Un poco de alcohol

101 13 0
                                    


Nuestro plan iba a la perfección, dejamos las peleas a un lado y contribuimos a la armonía que tanto ansiaba Ali; los siguientes días, convivimos bastante bien y a pesar de los comentarios hirientes que nos dirigíamos el uno al otro, logramos mantener la calma.

Las cenas y ver la serie de la temporada se habían convertido en nuestra rutina diaria, los fines de semana sabíamos que teníamos alguna actividad extra y según la lista, en está ocasión tocaba salir de fiesta. Entre una larga discusión, mi amiga y yo logramos convencer a los hombres de ir a un club nocturno en nuestras tierras; primero porque a excepción de la cena entre familias, nunca habían pisado Aguascalientes y segundo, porque era bien sabido que nuestra ciudad contaba con alguno que otro lugar decente para celebrar.

─entonces ¿tu familia no tiene problema con que hoy durmamos en tu casa? ─preguntó Gerardo quien iba sentado al lado de Ali; estábamos a nada de llegar.

─para nada, obviamente prefieren que nos quedemos aquí que regresemos a las tres o cuatro de la mañana a la sierra, estaremos un poco apretados pero mi familia adora las visitas ─agregué. Estaba feliz, la pequeña reunión sería un tanto extraña pero me alegraba saber que al menos la pasaría bien con conocidos.

Llegamos solo para toparnos con que el lugar estaba a reventar, la multitud de jóvenes se empujaban unos a otros intentando llamar la atención del cadenero para que les dejara pasar. Mis acompañantes comenzaron a buscar al cazador quien ya nos había confirmado su llegada junto a Luis Andrés y mis otras dos mejores amigas.

Gerardo fue el que los encontró hasta el frente, por lo que procedimos a acompañarlos; en el corto camino, nos dirigieron unas miradas curiosas lo cual era normal al observar lo excéntrico que lucía nuestro grupo. Una vez dentro, nos llevaron a una de las mejores mesas ubicada en el segundo piso para después recibir dos botellas de cortesía; todo gracias a los contactos de Pato. Cualquiera que viera al chico, pensaría que de seguro y tenía conexión con la mafia, tenía una habilidad sorprendente para conseguir lo que quería.

Nos servimos nuestro primer vaso y brindamos como buenos mexicanos, las chicas nos juntamos y tras compartir alguna que otra historia, nos volvimos a contemplar el lugar que comenzaba a atiborrarse.

─¡santa madre! qué bueno que Pato consiguió la sala privada ─soltó Ale que se encontraba a mi lado, al igual que ella volví mi mirada hacía el primer piso coincidiendo con mi amiga; entre la oscuridad, las luces y la música alcancé a visualizar a caras conocidas que no me era tan agradable ver, bufé, era una de las maldiciones de vivir por aquellos lares.

"Pueblo chico, infierno grande" pensé.

No tuve tiempo de quejarme, alguien tomo mi mano y halo hacía sí, me volví confundida, esperando que fuera alguno de los prometidos solo para llevarme la agradable sorpresa al descubrir que era Pato. Me dio una vuelta y me volvió a acercar a él, se acercó y pregunto cómo iba con los presuntos, gruñí dando a entender todo, sonrió tristemente y me dio una palmadita en el hombro.

─sé que antes lo decía de broma pero si lo consideras necesario podemos casarnos ─soltó en mi oído antes de sonreírme, le devolví el gesto y negué con la cabeza.

─no puedo pedirte eso. Lo aprecio con todo el corazón pero sería injusto, no quiero que pierdas la oportunidad de casarte con la persona que verdaderamente amas ─dije. Hizo que girara de nuevo y sólo por un segundo alcancé a visualizar a mis prometidos; un gesto de preocupación por parte de Luis Javier, una ceja enarcada de Ferrán quien parecía molesto. "Acaso... no, de seguro se arrepintió de venir a Aguascalientes".

─no lo sería, es común que nos casemos por compromiso, ya sabes "mantener viva a mi gente" se supone antes de graduarte de la academia es normal que ya estés comprometido, me estarías haciendo un favor en ahorrarme el tiempo y así podrías huir de este martirio ─agrego; me parecía duro, una cosa era que me quitaran mi derecho, otra que yo hiciera lo mismo, no era quien para obligar a una persona a pasar el resto de su vida conmigo.

El Pacto TequilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora