Capítulo 9: Sorpresas que no ¿Sorprenden?

24 17 0
                                    

Mayo de 1941











Mi madre le ha dado estrictas explicaciones a la nueva mucama ya que ella ha creído que la servidumbre que tenemos no satisfacen las habitaciones de visitas, no sé cuál sea su interés, Zoe está muy consentida ya por su quinto mes de embarazo, otra cosa la cual emociona a Erika, comprando cosas de bebé a más no poder y decorando una habitación para la criatura, sabiendo muy bien que Mark se va con su esposa a Alemania unos meses después que nazca el bebé y ni ha nacido y ya quiere realizar la fiesta de nacimiento. Será por eso.

Juego con la llaves del auto mientras bajo por las escaleras de la ala derecha de la casa, puedo observar a la nueva mucama limpiando unos jarrones y cuadros, lo más probable por órdenes de mi madre, sin embargo hoy veo más movimiento que lo usual, llevan comida fresca al área de la cocina mientras la sacan de las despensas y se desplazan de un lado a otro, limpiando hasta el aire. Después de detenerme un rato en los escalones observando tanta movilización, comienzo a bajar de nuevo dirigiéndome a la nueva mujer de servicio, es una señora joven, tiene un aspecto fresco y tatareara mientras limpia los adornos.

Sonrío, los dueños de esta casa deberían tener esa actitud, lo digo por Erika, mi madre que solo pasa farfullando y dando órdenes tontas hasta a su propia familia.

—Muy buenos días ¿Cómo le va en su primer día de trabajo, señora? —digo haciéndola girar del susto. Ella tiene el vestido azul y los delantales blancos de la servidumbre, se me hace conocida o familiar, pero estoy seguro que no la he visto en ningún lado.

—Dios, joven Eric no lo había visto, su madre me ha hablado de usted —dice con afabilidad mientras sonríe. —que mal educada, lo siento, soy la nueva empleada de servicio Georgina Jones

—Jones —enfatizo su apellido porque sé que es el mismo que el de Samantha ¿Será? —Se me hace conocido ese apellido —le contesto con un deje de curiosidad mientras me acomodo la boina azul oscuro.

—Sí, mi esposo le ha arreglado una mesa a su familia, Max Jones —explica mientras sus globos oculares se dirigen al jarrón para limpiarlo.

—La mesa quedó como nueva —le aseguro con gratitud verdaderas y una sonrisa.

—Por si necesita el trabajo de mi espeso de cualquier cosa no se olvide de llamar mi hogar, el número está en el formulario que su madre nos hizo llenar —avisa cantarina.

—No lo dudaré no se preocupe señora Jones —estaba a punto de preguntar sobre Samantha a su madre porque sé que es su progenitora solo hay que mirarla para darse cuenta del gran parecido hasta que escucho la voz de mi madre:

—Eric, ven

—Si me disculpa —bajo un poco la cabeza y observo a mi madre en una esquina a la puerta que da dirección a la sala de estar, mi padre está acompañándola. Suelto un suspiro retenido cuando llego a su lado, ella me agarra del brazo y entramos a la grande e iluminada sala que da vista al jardín, lateralmente. Ella me suelta y se sienta con mi padre en los sillones blancos, con su mirada azulada me obliga a sentarme al frente de ellos.

Genial.

— ¿Si? —me acomodo en el sofá y los observo bien elegantes, alzo una ceja y formo una sonrisa simpática para mi perfecta madre, haciéndola enojar. Según ella tomo todo a burla.

— ¿Qué te he dicho de distraer a la servidumbre? no hables con ellos —reniega y frunce su boca con cierto disgusto, suelto una risa desganada e incrédula.

—Solo es por eso ¿Enserio? Estaba siendo amable y dejar bien la cara de la familia, porque madre tú no ayudas mucho —mi padre niega con su frente en su mano y su codo en el reposabrazos. Ella sonríe, tranquilizándose a sí misma.

GOTAS DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora