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Conduzco por las calles sin el menor cuidado, brincándome algunos altos y esquivando varios coches con forme aumento la velocidad del vehículo.

Avanzo por una avenida, pero no me percato del auto que intenta incorporarse al trafico fluyente, por lo cual me veo obligada a dar un violento volantazo para esquivar el carro y no impactar contra él. Se escucha el chirrido de las llantas quemándose contra el asfalto seguido de varios bocinazos y blasfemias.

—¿Sabes Sam? De nada servirá que hayamos escapado del Infierno si morimos en el intento de llegar a donde ellos —me dice Aleena sosteniéndose con fuerza de su asiento y recargando uno de sus pies contra el tablero.

—Tranquilízate, solo no lo vi venir. Y baja tu maldito pie de mi tablero.

—Lo hare si tu bajas un poco la velocidad, en realidad aun no me apetece morir —me dice con un ligero tono asustada.

Ruedo los ojos y libero un poco el acelerador... pero solo un poco. En realidad, la aguja no ha bajado casi nada.

Aleena lo nota y suspira.

—Dios, tú y tu hermano son exactamente iguales. Solo espero que no se atraviese un autobús o estaré teniendo un dejavu.

Enarco una ceja sin saber a lo que se refiere, pero no le tomo mas importancia al divisar a lo lejos el sitio que busco.

Poco a poco nos acercamos a un enrejado que yace destruido, a lo lejos se escuchan los disparos de ambos bandos confrontándose y sé que debemos darnos prisa antes de que se involucre la policía.

Sin aminorar ni un poco la velocidad, giro el volante y entro deforma violenta al recinto. La camioneta avanza por un camino empedrado que te dirige hacia la residencia y, a un par de metros de la entrada, nos encontramos con varios cuerpos de hombres y lo que parece ser su primer anillo de seguridad destruido.

—Entraron sin problemas —le digo a Aleena mientras que ella comienza a preparar sus armas.

Avanzamos y pasamos el que parece el segundo anillo de seguridad. En este no solo hay cuerpos de hombres tirados en el suelo, también yacen dos camionetas, una a cada lado del camino, como si las hubieran impactado con algo y el golpe las hubiera arrojado a un lado, y con eso escuchamos cada vez más cerca los disparos.

Pronto llegamos al final, alzándose al fondo una gran mansión y frente a nosotras varios de mis hombres tratando de cubrirse como pueden con lo que queda de las camionetas que traían consigo, pues los disparos provenientes de la casa no cesan.

Acelero y giro el volante esquivándolos, avanzo y los adelanto, después vuelvo a girar el volante e interpongo mi camioneta entre la entrada de la mansión y lo que queda de mis hombres, protegiéndolos con mi auto. No me preocupo por que la camioneta está blindada.

Los disparos comienzan a impactar contra mi coche, mis hombres dejan de disparar para asomarse a ver que se interpone entre las balas y ellos. Al verme, abren mucho los ojos mas que sorprendidos con mi presencia.

—Samantha —me llama Aleena de una forma extraña y después me empuja del brazo para que me mueva. Su ventanilla ya tiene varios disparos.

Acto seguido abro mi portezuela y desciendo desenfundando dos de mis armas y girándome de inmediato para comenzar a disparar.

Lenna pasa las piernas por encima de la palanca de velocidades y sale del auto por mi lado, después avanza hasta la parte trasera de la camioneta y también ella comienza a disparar. Esa distracción le da tiempo suficiente a mis hombres para que salgan de los restos de los automóviles con los cuales hacen el pobre intento de protegerse y se unan a nosotras.

Carpe Diem III [Saga CARPE DIEM 3] *SIN EDITAR*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora