Cap. 28: Navidad

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Mariah.

Tenía mis maletas hechas para el viaje de mañana. Me juntaría con toda mi familia, como lo hacíamos cada dos años. Una tradición familiar.

Ahora papá conducía de camino a la casa de Nevenka, donde estaban todas reunidas.

Nos entregaríamos esta noche los regalos, porque cada una tomaría su destino después. Afuera había una gran tormenta de nieve.

-Vamos adentro, te ayudo con la bolsa- Maureen me ayudo con los regalos mientras bajaba del auto.

-Hace mucho frío- comenté.

Después de tomar una taza de cappuccino  para entrar en calor, comenzó la repartición de regalos. Nos sentamos frente al gran árbol navideño.

-De mí para ti- Andy me entrego un paquete color rosa con lazo dorado.

-¡Mierda es el CD que quería!- grite al abrirlo.

-La boca Mariah- me regaño Andy luego plantó una carcajada.

De inmediato le di mi regalo para ella. Un par de colgantes con la bandera británica.

-Son preciosos, gracias amiga- nos dimos un cálido abrazo.

Seguimos así, hasta que terminamos de entregar los paquetes coloridos.

-Oh, Alguien me ha dado un regalo para ustedes dos- recordé.

Corrí al auto y saqué los regalos faltantes. Luego se los entregué a Ann y a Maureen.

-¡Es un collar, que bonito!- exclamó Maureen- esperen, una nota.

La leyó en voz alta.

-“Para la novia que permanece en mi corazón a pesar de todo, te quiere, León”

Lanzamos un suspiro de ternura.

-Ahora es tu turno.

Andy abrió la caja rectangular de terciopelo negro. Había una pluma roja con circones verdes.

-Joder ¿Quién te dio el regalo?- pregunto Neve.

-Mary, ¿Quién ha sido?- Andy me miraba expectante.

Sonreí traviesa, ya tenía mi respuesta planeada hace mucho.

-No nos habías dicho que Luke Harrison estaba loco por ti.

Abrió los ojos como platos y examinó detenidamente el lápiz.

-¿Me estas tomando el pelo?

-No estúpida, el chico estaba muy nervioso cuando me dio la caja. ¿Ha pasado algo entre ustedes?

No contesto. Maureen cambio el tema diciendo que era tarde y debía irse.

Todas nos levantamos y abrazamos fuertemente, despidiéndonos hasta unas semanas más.

-Gracias por no decir nada de Christian y yo- le dije a Nevenka mientras me subía al auto.

-Deberás decírselo algún día, pero es tu asunto- se encogió de hombros.

Cerré la puerta y papá partió. Ya pensaría el día. Pero no sabía cómo se lo tomarían, porque nunca antes me había enamorado y yo era la menor de todas. Quizás enloquecerían.

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