Capítulo 17: Mi lugar favorito es donde estes tú

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Julio de 1941











Han pasado unos días desde que Eric vino a la casa e indirectamente o mejor dicho se me declaró de una forma muy directa. Iniciando un mes bien productivo según yo.

—Mamá —grita Rachel, corriendo hasta la sala de estar donde mi madre se encuentra viendo la televisión.

— ¿Qué sucede, rizos? —le indaga y al verme llegar frunce el ceño. — ¿Qué hiciste, Rachel?

—Solo le dije la verdad —le informa y reviro los ojos, mi madre me observa rendida ya que esa manía no me la va a quitar nunca ni porque me hable mil veces. Me acerco dispuesta a sacar a Rachel y mi madre mi detienen con su brazo creando distancia.

—Si no es para abrasarse no se puede tocar —me avisa y mi hermana asiente ante lo dicho.

—Anda que me molesta —aviso con petulancia. Mi madre da un sorbo de café que tanto ama. Ignorando el tema y fingiendo que le importa esta estúpida discusión de casi todos los días. Si me pusiera en sus zapatos actuaría de la misma forma, no la culpo. La situación se vuelve tediosa.

—Rachel —la regaña nuestra madre y ella sonríe fingida inocencia, mirándome a los ojos.

—Ya no lo haré, pero es divertido hacerla enojar —replica para disipar mi fastidio, me cruzo de brazos y alzo las cejas. No me es suficiente y peor, no es segura.

—Si tanto quieres divertirte ve y cuéntale chistes a tu reflejo en el espejo y ríanse —espeto y muevo mi pie derecho y me apoyo con el izquierdo. Mi madre nos observa mientras le da un sorbo al café.

—Rizos, basta, ya están grandes para discutir —expone Georgina con un tono un tanto despectivo. Rachel se relame los labios y mira hacia otro lado.

—Eric no te va a querer así de amargada —musita con claras intenciones que la escuche. Inhalo tratando de tranquilizarme. 

—Deja desilusionarte, pero ya me quiere — ¿me quiere?

— ¿Te lo ha dicho? —reitera ella con una risilla al final, en cambio mi madre suspira rendida y apaga la televisión para dirigirse a su habitación.

Lo pienso. —Decirlo no, sin embargo... —digo y al instante se carcajea, reviro los ojos. —Deja de reírte

—Ya, ya —dice entre dientes, acomodándose en el sofá.

—Pero para tu información sus gestos lo dicen todo —replico aun parada al frente de ella con la misma postura.

—Eso tienes razón —asiente ella. —han pasado unos días y apenas sueltas el teléfono, y las pocas veces que ha venido se quedan en el porche, no lo entiendo

—La respuesta eres tú, eres metiche

—Sammy, si no fuera por mí no fuera ¿novia? Yo que sé de Eric —dice encogiéndose de hombros. Esnifo.

—Ugh —bramo, dispuesta en ir a la habitación y olvidar la estúpida discusión.

En preciso momento el teléfono comienza a sonar, me adelanto a contestar antes que alguien más lo haga, casi cayéndome con los tacos, Rachel me mira curiosa y capaz agudizando su oído, como si fuera posible aunque a estas alturas no la voy a subestimar. 

—Hola —la voz profunda y acentuada de Eric Wilson se hace presente en el aparato, mis labios disparan una sonrisa sin querer.

— ¿Samantha? Soy Eric —dice como si no reconociera su voz, muy particular al resto. Me parece un gesto muy lindo. Me muerdo el labio inferior. Observo la pared para no mirar a mi hermana a la cual le doy la espalda.

GOTAS DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora