Visita a los Cuervo

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Ferrán.

Nuestra primera cita oficial había sido todo un éxito, había decidido llevar a Majo a la misma locación que la vez anterior, donde habíamos hablado sobre el cómo escaparnos, sin embargo, para esta ocasión había preparado el lugar para un pequeño picnic, unos libros para que ella escogiera cual leer, unos juegos de mesa y poder descansar bajo la sombra de los árboles; ella había quedado encantada, pudimos hablar sobre nuestros series favoritas, o historias de la infancia, me platico un poco de su familia, que a pesar de conocerlos había una interacción casi nula con ellos.

—debería de presentarme formalmente —dije

—pero ya lo hiciste... en aquella cena cuando tu y Javi llegaron apestando a alcohol —respondió la chiquilla. Baje la cabeza avergonzado, era más que seguro que su familia tendría una mala impresión de mí.

—lo sé, pero fui un patán. Le agradezco a tu padre el haber sido tan condescendiente con nosotros, pero tengo el vago sentimiento de que no le agrado tanto a tu madre o a tu hermana, y no se diga que no conozco ni en foto a tu hermano mayor...

Ella tomó su celular y se enfrasco en su carrete de fotos hasta encontrar una fotografía familiar, parecía en algún tipo de reunión, Don Julio estaba en medio de la foto a su lado la señora Josefina, junto a ella estaba Majo cargando a un niño pequeño, Luz Mariana colocando los hombros en una niña haciendo pucheros, y del otro extremo un joven de no más de treinta años que era la copia de don Julio junto a una mujer de melena rubia y ojos verdes.

—mi hermano Julio Adrián se casó a los veinte años con Marianela porque terminó embarazada de Alexa que ahorita tiene seis años, después le sigue Alejandro con cuatro años y el más pequeño es Guillén, tiene 2 añitos —dijo ella sonriendo a la foto, entonces procedí a hacer lo mismo. Busqué entre mis fotos, para enseñarle a toda mi familia.

—ya conoces a mis padres, en orden este es Ander, Adara, Calista, Julia, Caya, Daría, después voy yo, Elicia, Lorena, Isidra, Pía, Rosalina y Fadia —termine. Cuervo observó la foto, viendo a su nuevo clan. Estaba sorprendida de que fuésemos tantos, pero al ser hombres lobo era un tanto normal.

—creo que tienes razón. Si te parece bien podemos entonces viajar en estos próximos días a Aguascalientes para comer con mi familia y así conozcas a todos, pero a cambio debemos hacer lo mismo con tu familia, de verdad me gustaría conocer a todas tus hermanas —dijo ella emocionada, no sin antes regalarme un suave roce en los labios

...

Ahí estábamos unos días después, estacionados fuera de la casa provisional de los Cuervo Aguirre, estaba sumamente nervioso; para intentar no verme tan matón llevaba una playera blanca de manga larga, y pantalones negros para verme un poco formal, mi chica lucía fenomenal con un vestido blanco. Suspire, me había sorprendido que Pato nos dejase salir de la hacienda a pesar de la situación con la secta religiosa, alegando que si éramos lo suficientemente cautelosos no pasaría nada. Nos bajamos del coche y tome de la mano a Majo, que parecía hervir, esperaba nuevamente no le fuera a pasar nada como lo de unas noches atrás. Después de timbrar nos abrió su padre pidiéndonos por lo bajo que no mencionáramos nada de que ya estábamos casados, puesto que mi madre esperaba que mínimo uno de sus hijos "hiciera las cosas bien" y tuviesen una ceremonia religiosa como se debía. Ambos asentimos.

Las cosas fueron bien al principio, Julio Adrián se volvió mi amigo de inmediato, ambos éramos como dos gotas de agua y a pesar de que la señora Josefina parecía algo distante, me trató con sumo cariño, dándome la bienvenida a su familia, los sobrinos de mi esposa parecieron encantados de encontrar un nuevo juguete, me pedían que los cargara y persiguiera por la casa mientras Marianela me pedía disculpas, por último, Luz Mariana que llevaba consigo a su mapache Roberto me tendió la mano como símbolo de paz, no sin antes obligarme a que el último me mordiese como una tregua de paz entre animales, la chica sí que era rara, pero me parecía divertido que se dejara llevar por sus ocurrencias.

—por cierto, sé el secreto cuñis. Majo y papá me contaron todo, deberían de bajarle a lo jariosos —dijo en un susurro antes de partir tranquilamente, dejándome sonrojado mientras el pequeño Guillén me halaba del brazo, sin embargo la situación se volvió algo curiosa después del brindis de Don Julio, al traer la carne, mi querida Cuervo pidió la que casi estaba cruda, diciendo que no le apetecía tanto la que estaba recién cocinada, la comió con gran facilidad, dejando ver aquellos colmillos de mujer lobo que comenzaban a brotar, después de rato, rasgo una parte del vestido de su cuñada al tomar la tela entre manos; la observaba detenidamente, dándome ternura y risa al ver su reacción de confusión y de frustración, sólo esperaba que su madre no supiera a que se debía.

Ya para cuando se ocultaba el sol, nos despedimos, afirmando que teníamos que regresar a la hacienda por ordenes directas de Patricio.

—estoy odiando esto de la transformación —dijo la chica frustrada una vez que yo prendía el motor.

—debes llevarlo con calma, es normal que pasen esas cosas. Me alegra que por el momento no sea tan doloroso y sólo sean pequeños accidentes—agregué. Ella suspiró.

—es que, si duele un poco, me pica la mandíbula y siento extraña la piel —terminó. Ya salíamos del lugar, le tendí la mano, esperando que aquello la consolara un poco. Entonces decidió cambiar de tema, por fin estábamos al sur de la ciudad, tomando camino por la carretera.

—¿qué te pareció la comida?...

—me encantó, se ve que se llevan bien y todos tiene una buena energía, la que me parece peculiar es tu hermana, pero se ve que se divierte con todo eso...

—le encanta causar revuelo en la gente, en realidad es más tranquila de lo que aparenta...

Para ese momento todo ya estaba completamente oscuro, traía las luces altas puesto que no parecía haber gran movimiento de vehículos, algo que era un tanto inusual para los camiones con cargamento.

—me parece genial, su mapache da algo de miedo pero no me quejo...

—entonces, ya que formalmente eres parte de mi familia, ¿Cuándo vamos a cenar con la tuya? —pregunto la chica acercándose a plantarme un beso en la mejilla. Sonreí a aquel gesto, comenzaba a sospechar que lo usaba como un tipo de chantaje que me agradaba recibir. Volví la mirada nuevamente al frente, viendo como había una mujer plantada a mitad del camino. Moví bruscamente el volante logrando evadirla, seguí avanzando no sin antes dar una mirada en el espejo retrovisor, debíamos avanzar rápidamente.

—¿qué fue eso? —preguntó Majo que volvió su cabeza.

—¡Majo siéntate bien! —dije, sabiendo que algo raro estaba pasando, se escuchó algo tronar seguramente una llanta. Intenté mantener estable el coche, pero parecía imposible, comencé a frenar dando un movimiento brusco al volante, de repente, una fuerza invisible nos impactó, nos volcamos. Sentí varios golpes, vidrios cortando, cuando abrí los ojos estábamos bocabajo, me quite el cinturón cayendo al techo del coche, Cuervo estaba inconsciente, me acerque a ella y quite su cinturón intentando bajarla con sumo cuidado, aún respiraba pero había mucha sangre. Sentía mi cabeza zumbar, me había metido un buen golpe en la cabeza.

Salí del coche, utilizando la fuerza que tenía para arrancar la puerta del copiloto, saque a mi esposa, escuché pasos, nos estaban rodeando. Comencé mi transformación, sentí mi cuerpo ensancharse, mis colmillos crecieron.

—tomen a la chica —escuche de un hombre. No podrían conmigo, no dejaría que se llevaran a Cuervo, gruñí, dando a entender que aún podía luchar, alguien se acercó por detrás, traía una vara, intentó golpearme, pero lo detuve a tiempo, sin embargo, me dieron otro golpe por detrás, haciendo que cayera de rodillas, me levante más confundido, pero volvieron a atacar, con cuchillos, con más palos, una herida fue debajo de la costilla, me intente cubrir, y rasguñar a quien pudiera, sentía que mis sentidos fallaban, varios se treparon sobre mí, deteniéndome. Alguno encajo algo cerca de mi cuello, causando una somnolencia inmediata, que me tiro por completo, ya no podía sentir nada.

—podríamos llevárnoslo y entregarlo como sacrificio —dijo alguno. Lo callaron de inmediato, alegando que mi olor los delataría.

—no vale la pena, de todos modos, se está desangrando, déjenlo morir —terminó otro ¿lo estaba? Me volví ligeramente viendo el charco escarlata rodeándome. Sentía como mi visión se desvanecía, alargue el brazo viendo como mi querida Majo desaparecía frente a mí.

El Pacto TequilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora