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Era una mañana gris en Londres

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Era una mañana gris en Londres. Tan gris que el ambiente se tornaba triste, y esto no era muy distinto a lo que esta familia sentía. Era una mezcla de muchas emociones tristeza, pero a la vez una sensación cálida empresa su pecho. Sabían que estaba ahí, con ellos, estando orgullosa de cada una de las cosas que hacían día como día.



Austin y Payton ponían margaritas y rosas amarilla en la tumba de su madres. Aquellas flores eran sus favoritas. Recordaban lo alegre que se ponía su madre al ver cualquiera de esas flores entre las manos de su padre, adornadas bellamente con un listón rojo.



- Coloca las rosas amarillas en medio. Se verá más lindo. - indicó el ojiazul a Austin.



Ese día se cumplían cuatro años desde la muerte de esa grandiosa mujer. Como todos los años estaban adornando la tumba de Sienna, justo como a ella le hubiera gustado.



- Gracias, Sienna. Te agradezco por la oportunidad que me diste de cuidar de tú empresa. Gracias por confiarme a esta linda familia. Gracias por hacerme entender que no esta mal amarlo... - le dirigió una mirada a Harry que estaba un poco alejado de él junto a los niños - Cuidar, enseñar, guiar y amar a tus hijos es lo mejor que me puedo haber pasado. Amar y ser amado por Harry es simplemente increíble. Te prometo seguir cumpliendo con lo que te prometí. Gracias por haber confiado en un simple chico como yo. Sé que tú y mi bebé nos están cuidando desde el cielo. - puso una última rosa sobre la tumba, se levantó y caminó hasta donde estaba su familia.



Cuando llegó a su destino abrazó a los niños y le dio un pequeño beso en los labios a Harry.



- Los amo. - dijo con una gran sonrisa. Como respuesta obtuvo un fuerte abrazo de parte de los tres.



- Iré a conversar con ella. - informó el rizado. Antes de caminar hacia la tumba de Sienna, depositó un beso en la frente de su novio.



Se acercó lentamente hasta la tumba. Releyó varias veces el nombre en aquella lápida, aún sin creer que ella ya no estaba. Habían pasado cuatro años y el aún no se acostumbraba a la ausencia de su esposa, madre de sus hijos, pero sobre todo mejor amiga. Sonrió tristemente hacia la lápida.



- Tengo que hablar de tantas cosas contigo. - sonrió de lado marcando su hoyuelo derecho -. Creo que estoy listo. La vida es muy corta como para no aprovecharla al máximo. Tú me enseñaste eso; en tus últimos días disfrutaste, reíste, te divertiste como nunca. No quiero desperdiciar mí vida, sé que tú no estarías de acuerdo con que yo no fuera más allá.



» Lo encontraste, y estoy tan agradecido contigo por ello. Tú eras la única que sabía todo de él. Sabías lo mucho que lo amaba, y sigo amando, lo mucho que lo hice sufrir. Aún me arrepiento de ello, y sigo tratando de enmendarlo. Él no es rencoroso, tanto así que para él ya está todo olvidado, pero yo seguiré tratando de enmendar ese error. Nunca más lo haré sufrir, valoraré a ese chico por lo que se merece, y él merece mucho.

Simplemente... Louis |l.s| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora