Louis comienza a trabajar como asistente personal de Siena Styles, la diseñadora de modas más importante de la industria. Nunca se imaginó que tras conseguir este trabajo se encontraría con el amor de su vida nuevamente. Su corazón se rompe al saber...
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Siena invitó a Louis a una pequeña cena de despedida que organizaría en su casa. El castaño llegó puntual y con un pastel de chocolate entre sus manos. Un pastel con el que impresionó a toda la familia Styles, excepto a la pequeña Payton.
Por otra parte, Austin estaba feliz por que su amigo Louis había cumplido su promesa de hacerle un pastel. Estaba feliz de tener a Louis en su casa, tanto que le había mostrado a Louis cada rincón de su gran casa.
- Este es mi sala de juegos.- mostró con orgullo sus juguetes.
- Austin esto es muy bonito.- dijo, tratando de seguirle el juego al niño. Austin sonrió porque había logrado impresionar a su amigo Louis.
- También tengo una casa en el árbol, ¿quieres verla?- Louis asintió con emoción.- Bien, vamos.
Austin se colocó sobre la espalda de Louis, mientras lo conducía hasta el patio donde se encontraba su casa del árbol.
Al verla la mandíbula de Louis cayó al piso, la casa era muy bonita, podría vivir en ella, y tendría todas las comodidades que hay en su departamento. ¿Acaso todo era grande en esa casa? La respuesta era un definitivo sí. La casa era grande, las puertas, la cocina, la sala, los cuartos, el patio, la casa en el árbol y ni hablar de los que la habitaban, Siena era unos centímetros más grande que él y ni hablar de Harry. Se sentía como un duendecillo en aquella gran casa.
- ¿Quién hizo ésta casa tan espectacular?- preguntó, su vista seguía en la casa.
- Mi mamá... bueno tuvo un poco de ayuda, pero todo fue idea de ella.
Un ruidoso trueno se hizo escuchar por todo el lugar, haciendo que Louis y Austin se sobresaltaran, poco a poco el cielo fue tornándose obscuro, y pronto Austin comenzó a sollozar en los brazos de Louis.
- Tranquilo, pequeño. Vamos a tu casa, ¿sí?- Austin asintió, mientras se refugiaba en el pecho de Louis.
Llegaron a casa, y Siena los recibió con chocolate caliente. Austin rápidamente se abalanzó entre los brazos de su madre. Y la tormenta se desató, los árboles se movían con el viento, el cielo permanecía obscuro, mientras la lluvia azotaba las ventanas y techos, parecía que el cielo se caería a pedazos en cualquier momento.
Louis solo pensaba en como saldría de esa casa. Era peligroso manejar mientras el clima se encontraba de esa manera. De alguna forma tendría que salir de ahí, no quería incomodar con su presencia por más tiempo.
- Louis, tendrás que quedarte.- dijo Siena, mientras acariciaba los cabellos rizados de su hijo para tratar de calmarlo.
- No quiero incomodar. - susurró apenado, mientras acomodaba su chaqueta.
- De ninguna manera, no puedo permitir que te vayas, el clima no es el adecuado para que manejes. De ninguna manera saldrás de aquí. - dijo con voz firme, para luego regalarle una sonrisa.
