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Al día siguiente todos nos encontramos tratando de desayunar, aunque ninguno de nosotros tiene mucho apetito que digamos.

—Ayer había mucha gente en el entierro, ¿no? —me dice Aleena sentada a mi lado.

—Sí, mi tío era muy querido por la gente de aquí. —respondo bebiendo un sorbo de jugo.

—¿Por qué? —pregunta intentando susurrar, pero parece que mi padre logra escucharla.

—Porque, la regla de todo buen narcotraficante es ganarse a la gente. Mi hermano tomo esta comunidad como su refugio, y para asegurase de que nadie hable hay un solo método que puedes usar.

—¿Amenazarlos de muerte? —pregunta Aleena despreocupada, a lo que Edward y yo la miramos sorprendidos. Ni siquiera mi hermano o y n os llegábamos a dirigir de esa forma a nuestro padre.

¡Me encanta tener a una chica como ella de cuñada!

Mi padre mira a Lena y luego frunce el ceño tratando de ocultar su sorpresa, después continua:

—Ese es un método, pero no es muy eficaz.

—¿Por qué?

—Porque tarde o temprano las personas se pueden volver en tu contra. Si tu sometes a un pueblo por la fuerza, tarde o temprano este se revelará contra ti. Llegara un momento en donde ya les habrás quitado todo, hasta el miedo. —Aleena lo mira atenta — En cambio, si ayudas al pueblo, les brindas oportunidades y seguridad, jamás te entregaran. Eso es lo que mi hermano hizo aquí; lego a una comunidad pobre y de escasos recursos y les brindo casas, escuelas, hospitales, pavimento las calles, construyó la plaza principal ayudando así al comercio y mando poner alumbrado pub lico. Nicolas hizo mucho más por esta comunidad en solo dos años de lo que el gobierno hizo en casi seis, por eso la gente del pueblo lo quería y lo protegía. No se metía con nadie que no estuviera involucrada en el negocio o que no le estuviera causando problemas, y aun con esas personas siempre respeto a la familia. Cuando tu le das tanto a un pueblo que no tiene nada ellos te van a proteger hasta del mismo gobierno, pues no les convendría perderte, si te pierden, pierden las escuelas, los hospitales, su forma de vida. Incluso para someter a un pueblo se debe de ser inteligente.

—Siendo así, —responde Aleena y mi padre la mira sin esconder su sorpresa— lamento mucho la pérdida de su hermano. Parecía ser un gran hombre.

—Era el mejor. —le dice Aurelio con una sonrisa triste en su rostro.

Después de eso todos terminamos nuestro desayuno en silencio.




... ... ...




—Muy bien, ¿ahora que sigue? —pregunta Aurelio a mi padre.

Después de comer nos hemos reunid en la que era la oficina de mi tío para discutir cómo es que se van a quedar las cosas con el territorio que manejaba Nicolas.

—Nosotros vamos a seguir manteniendo el control de las bodegas del área comercial de San Diego. —comienza a decir mi padre mirando un mapa enorme de la republica mexicana y de los estados unidos que esta extendido sobre la mesa en el despacho de mi tío. Es una de esas mesas que usan en las salas de juntas de las empresas.

Carpe Diem III [Saga CARPE DIEM 3] *SIN EDITAR*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora