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No podían esperar más

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No podían esperar más. Habían escuchado las indicaciones del agente Warren, pero los gritos de sus hijos hacían más eco en sus cabezas. No podían ignorar el sufrimiento de su hijo.



Pese a las advertencias de los policías, decidieron correr hacia la cabaña de donde provenían los gritos desgarradores de André.



No estaban preparados para ver aquella escena. Nada ni nadie puede preparar psicológicamente a un padre para ver a sus hijos sufrir.



Claire apuntaba a la pequeña cabecita de André. Sonreía como sí estuviera a punto de un trofeo. Y ella lo sentía de esa manera. Matar al pequeño, sería un triunfo para ella, hacer sufrir a Harry y a Louis era lo que más deseaba. Su premio era, hacer infelices a los dos por el resto de sí vida.



Harry corrió hacia ella. Su intención era quitarle el arma.



En un intento desesperado empujó el cuerpo de Claire hacia un lado. Ella no pudo mantener el equilibrio y cayó al suelo. Al momento de caer trató de levantar su mano donde tenía el arma, su intención, claramente, era dispararle a Harry. Harry, en un rápido movimiento, colocó su pie sobre el arma que aún se mantenía firme en las manos de Claire.



Los policías no tardaron más de dos minutos en entrar.



Louis corrió hacia su hijo. Lo abrazó suavemente, sabiendo que el cuerpo de su hijo estaba demasiado golpeado como para ejercer demasiada fuerza.



- Papi ya está aquí. - susurraba al oído del André mientras lágrimas bajaban por sus mejillas hasta caer en el cabello de su bebé.



Los policías esposaron a Claire rápidamente. Todo había sido demasiado rápido y eso se debía a que la mujer no contaba con ayuda de otras personas.



Harry tomaba a André entre sus brazos mientras dejaba besos suaves por todo su lindo rostro. Lo había extrañado tanto.



Cuando estaban a punto de meter a Claire a la patrulla, Louis corrió hacia ella con enojo en sus facciones.



- ¡Maldita perra desgracia! - se acercó el ojiazul a la mujer. - ¡Te juro, que si no estuviera embarazado, ahorita mismo estuvieras comiendo tierra con todo y gusanos! ¡Espero que te pudras en la maldita cárcel! ¡Te odio, malnacida!



Y ninguno de los hombres que estaban ahí, con más de uno ochenta de estatura con cuerpos fuertes y robustos tuvieron el valor de siquiera pedirle que guardara silencio. Todos se habían quedado con la boca abierta por las palabras del ojiazul.



- ¡Vas a morirte sola, perra desgracia, sin ninguna persona que lamente tu muerte! ¡Te mereces mucho más de lo que te está pasando! - sin previó aviso una cachetada fue propinada al rostro de Claire, quien no había reaccionado a las palabras de Louis, sólo sonreía con suficiencia y eso había enojado mucho más al ojiazul - ¡No te vuelvas a meter con mí familia! ¡Me voy a encargar de que no vuelvas a tocar a mis hijos o siquiera a respirar cerca de ellos!



Harry sostuvo a André solo con un brazo para poder alejar a Louis de Claire con el otro.



Louis estaba demasiado enojado, su rostro estaba rojos, su respiración estaba acelerada, haciendo que sus fosas nasales se expandieran exageradamente.



[...]



- ... Y ella estaba en mi cuadto todas las noches. Decía cosas de mis papás. Ella decía que no me quedían y que cuando bebé nacieda dejadían de quededme. - relató André a la policía.



André se encontraba acostado en una camilla de hospital. Sus heridas no habían sido graves, pero tardarían en sanar.



- Creo que eso será todo. - le dijo el agente Warren a los papás del niño - Pasará bastantes años en la cárcel; tiene mucho cargos acumulados.



- Muchas gracias por su ayuda. - agradeció el ojiazul.



El agente se despidió de Harry y Louis con un apretón de manos, y salió de la habitación.



- Hay alguien que quiere verte... - le dijo Louis a André con una sonrisa grande en su rostro.



- ¿Quién? - preguntó el niño, entusiasmado por saber de quién se trataba.



- Cierra tus lindos ojitos. - André no puso peros, rápidamente cerro sus ojos, tan fuerte que varias arruguitas se formaron al rededor.



El ojiazul caminó hasta la maletita de André, ahí había ropa para cuando saliera del hospital y algo que André amaba mucho. Lo sacó con cuidado de la maleta.



- Abre los ojos, bebé.



Los grandes y verdes ojos de André se abrieron.



- ¡Chispa! - gritó, emocionado al ver a su oso de peluche entre las manos de su padre. Estaba limpio y alguien se había encargado de coser las partes rotas del peluche. - ¡Gacias, papi!



- De nada, bebé. Tu hermana se encargó de lavarlo.



- Amo mucho a mi hemana. - le dijo con una sonrisa.



- Y ella te ama a ti. Todos te amamos mucho. - recalcó porque no quería que su hijo se olvidara o dudara de ello.



- Yo también los quiedo, papi. - respondió abrazando al peluche contra su pecho.



- Temía que algo peor te sucediera. - le dijo mientras lo abrazaba y besaba su cabecita repetidas veces.



- Mi ángel me cuidó, papi. Ella me cuidó todo el tiempo.



Louis no sabía cómo responder a las palabras de su hijo. No sabía sí solo eran palabras dichas al azar, o sí eran totalmente reales.



- Oh... ¿Tienes un ángel?



- Si, ella es linda. Me cuida... nos cuida a todos. - dijo con una sonrisa. Louis supo en ese momento que su hijo sabía exactamente de lo que hablaba, no metía.



- ¿Cómo es ella? - indagó el ojiazul, realmente interesado en el tema.



- Es linda. Su cabello es rubio, es alta y brilla mucho... - respondió, tratando de recordar más - Siempre que ella aparece huele a lavanda.



Y con aquella confesión la respiración de Louis se quedó atorada en su garganta. No esperaba escuchar esas palabras, más no le sorprendían. Louis siempre había tenido una mente abierta para los temas o creencias "paranormales". Sabía de quien se trataba y no podía estar más feliz, por ello. Sabía que los cuidaba y que siempre estaba con ellos en cada paso que daban, pero nunca imaginó esa situación.



No podía estar más agradecida con ella. Había cuidado a su hijo, no había permitido que esa espeluznante mujer matara a su hijo.



Lágrimas se acumularon en sus ojos. Un sentimiento de felicidad invadió su pecho. Ella estaba ahí, ella seguía estando en cada, aspecto de sus vidas y lo agradecía porque siempre necesitarían de ella.



- ¿Sabes su nombre? - le preguntó en un hilo de voz. No sabía cuánto resistiría antes de comenzar a llorar.



- Sienna.





Simplemente... Louis |l.s| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora