Cuatro

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Si no fuera por el café, quizá Steven se habría convertido en un sociópata

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Si no fuera por el café, quizá Steven se habría convertido en un sociópata. 

Los sonidos que retumbaban en los tres pedazos de draibol en su "oficina", le sacaban de quicio. La punta de su esfero, repiqueteaba sobre el escritorio de su computador, marcando repetidas veces la misma tecla.

Llevaba quizá veinte minutos ahí, mirando a la nada, sintiendo cómo la vida pasaba a su al rededor, sin tenerlo en cuenta a él. Se recostó contra la silla, con el dolor acomodándose en sus músculos y suspiró hondo.

Edd, uno de sus compañeros de trabajo con los que sostenía una amistad desinteresada, lejos de la oficina, era quien ocupaba el cubículo de al lado. Tenía el cabello rubio y su piel era blanca con pequeñas zonas rojizas. Adam, era el de piel morena con cabello rizo corto, que estaba en el cubículo del frente, compartiendo el draibol.

Trabajar como arquitecto, no era tan emocionante como Steven había creído  en sus semestres agonizantes y desesperantes en la universidad. Su plan no era estar frente de un computador ocho horas al día, tomando café y sopas instantáneas. Edd y Adam, eran las dos razones por las que soportaba al egocéntrico de su jefe.

Ninguno alcanzaba los treinta y cinco años. Estaban en ese mismo rango de edad, madurez y capacidad, que los extinguía. Era como si las imitaciones de pared, absorbieran su vida. Claramente, Steven tenía un segundo foco de absorción en su casa. Sólo para él. Personalizado y único.

Se puso de pie, dispuesto a traer la quinta taza de café del día, cuando Alissa, apareció de la nada.

—El jefe quiere verlos a los tres, en la sala de juntas, en veinte minutos. —Informó la mujercita, siguiendo derecho hacia el salón donde se encontraban las fotocopiadoras. 

Adam se elevó por encima de su impedimento visual y observó a Steven, igualmente hizo Edd a su derecha.

— ¿Y ahora qué quiere esa víbora?— Cuestionó el hombre moreno de ojos verdes. Steven se encogió de hombros, volviendo a sentarse.

—De pronto nos hará un aumento —Bromeó el rubio, dejando una carcajada acompañada de su frase. Steven se deslizó, quedando medio acostado —¿Hicimos algo malo que involucre al resto? Estamos unidos en este trabajo, ¿Recuerdan?

—Lo único malo que he hecho esta semana, ha sido sacar la fotocopia dos veces por el mismo lado. —Comentó Steven, cerrando la pestaña de Youtube que tenía abierta —Pero creo que Edd, no entregó los planos de práctica.

—Sí entregué los estúpidos planos.

—¿Nos mientes, hombre blanco? —Inquirió Adam, enviando una mano a su pecho para lucir herido. —Ustedes los blancos, son personas malvadas ¡Nuestro jefe es blanco! Aunque juzgándolo por su maldad, debería ser albino.

— ¿Qué tal las cosas con Mel, Steven?— Cambió el tema Edd, después de un rato de risas. 

—¿Cómo puedes preguntarle eso? ¿No ves que tiene más ojeras que ganas de vivir?

UNA ROSA MARCHITA │COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora