Citas y Conflictos

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Tres días sin saber nada del porta-paliacates, eso era bueno. En aquellos momentos me arreglaba para mi primera cita con Luis Javier; a partir del incidente con el vehículo todo terreno me había negado rotundamente a salir de la casa causando, no era por malcriada, sino, había quedado medio traumada por aquello así que las actividades al aire libre quedaban descartadas para mí. El mirrey y la bruja de la hacienda habían quedado preocupados por mi estado de ánimo, por lo que después de armar un plan, me permitieron respirar el aire de la ciudad.

─me gusta el vestido negro, pero siento que es demasiado elegante ─comenté a mi mejor amiga que me ayudaba a escoger mi outfit. No sabía lo que me deparaba pero tenía indicaciones de Javi, de ponerme un vestido bonito puesto que daríamos una gran vuelta por León.

─tal vez el vestido verde. Tendría una mejor idea sino fuera porque Javier se niega a decirnos la sorpresa que te tiene...

─bueno pues, el verde será, creo es adecuado para cualquier momento ─solté satisfecha. Terminé finalmente de cambiarme y salí de mi habitación para ser sorprendida por el chico de cabellos rubios con un ramo de flores gigante.

─son quinientas rosas ─comentó con orgullo el chico. Lucía una camisa azul de rayas verticales, obviamente a medio abrochar, jeans y sus ya conocidos mocasines rojos, sonreí amablemente, por más mal que fuera su vestimenta, no debía juzgarlo, era mejor persona que el motociclista lleno de pulgas.

─gracias, ¿te parece si las dejamos en el florero de la entrada? Pienso que lucirán maravillosas ahí ─agregué. El chico sonrió, estaba encantado con la idea.

Finalmente partimos de la hacienda y nos sumergimos en las calles de León, Guanajuato; estaba maravillada, parecía que el chico tenía todo planeado para que fuera una cita perfecta, no paraba de explicar lo emocionado que estaba por lo que haríamos hasta al menos las seis de la mañana, hora que estaríamos de vuelta en la hacienda, caminamos enfrascándonos en una conversación sobre historia y nimiedades de la antigüedad, lo cual me parecía interesante. Todo parecía ir a la perfección hasta que llegamos a nuestro destino principal para nuestra primera cita... un club nocturno, corrección "El mejor antro de Guanajuato" como había dicho Javier.

Suspire, claro que tenía que ser. El lugar como era lógico estaba a reventar, sin embargo, parecía que conocían a mi acompañante, puesto que en cuanto lo vieron, movieron a toda la gente para que entraramos, dieron la mejor mesa del lugar y trajeron la mejor botella de alcohol que podían ofrecer.

─¿Qué tal? ─gritó en mi oído el chico. No podía escuchar casi nada.

─bien ─comenté. No tenía nada en contra de aquellos lugares pero no me fascinaban. Como buena mexicana que era, la fiesta corría por mi sangre por lo que una o dos veces al año paraba por estos lares.

Javi me sirvió un vaso y después me sacó a bailar, era bueno, tenía que aceptarlo y a pesar de que habían canciones en las que teníamos que bailar pegaditos, el mantenía su distancia.

Así bailamos sin parar hasta casi la una, donde me excuse para ir al baño. Estaba cansadísima, si hubiera sido por el chico seguiríamos en la pista, solté un largo suspiro y me lavé las manos antes de recomponerme y salir nuevamente al calor de la pista; no di muchos pasos cuando vi a cuatro chicas encimadas en el vampiro, sonreí, claro que tenía pegué. Me quedé parada, observando el comportamiento de este, ¿qué haría?...

Para mi sorpresa, parecía un tanto incómodo. Sonreía y se dejaba abrazar, pero parecía que no soportaba la sensación de que lo estuvieran acosando, entonces, procedí a rescatarlo; en cuanto me tuvo en su rango de visión sonrió de oreja a oreja y se soltó de una de las chicas que parecía empeñada en no dejarlo ir.

─¡Majo, que bueno que llegas! ─asentí, a lo que el procedió a hablar ─pero no creas que fue mi intención, ellas se acercaron, yo no soy así ─añadió rápidamente. Quería morir de la risa, pero me contuve y en cambio negué con la cabeza, indicando que no había problema.

─disculpa llegamos primero, ¿okay? Es mejor que te vayas ─dijo una de las facilonas no sin antes tomar el brazo de Javier. Sonreí inocentemente, no me pelearía por algo tan sencillo como eso, por lo que otra agregó.

─sí, soló vete. Dudo mucho que le importes, ni siquiera estás tan bonita....

─si ustedes lo dicen. Siendo sincera no importa tanto que se lo queden ─comenté sonriendo, quería ver las reacciones de las personas, tal vez fuera extraño pero me divertía hacerlo. Sensación de triunfo por parte de las chicas, sorpresa y un dejo de dolor por parte del chico.

─solo que dile eso a él, parece que la cara de asco que tiene por ustedes explica su sentir al respecto...

Todas abrieron la boca anonadas.

─¿Qué esperaban con ese maquillaje corrido y vestimenta de prostituta? ¿Atrapar al galanazo del lugar? Mejor vayan a buscar a algunos borrachos, tal vez les presten un poco de atención...

Luis Javier se tapó la boca y contuvo una risilla. Las chicas, como era lógico, enfurecieron pero gracias a la rápida aparición de un guardia de seguridad, no pudieron continuar con el pleito.

─¡eso fue impresionante Majo! ─gritó el chico. Yo le sonreí.

─gracias, gracias... ahora que la tormenta se fue, ¿podemos regresar? Sé que aún es temprano pero recuerda que soy una simple mortal y necesito dormir ─dije. Él chico asintió con la cabeza.

...

Estaba tirada en el sillón de la sala, echada con los pies encima del respaldo, esperaba que la sangre subiera a mi cabeza, según información extraña que había encontrado, te ayudaba a pensar. Ali pasó, se detuvo y me regaló una mirada de madre preocupada. Le sonreí.

Era normal que estuviera tan confundida, no había sido la peor cita de la vida, pero tampoco había sido la mejor; no llevaba ni un mes en aquel lugar y ya quería ponerme a llorar, no sabía qué hacer, era como si tuviera una soga en mi cuello ¿Seguía siendo un hecho el tener que escoger a alguno de mis prometidos? Necesitaba consejo. Urgente.

─¿te parece si hacemos una noche de chicas?...

─¿Solo nosotras dos o invitamos a Gerardo? ─agregué, mi amiga comenzó a reír.

─no, no; creo no tenemos problema en traer a Sofía y Ale. Tarde o temprano tendrías que revelar la verdad, así que... ¿Por qué no ahora? Estás demasiado tensa y gracias a los sucesos recientes estás cerrada a las posibilidades  ─terminó. Los ojos se me iluminaron, eso era justo lo que necesitaba. Me levanté de un brinco y abalancé en mi amiga para darle un gran abrazo.

─¿vamos por ellas? ¿Ellas vienen?...

─le pediré a alguno de los mayordomos que vaya por ellas, creo tenían que regresar a la ciudad para comprar la despensa ─agregó, sin dejarla seguir con lo que fuera que hacía la halé de la mano. Teníamos mil cosas que preparar.

El Pacto TequilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora