Carpe Diem III [Saga CARPE DIEM 3] *SIN EDITAR*

25.

Maldita sea, esto no puede estar pasando justo ahora. ¡Mierda!

Me giro y miro a las chicas quienes me observan atentas.

—Hay que regresar al Infierno. Ahora —ordeno bajándome de un salto del toldo de mi camioneta, pero ellas me miran sin inmutarse— ¡¿Qué rayos hacen ahí paradas?! ¡Muévanse! —les grito y reaccionan. Aleena rodea mi camioneta y se sube de inmediato del lado del copiloto. Abro la puerta y subo observando a lay y a Marissa correr al otro auto y subir a él.

Una vez que me he asegurado de que ellas estén dentro de su camioneta enciendo el motor y acelero dando media vuelta y levantando una nube de polvo a mi alrededor, y conduzco de regreso a mi departamento rebasando los 12 k/h y asegurándome por el espejo retrovisor que Lay mantenga mi paso pues ella quien va conduciendo.

Activo el comando de voz en mi móvil y lo arrojo sobre el tablero.

—Llamar a Adam —le ordeno al aparato y una voz monótona me responde con un "llamando a Adam móvil"

Los tonos que indican que la llamada está siendo conectada me parecen eternos y los pocos segundos transcurridos siento que nunca han de acabar, pero gracias a Dios pronto la voz de Adam se hace presente desde mi celular.

—¿Qué pasa? ¿Está todo bien? —responde tranquilo y sonando un poco cansado, pero la situación que se está presentando me obliga a usar un tono de voz más alarmado:

—¡No, nada está bien, todo esta jodido! ¡¿Dónde mierdas están todos?! —grito dando un volantazo para esquivar una enorme roca en medio del camino.

—Saam, ¿no prefieres que conduzca yo? —pegunta Aleena aferrando una de sus manos al sillón y otra al vidrio.

Le dirijo una mirada de pocos amigos y con eso basta para que guarde silencio.

—¡Adam! ¡¿Dónde mierdas están todos?!

—Los chicos fueron a atacar un prostíbulo de Jackson y a nosotros nos llego una alerta de que habían entrado gente de Jackson por el área este. Vinimos a ver, ya revisamos todo el lugar y no hay nada. Creo que fue falsa alarma.

—Bueno, eso es porque no entraron por la zona este, sino por la zona sur y ahora mismo nos están siguiendo.

—¡¿Qué?! ¡¿De qué mierdas estás hablando?!

—Hablo de que vine con las chicas a los terrenos del fondo para practicar con las armas y vimos cinco camionetas que de seguro entraron por la puerta sur. Ahora vamos de regreso al departamento, pero no servirá d nada si no hay nadie más para cubrirnos. No sé cuántos más vengan o si solo hayan enviado ese grupo.

—Mierda —exclama por lo bajo y casi puedo verlo pasando su mano libre por su cabello —regresen al departamento y enciérrense ahí, nosotros vamos para haya.

—Sabes bien que eso no va a pasar.

—¡Samantha!

—¡No servirá de nada! ¡No sabemos cuanta gente viene en esos autos! Entraran al edificio y comenzaran a atacarlo y no servirá de nada que nosotras estemos encerradas dentro del ultimo piso sin tener ningún sitio a dónde escapar.

Hay un silencio que se prolonga por unos segundo s de ambos lado s de la línea. Tanto Adam como yo estamos tratando de trazar una estrategia.

—¿Qué sugieres? —pregunta Adam sonando frustrado.