Cap 24: ¿Médico O Miedo?

1.1K 81 0
                                    

Andy.

Me miré al espejo por un largo momento analizándome de pies a cabeza, luego me duche y vestí para irme al médico. Estaba muy nerviosa al pensar en ver de nuevo las  paredes blancas de la clínica. Vería de nuevo a mi psicóloga y me preocupaba que dijera que estaba teniendo una recaída o algo en mi cuerpo estaba fallando.

-¿Estas lista?- Mi madre estaba esperándome abajo con los brazos cruzados.

Camine a la salida y ella se dirigió al auto. Intercambiamos unas cuantas palabras hasta que llegamos a la Clínica de Sídney.

Esperamos hasta que una enfermera anunció mi nombre. Mis uñas estaban completamente mordidas. Un hábito malo que tenía.

-¿Cómo estas Andrea?- odiaba como pronunciaban mi verdadero nombre.

Todos asumían que mi nombre era Andy y así me gustaba. Pero realmente es Andrea, mi padre lo decidió así porque su madre se llamaba igual. Todo por herencia alemana.

-Sobreviviendo- dije pesadamente a la Srta. Cameron.

-Bien- anotó algo en su cuaderno- ¿Qué tal tu nueva escuela?

Alcé una ceja y miré a mi madre. Creo que estas dos habían platicado antes. Suspire tratando de ser amable y coloque una sonrisa postiza.

-Va bien.

-¿Alguna enemiga?

-No- mentí, mi madre era demasiado problemática y si se enteraba de Danielle, me cambiaria quizás a un internado la mierda del mundo.

-¿Has comido habitualmente?- bueno paso al tema de interés rápido. Así me iría pronto de esta tortura.

-Sip.

-¿Desayuno todos los días? ¿Almuerzos? ¿La cena?

-Sí, sí, no.

-Ya… ahora vamos a usar el detector de mentiras- se paró de su escritorio y fue a un estante que estaba lleno de aparatos extraños y tomo uno.

Mis manos comenzaron a sudar de repente. Odiaba esto, me preguntaban cosas horriblemente estúpidas. Y mi madre estaba aquí conmigo, se enteraba de cosas que no quería que supiera.

Aunque luego de un tiempo había encontrado una forma de disuadir a la maquinita.

Amarro la cinta a mi brazo y preparo la computadora. Respire profundo mentalizándome.

-Bien Andrea, empecemos. Respondes con un sí o un no.- tecleó- ¿Tu nombre es Andrea Ysabel Strauss?

-Sí

-¿Tienes 16 años?

-Sí.

-Muy bien, ahora con las preguntas que importan- saco una libreta y un lápiz.

Comenzó la fiesta.

-¿Comes todos los días?

-Sí.

-¿Te has drogado últimamente?

-No.

-¿Ingesta de alcohol?

Olvídalo todo, olvídalo todo, repetía en mi mente.

-Cero alcoholes.

-Trata de decir sí o no por favor, ¿Cigarrillos?

-De vez en cuando.

Mi madre suspiro, pensaba que lo había dejado la última vez que vine a esta mierda.

-¿Has tenido relaciones sexuales dentro del internado?

Mire a mi madre incrédula. Es que ¿era necesario que hicieran estas preguntas?

-¿Qué tiene que ver  eso con mi tratamiento?- alcé una ceja.

-Responde Andrea- exigió mi madre.

-Siguiente pregunta- la psicóloga prosiguió- ¿Has corrido nuevamente en Londres?

Me pare enfurecida de la silla y tire de la banda de mi brazo sacándomela.

-¡Esto es para meterte en mi vida y ver si he caído ¿no?!- le grite a mi madre- ¡¿Te digo algo?, deja de meterte en mi vida! Eres mi madre, pero me has abandonado la mitad de mi vida por trabajo. A sí que no te nace lo de madre sobre protectora.

Su mano voló a mi mejilla. Tomé mi cara por el lado que ardía, tenía mano pesada.

-Te guste o no soy tu madre niñita, y no, no te enviaré con tus abuelos de nuevo si es lo que quieres- me tomo del brazo sacándome del edificio.

Me iba subir al auto pero me logré soltar, y salí corriendo.

Paré en el centro de Sídney. Caminé hasta una biblioteca y me quede allí leyendo hasta que mis lágrimas cesaron.

Mi móvil sonaba pero de seguro era mi madre furiosa. Cuando lo decidí tomar, el identificador de llamadas decía “Maureen”. Conteste de inmediato.

-Andy, ¡tu madre me ha llamado toda la tarde para preguntarme donde estas!

-Me vale mierda, esa señora no le importa más que su trabajo, dejara de fingir importancia por mí en un rato más.

-No digas eso, es tu madre.

-No empieces Maureen. Sabes que mi madre está mal, y peor desde que esta por romper con mi padre.

-¿Qué ha pasado?- pregunto a los segundos.

-Montamos una escenita en el psicólogo. Mi madre ha hablado con la puta esa para sacarme información sobre lo que hemos hecho en SAF.

-¿Enserio lo ha hecho?

-Sabes que no tengo la imaginación para inventar estupideces.

-Vale, vente a mi casa hasta que tu madre se calme. No quiero tragedias.

Le agradecí y camine hasta su casa acariciando el collar que no me quitaba por nada. Me preguntaba que estaría pasando en el Internado, o si alguien había notado que no estábamos.

Toque la puerta y me recibió la señora Foster. Fui directamente a la recamara de Maureen, quien estaba con la música a todo volumen cantando.

Me vio y salto a mis brazos. Cocinó palomitas e hicimos una mini pijamada. ¿Por qué mini? Porque no estaba completa sin Nevenka y Mariah, pero sirvió para olvidarme de todo por un rato.

Locuras AdolescentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora