Vestir para impresionar

237 22 2
                                    



Llegamos al aeropuerto, no había razón para quejarme de mi vuelo, me levante, sintiendo un gran peso en el pecho; me negaba a bajarme del transporte.

─¿Qué procede madre? ─dije volviéndome a la reina de la casa con la almohada pegada en la cara, me mordí el labio, sería difícil resistirme a no molestarla.

─Pues seremos recibidas por un cazador quien nos escoltará a nuestra casa. Según me comentaron las noticias corren rápido y necesitaremos protección ─dijo mi madre, Ali se volvió hacia mí con una sonrisa plantada en su rostro, había dado en el clavo, ya teníamos al tequila "Cazadores". No presté mucha atención, ¿Por qué necesitaríamos de guardaespaldas?

─¿Y quiénes son ellos o qué? ─pregunté mientras procedíamos a bajar del avión.

─Pues son hombres y mujeres guapísimos que se dedican a proteger y mantener la paz para que puedas renegar como siempre haces ─dijo alguien al pie de las escaleras.

─¿Pato? ─comenté viendo a mi robusto y alto mejor amigo; ¡dios santísimo redentor!, ¿él también estaba involucrado?, él chico sonrió y abrió los brazos para que me acercara y le diera un abrazo, sin pensarlo dos veces me dejé llevar por mis reflejos acurrucándome en su pecho, el me dejo atrapada.

 ─te odio, ¿Por qué tienes que estar aquí? No es justo que me hagas esto, ¿así que eres un supuesto cazador? ¿Sabías de todo esto? ─dije más como un lamento que reclamo.

─Claro que lo soy y créeme que el mejor ─guardó silencio un segundo y tras sostener la mirada suspiro.

─perdona que nunca lo dijera, lo tenía prohibido. Juro que si hubiera sido por mí, te habría dicho todo desde el principio ─agregó.

─¿Entonces eres una mentira? ¿Qué nuestra amistad está basada en engaños? ─añadió imprudentemente Alyiana, mi mejor amigo negó con la cabeza y guardó silencio, si lo que ella dijera llegara a ser cierto me partiría el corazón, pero confiaba en él. No era el momento para aquellas preguntas.

Pato ayudó con maletas y después de dar indicaciones a un séquito de personas que lo seguía, el coche salió del aeropuerto con destino a mi casa. Nuestro camino fue silencioso durante los primeros quince minutos hasta que el chico hablo.

─Señora, Ali, Majo... disculpen por nunca haber dicho la verdad ─comenzó serio, las tres mujeres del coche nos volvimos a él ─a partir de que se supo que eras una de las presuntas prometidas, fui asignado a protegerte... de esto hace cinco años aproximadamente, por obvias razones, tenía que mantenerme profesional, pero fue imposible, me he encariñado con ustedes y más que una amistad se han vuelto parte de mi familia ─comentó, no pude evitar escapar una sonrisilla; ese era el Juan Patricio que conocía.

─Lo único que no te perdono es el que no me dijeras nada de los "matrimonios" ─exprese, mi amigo me regalo una sonrisa de medio lado.

─Me sorprende que te preocupe más lo del matrimonio que lo de que sean un chupasangre y un perro con pulgas ─dijo. Volví los ojos hacia el techo del coche.

─Eso no lo creeré hasta que lo vea con mis propios ojos ─comenté.

Finalmente llegamos a mi casa sólo para ser recibidos por un bullicio de gente corriendo, haciendo y deshaciendo. Todo eso sólo significaba una cosa, mi madre los había invitado a cenar, esto era un gran error, me volví hacia la culpable que me sonreía como niña inocente, no podía creerlo, mi propia madre me estaba lanzando al matadero.

Observé enojada y con ganas de arrancar todo, entonces, de entre la multitud apareció mi hermana menor Luz Mariana que se lanzó a atacarme a mí y a su madrina Alyiana.

El Pacto TequilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora