Capítulo 16: Todo lo que causas en mí

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Junio de 1941













Una semana ha pasado para que sea viernes. Una hastiada semana donde mi padre me explicaba asuntos laborales para estar al tanto de los negocios familiares. He llamado a Samantha y no he dicho nada sobre el almuerzo de hoy día, y tampoco saqué el tema porque no la he querido incomodar, puede ser que esté nerviosa o algo así, de paso hasta podía jurar que ella esquivaría el tema con tal la que me puso al tanto de todo fue su hermana en esa concisa llamada. El mes de junio al parecer no quiere acabar rápido y por una rara razón se me estaba haciendo tedioso. Hoy día decidí no llamar a la casa de la familia Jones, al fin y al cabo, voy a almorzar en su casa.

Mi madre ha estado merodeando como siempre viendo que todo estuviera en orden y lo más creíble es que mi nombre no ha salido de sus labios para nada, eso significa que son buenas señales, aunque tampoco debía de adelantarme, ella ha demostrado ser una bomba de tiempo, solo se la pasa esperando que el tiempo acabe para explotar y arrasar con todo.

Salgo después de una mañana pesada en la oficina de mi padre, debo recalcar que los números y la contabilidad son lo mío. Giro al lado opuesto para llegar a las escaleras y subir por el lado derecho a las habitaciones principales. Una vez en la habitación me adentro al baño para meterme en la bañera.

Salgo y con anterioridad me abrocho la camiseta limpia una vez cambiado. Abro la puerta y me encuentro a Zoe en el pasillo mientras lleva en sus manos zapatitos de bebé. Mark a al escuchar ruido abre la puerta de su cuarto que comparte con Zoe y la siguiente habitación es la del bebé, en el ala izquierda de la casa son las habitaciones de visitas.

Recordando que cuando era pequeño me gustaba explorar la casa, como si fuera lo más divertido del mundo. Zoe me observa con su peculiar hilarante aura y alza las cejas. Mark solo muestra su cabeza entre el espacio de la puerta entreabierta. Mark frunce el ceño.

— ¿Dónde tan elegante? —indaga Zoe con un tono divertido. Mark sonríe mostrando sus dientes de forma mordaz.

—Mejor dicho donde tan limpio —suelta con letanía. —Nunca te bañas, Eric —suelta una risa. Miro al techo buscando paciencia. 

—Ay Mark siempre tan solemne —ironiza su prometida dándole los zapatitos de bebé que son de un color blanco muy puro, quien los deja dentro de la hitación y vuelve a notar su anatomía completa.

—Capaz va a ver a una chica —supone Zoe, su barriga sigue creciendo y a veces hasta creo que puede explotar. —porque se ha peinado —señala. Mark hace cara de asombro mientras asiente.

—Sí, ya me di cuenta —las palabras de mi primo emanan diversión. —Parece que un gato lo ha lamido, y no tenemos gato —intenta tocarme el cabello. —de paso muchachote ¿Quién le dio permiso, eh?

—No molestas, Mark —digo y me recuesto en la puerta de mi habitación.

—Ya déjalo que se vaya, después se le hace tarde para ver a Samantha

— ¿Cómo sabes que es Samantha? —alzo una ceja y ella se encoje de hombros con obviedad.

— ¿No es ella? —replica. Mark ladea su cabeza con diversión y mera a Zoe.

—Claro que es ella, por otra persona este idiota ni se bañara, ni por él mismo lo hace —si un día dije que por Zoe no lo golpearía, estoy comenzando a pesarlo bien.

—Si me baño —reniego y me alboroto el cabello para evitar cualquier tipo de incomodidad.

—Ya vete —Zoe mueve sus manos en desdén, apurándome. —no la harás esperar y más, debes comprarle algo

GOTAS DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora