Veintiun

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— ¿Han pensado en mudarse? La otra tarde, mientras me hacían un tratamiento en el cabello en la peluquería, leí en una revista que, cambiar de ambiente suele mejorar el estado anímico de las parejas

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— ¿Han pensado en mudarse? La otra tarde, mientras me hacían un tratamiento en el cabello en la peluquería, leí en una revista que, cambiar de ambiente suele mejorar el estado anímico de las parejas. Tal vez eso es lo que ustedes necesitan, una nueva vida en otra parte... 

Melany bebió un sorbo de su limonada y con el pitillo removió los cubos de hielo. Su hermana, siguió parloteando unos minutos más, pero ella decidió sencillamente ignorarla. A pesar de que le llevaba sólo dos años, se comportaba como si hubiese vivido diez vidas.

La vitamina D que producía su cuerpo con el sol, la hacía sentirse saludable; hace mucho tiempo que no se ponía un vestido de baño y la visita repentina de su hermana había sido la excusa perfecta. Los años parecían correr con lentitud en ella, decenas y decenas de metros de piel tersa y blanca la cubrían por completo.

— ¿Qué hay del sexo? —Inquirió de nuevo su hermana. Melany la miró como quien no quiere la cosa y se volvió para cerrar los ojos de nuevo —¡Por Dios! No me digas que desde que te enteraste que estabas embarazada, ustedes no han...

— ¿Por qué no te callas de una buena vez? —Espetó, irritada.

— Ustedes dos son muy jóvenes, apenas si vas a llegar a los treinta y él ¿Cuántos es que tiene? ¿Treinta y dos? —Incrédula, se acomodó los lentes de sol de nuevo y bebió un poco de su cerveza —Se van a arrepentir de no aprovechar estos años de sus vidas, cuando ya tengan setenta y no puedan.

La rubia suspiró, recordando cuando había descubierto esa nueva faceta de su vida. Tímida al principio, pero luego como un frenesí imparable. Él, había colaborado a que sus ansias quedaran satisfechas cuantas veces quiso. Durante meses y meses, ella logró convencer a sus papás que iba a la biblioteca o casa de sus amigas de la facultad a hacer trabajos. Terminaba en el pequeño y acogedor apartamento de Steven.

Curiosa por explorar cada área del tema, ansiosa por estrenar sensaciones y sentimientos, él pacientemente resolvió sus dudas con una devoción casi obsesiva; con ternura, le enseñó de lo que él sabía y ella, sedienta de información, aprendió con rapidez. 

Y así, por años.

Pero cuando por fin había quedado embarazada, decidieron abstenerse hasta que se cumpliera el tiempo recomendado luego del parto. Temían hacer cualquier cosa por dañar el bebé o por ponerlo en riesgo. El tiempo apenas si se había cumplido cuando Patrick murió y desde entonces, ellos apenas compartían la cama para dormir.

Un año exacto, sin saber qué era sentirse el uno al otro. Mel, negó con la cabeza cuando un latigazo aumentó su necesidad por respirar y por acto reflejo, se humedeció los labios. Vio de soslayo a su hermana y la encontró con una sonrisa de paz en su cara, se preguntó qué tan feliz era ella con su matrimonio y se cuestionó en lo profundo de su mente.

***

—Llegué tan rápido como pude —Musitó Steven a su padre, casi que sin aliento. Su padre estaba sentado frente a la habitación de su esposa —¿Qué pasó? ¿Está bien?

Su padre se levantó los lentes para limpiar rastros de lágrimas en el borde de sus ojos. Por su parte, su hermano lo vio por debajo de su gorra. 

—¿Fue duro despedirte de tu amante? —Preguntó con desdén.

Máximo le dedicó una mirada de desaprobación a su hijo y Steven se mordió la lengua.

—Atacó una enfermera, —contó su padre, pasando una mano por su boca —olvidó dónde estaba.

El pecho de su hijo se encogió, pensando en cosas realmente malas. Vio de pasada a su hermano mellizo y lo encontró valorándolo con la mirada.

—¿Te reconoce? —Su voz temblorosa, fue demasiado obvia. Máximo asintió antes de hablar.

—Por suerte sí, pero el doctor dijo que se estaba degenerando muy rápido. Jack trató de hablar con ella esta mañana, pero estaba un poco adormilada por los medicamentos.

Alguien gritó pidiendo ayuda en el piso de arriba y varias sirenas sonaron de pronto. Un grupo de enfermeros salieron disparados hacia el corredor continuo y dos o tres mujeres con ropa particular, los siguieron, con la angustia grabada en sus rostros.

—¿Qué hablaste con ella? —Quiso saber Steven, dirigiéndose al hombre recostado contra la pared del cuarto enfrente.

—¿Qué te importa? ¿Por qué no vas a ver a loca de tu esposa? 

—Suficiente, Jackson —Ordenó su padre, engrosando su voz. Steven bajó la mirada, empuñando sus manos, exigiéndose auto control —¿Qué demonios fue lo que pasó? Me van a decir ahora.

—No pasó nad...

— ¡Ahora!

Steven aguardó por la reacción de su hermano, pero él sólo apretó los dientes y se fue, dejándolo sólo con su padre. Máximo se volvió hacia él, con un gesto severo. Steven tragó saliva.

—Melany agredió sin querer al hijo de Jackson.

—Eso ya lo sabía. Lo que quiero saber, es ¿A qué demonios se refería tu hermano con "amante"?

El joven hombre se detuvo por un segundo a ver su padre. El señor Máximo, siempre había condenado la infidelidad y se lo hizo saber a él, desde que Steven había sido visto por primera vez con una niña, en el colegio. Solía decir que las únicas cosas que hacían a un hombre un completo hijo de perra, eran: la violencia y la infidelidad.

Por desgracia, Steven había hecho las dos. Temió ver la reacción de su padre, pero pensó que peor era mentirle. Abarcó una gran cantidad de aire y musitó:

—Engañé a Melany.

Máximo observó a Steven por un largo rato, hasta que éste sintió la decepción salpicarle por todas partes cuando su progenitor negó lentamente con la cabeza y se fue, dejándolo solo.


UNA ROSA MARCHITA │COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora