácil decírmelo ahora, después que me lo lanzas como balde de agua fría... ahem, como dije antes el trabajo es el trabajo! Pero...segurísimo que ya mañana estarás aquí conmigo!"
"Seguro gatita, quieres que te traiga algo?"
"Siii, algo lindo! Por favor tengan cuidado"
Una vez que Sesshomaru terminó de desayunar, se lavó los dientes. Luego de hablar con Inuyasha por teléfono, le dijo adiós a su pequeña. Al sentirse abandonada, la gatita se guindo de su roommate en un abrazo más que cariñoso, obligando al doctor a soltar la maleta para estrecharla contra su pecho.
Rin no sabía porque, pero la idea de quedarse sola le era atroz. Aprovechando que estaban abrazados, pego la nariz al cuello masculino aspirando su varonil aroma. Con los ojos cerrados, Rin respiro una vez más sobre Sesshomaru y luego le dio un besito demasiado fugaz, para el gusto tanto del doctor como su conciencia.
Separándose solo lo necesario para verlo, Rin le pidió que se cuidara mucho. Motivado por la ternura de la gatita, el doctor le dio un beso en la frente y otro en la mejilla. Ella no podía adivinar que el doctor se iba con el corazón en la mano por dejarla sola.
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NECESITO UN DOCTOR
Hayran KurguUn guapo chico llegará a estudiar medicina, pero nunca se espero encontrar en el mismo lugar a una mujer que pondría de cabeza su vida...